Muy pero que muy buenos días, crossfiteros!!!

Hoy ha sido de estas semanas que ha llegado el jueves y no había empezado a escribir absolutamente nada de nada en el blog. Y no sólo por ganas, sino por falta de inspiración y un tema concreto del que hablar. Estando en esta semana de impass, hace dos semanas hablé de la Semana Santa como tocaba y la semana que viene ya sé que hablaré de la Feria. Pero hoy…¿hoy de qué coño hablo? Normalmente cuando me pasa esto me digo “bah Santi, eres un crack, ya te pondrás en el último momento y te vendrá la inspiración”.

Claro.

El problema es cuando ese último momento coincide con los ratos posteriores a tu primera clase de crossfit, estás jodido. No, jodido no. MUY jodido. Bueno, muy jodido es suave. Completa, extremada y absolutamente roto por dentro y con ganas de asesinar a la monitora y al colega que dijo “voy a inventarme una clase donde la peña quiera suicidarse a partir del minuto 6 y al día siguiente no sean capaces ni de levantar los párpados y sufran y mueran y cuando revivan ahí estará el monitor para pegarle una patada y reventarlo y volver a matarlo y escupirle y hundirlo en la miseria”. Esa podría ser la definición técnica PERO NO, le pusieron ‘crossfit’ porque en el mundo en el que vivimos  las palabras inglesas son más ‘cool’ y empañan su auténtico significado.

De hecho creo que podemos averiguar fácilmente su etimología (para los de la LOMCE, el origen de la palabra) si la dividimos.

Crossfit

Cross: cruz.

Fit: en forma.

Oséase, en forma de cruz. Es decir, la palabra te está adelantando no ya cómo vas a acabar, sino cómo PREFERIRÍAS acabar porque desde luego ser crucificado es mejor que seguir dentro de esa clase oyendo gritos y viendo como tu vida no para de pasar delante de tus ojos. Porque yo no entiendo cómo la gente se suicida de maneras tan absurdas pudiendo entrar en una clase de éstas y dejándose ir de manera rápida y efectiva…y encima pagando para ello. Porque es que encima es que cuando digo que somos gilipollas, es que somos gilipollas. Un ser inteligente y normal ante cualquier actividad tipo hacer una maratón, un triatlón, escalar una montaña, crossfit y todas esas barbaridades inventadas para aniquilar a los débiles, no pagaría por ello sino que lógicamente pediría que fuera retribuido y que un grupo de conejitas del Playboy acudiera a suplicar de rodillas (y lo que no es suplicar de rodillas) que se hiciera tamaña muestra de atentado contra la salud humana. Pero no, hay gente que paga para ello, y mucho, y yo acabo de empezar a hacerlo. Porque ya lo dije en su momento, soy gilipollas.

No es que las pases canutas, es lo siguiente. Porque al fin y al cabo pasarlas canutas viene de cuando la persona terminaba el servicio militar (obligatorio o no) y recibía su acreditación de haberlo concluido satisfactoriamente. ¿Qué pasaba? Que pasar de la vida militar a la civil no es tan fácil, y claro, los pobrecitos no encontraban trabajo ni a la de tres, o peor aún, el puesto que habían dejado para hacer el servicio militar estaba ya cubierto. Vale, pero, ¿y lo de “canutas”? Pues porque el documento que se le daba a esta gente estaba metido enrollado dentro de un cilindro que se llamaba “canuto” (de ahí que en algunos sitios se diga “llevarlas canutas” y no “pasarlas canutas”. Pero yo me río de esos ex-militares lloricas, ya me gustaría verlos ahí escuchando a la sargento gritar «¡venga coño que sólo queda un minuto!» ¿¿¿Sólo???

Bueno, de momento le voy a dar una segunda oportunidad, sobre todo cuando he visto que los resultados de ir mucho a estas clases es éste:

EEEEEEMMMMM…bueno, ya si eso lo hago pero sin esteroides y…¿pero en serio? ¿Tantos músculos tenemos?

Que paséis buen fin de semana y a hacer ejercicio que es muy “sano”…o eso nos quieren vender.