Siena · Viajes

Dándolo todo: parte de Siena XI

He vuelto vivo de Nápoles.

NAPOLI
El lunes me levanto a las 6:15 de la mañana después de haberme acostado a las 3:15 del día anterior. Sueño no tenía, estaba en ese típico estado de semiconsciencia que me permitió prepararme un café y unas tostadas, y salí hacia donde debíamos coger el autobús. Cuando llevo 5 minutos andando caigo en la cuenta de que no he cogido las gafas de sol, pero en vez de volverme a pesar de que tengo 40 minutos hasta la hora de partida (más unos 20 minutos de retraso general hacían una hora), decido seguir adelante. Primer error. Llego el primero detodos a la plaza. Se suponía que debía ser fiesta porque aquí me dijeron que se celebraba San Nicolás, pero allí no paran de llegar autobuses llenos de gente y sobre todo de estudiantes de todas las edades, con lo cual la idea que tenía yo de que con este viaje no iba a perder clases se me quita de la mente. Segundo error. En fin, que partimos cuando casi pasan media hora de las 8 hacia el sur italiano, con un día de frío y semilluvia. Al principio la gente está muy activa en el bus pero luego analizamos que nos quedan unas 6 horitas de viaje y la gente empieza a caer poco a poco. Hacemos no una ni dos ni tres, sino tres paradas en el camino (maldito conductor, sienés tenía que ser, y encima cuando le pregunto era de mi Contrada, cagoen…) y por fin llegamos a Nápoles. Las primeras impresiones que me llevo son las siguientes: 1) como le de al Vesubio por eructar otra vez la cagamos porque no sabía yo que Napoli (vamos a decirlo con propiedad) estaba tan cerca; 2) Napoli es grande de cojones (de hecho más tarde me entero que es la 3ª ciudad más grande de Italia); 3) los extrarradios detodas las ciudades son feos de cojones (los de urbanismo de las alcaldías bien podrían hacer algo al respecto y sabiendo que los turistas se llevan una primera impresión a casa, construir más parquecitos, menos aglomeraciones, etc); 4) si mi madre estuviera aquí ya hubiera empezado a emitir teorías sobre la ciudad.
El caso es que llegamos al Hostal, un poco a las afueras pero no tiene tan mala pinta, el barrio no parece peligroso y además al estar en una colina teníamos unas vistas muy bonitas de la ciudad, del mar y de unas obras de al lado del hostal (joder Napoli, y se quejan los de Madrid). Por cierto, por si alguno os lo estábais preguntando, sí, había algunas zonas donde seguía habiendo huelga de basuras. Las primeras fotos turísticas de la ciudad fueron a eso, tiene huevos. Aquí a pesar de lo que dijeron el día está un poco nublado pero eso sí, la temperatura es muy buena. Nos ubicamos en el Hostal, no nos da tiempo a mucho más y salimos al centro de la ciudad en nuestro querido bus privado. Lo primero que vemos es el Castel dell’Ovo (Castel del Huevo, de la época de los Borbones, que fuimos la leche padre allí, y que se llama así porque se supone que tendría que haber un huevo de oro dentro pero que nunca se encontró. Qué raro) que se ubicaba en el golfo de Napoli. Muy bonito. Atracado entre ese Castillo y la isla de Capri que luego pasaremos a comentar había un barco que se describe en el libro deGomorra que es el que trae la ropa de contrabando de Asia a Europa, pero vamos, que siempre está allí parado y que nunca va al puerto salvo por autorización de la policía (sí, habéis leído bien). Después fuimos andando hacia más el centro, concretamente a una de las plazas más grandes de Italia, la Piazza del Plebiscito. Por el camino nos hacemos amigo de un perro napolitano que nos sigue. La piazza es preciosa, parecida a la de San Pedro en el Vaticano pero salvando las distancias, y con un Palacio borbónico a sus espaldas (no veas como se las gastaban los colegas). Allí nos encontramos con los del grupo Erasmus de Napoli que nos van a hacer una guía por la ciudad. La chica es muy agradable, explica genial y no es por nada pero no para de mirarme mientras explica. La tengo rota. Caminamos hacia las Galerías Umberto que se parecen a las que tiene Milano pero en versión más bonitas aún (o eso dicen los que son de Napoli). No compramos nada, lo más barato vale 100 € y es un café soluble. Visitamos unas cuantas de plazas, unos restos de basura patrocinados por la camorra napolitana y una calle larguísima que divide la ciudad en dos, lo cual ya tiene mérito. En esa calle la chica nos recomienda que probemos un dulce típico napolitano en una de las tiendas más famosas de la ciudad. El dulce está que te cagas, tiene 18000 calorías a pesar de que es pequeño y me quedo un poco sorprendido mientras lo como porque veo que sale una mujer de la tienda a darle un sobre de dinero a la chica por haberle patrocinado. Es broma, aunque hubiera estado gracioso y no descarto que lo hubieran hecho a escondidas.
Después de eso vamos a la visita de Napoli subterránea. Resulta que hay unos pasadizos debajo de Napoli de cientos de kilómetros, construidos a 40 metros bajo tierra y hechos por los griegos en su día. Todavía se conservan a día de hoy pero las casas de L’Aquilla se vienen abajo con un terremoto, ojo. También se usaron como bunker durante la Segunda Guerra Mundial. Pero vamos a ver, ¿yo por qué coño os aburro con la Historia si lo que os importa es saber cómo estaban las napolitanas y si vimos algún tiroteo en la calle? Bueno, lo más llamativo del recorrido subterráneo es que había una parte no apta para claustrofóbicos (2 chicas se quedaron fuera) que acojonaba un poco y que había que hacer con velas. Unos pasadizos que el tío dijo que medían 50 centímetros de ancho pero que se ve que en Napoli tienen el sistema métrico decimal cambiado porque yo sólo podía andar de lado y en algunos lados agachando la cabeza. Después de eso y varias vueltas más por allí abajo tocó subir los 40 metros que habíamos bajado muy cómodamente (malditos griegos que no tenían ascensores) y entramos en una casa. Así, por la cara. A la casa le faltaba la típica abuelita sentada en una mecedora tejiendo, pero ninguno llegábamos a entender qué hacíamos allí. ¿Estaba incluida en la visita una fiesta en una casa? El caso es que el tío de repente abre una trampilla y bajamos a un antiguo teatro romano que había aparecido allí así, tal y como. Lo más gracioso es que la salida era un patio de vecinos con ropa tendida y un garaje, allí parecía que hubiera de todo menos un teatro romano.
Cuando nos despedimos del tío vamos a cenar a la Pizzería más antigua del mundo, donde se supone que se inventó la Pizza, y no veas qué bueno estaba aquello. El menú me incluía una croqueta gigante aparte de la Pizza y una cerveza alemana de lata (mierda, odio la cerveza de lata). Me traen todo menos la croqueta porque me he sentado el último en la mesa. La pido como unas 20 veces y cuando ya nos vamos a ir me traen 3 croquetas (no querías croqueta, POS TOMA). Aquello llena de cojones y aparte de he trincao medio litro de cerveza y una pizza gigante, luego dejo dos croquetas para después. Miento, me las cogió no sé quién bajo mi supervisión y luego no las vi más. Después nos vamos a una Plaza de allí donde se supone salen todos los Erasmus y tal (nota recordatoria: era lunes) aunque no había casi nadie al principio. Por el camino tengo que decir que el del grupo Erasmus se perdió por callecitas muy estrechas y en una de ellas había un viaje de basura. Cuando los napolitanos te han dicho que lo de la basura sólo pasa en los barrios donde está la mafia te empiezas a cagar en el chaval del grupo Erasmus, pero cuando al final sales vivo de allí se te pasa el cabreo. Algunos españoles han ido con el presidente de Erasmus Siena al partido de fútbol Napoli-Palermo, que es el derbi del sur de Italia y que yo me he negado a ir porque quiero seguir vivo al menos esta semana. Vemos el partido en la Plaza, más seguros. 0-0 en la segunda parte. El árbitro añade 4 minutos. En el minuto 94 y medio mete un gol el Napoli. Nos salimos del bar donde estamos porque allí nos van a matar a empujones si no nos vamos. Después del partido empieza a llegar gente poco a poco y cuando la cosa está animada llegan los del partido con 20 y tantas botellas de Limoncello. La cosa se anima más aún. Conocemos a un grupo de chavales españoles de Erasmus en Napoli que nos informan de que la ciudad es menos peligrosa de lo que parece, lo único que no debes hacer es andar sólo a casa de 2 a 5 de la mañana, desconfiar de los fuegos artificiales cuando haya y cosas así. Lo bueno del sur es que la gente es más simpática y se nota, que los españoles solemos caer bien por allí (de hecho un señor en Capri al ver que era español me llamó primo, pero en el sentido bueno de la palabra primo) y que la vida es más barata. La fiesta continuó en la Plaza y allí se quedó hasta las 3 o así que fuimos a coger nuestro bus privado para ir al hostal. Antes un chaval español había preguntado a toda la Plaza entera si vendía porros. Al final los consiguió, pero todos estábamos un poco preocupados porque nunca se sabe dónde podía haber acabado el preguntar tanto por allí. Me ofrecen pero les digo que me reservo para el viaje de enero a Ámsterdam que promete ser legendario. Al llegar a la habitación me doy cuenta de que los otros 3 de mi cuarto están bastantes más afectados que yo. Vaya nochecita me espera.
Me levanto cerca de las 8 para ducharme. Me encanta lo mucho que estoy durmiendo estos días. Salgo al balcón para admirar el precioso día que hace en Napoli un 7 de diciembre. Nota aclaratoria: estuve todo el día en MANGA CORTA, y NO ES BROMA. Me acuerdo de la decisión salomónica de no haber cogido las gafas de sol al final. Con lo poco que he dormido me sienta de puta madre tanto sol. Bajo a desayunar y de nuevo soy el primero de todos que lo ha hecho. El desayuno consiste en un capuccino (qué raro) y un croissant relleno dechocolate. Poco más y es abundante. Salimos para el puerto por supuesto con más de media hora de retraso. Esta vez cogemos un bus público que llegó vacío y lo reventamos entre tantos que éramos. Por el camino me doy cuenta de que Napoli se parece mucho a La Habana, a pesar de que nunca he estado, pero me lo confirman los cabrones que se han ido de viaje de Ecuador a Cuba en vez de a Canarias como yo (que conste que no cambio para nada mi viaje de Ecuador). Nos montamos en el barco. Mi estado al sentarme no augura pasar un buen rato en el ferry, sólo atracado ya estoy mareado. Sin embrago gracias a Buda cuando aquello se pone en marcha milagrosamente se me quita el mareo y le entra a otros. Acojonante.
CAPRI
Llegamos a Capri. A partir de aquí quiero usar el número menor de palabras posibles porque se quedarían muy cortas. Sólo os diré que iba embobado por todos lados. Joder qué isla más bonita. Subimos al pueblo en bus y nos compramos en un súper algo para comer porque Capri será bonita pero es cara de tres pares de narices porque allí sólo viven ricos italianos, famosos y mafiosos. Después me voy con mi grupo de amigos por un camino que baja hacia una plaza. El camino es una callecita pequeña muy bonita que tiene a los lados casitas que son acojonantes. Nos dicen que la más barata no baja del millón de euros, y eso si la quieren vender, claro. Javi y yo nos proponemos un plan a largo plazo: comprarnos entre todos los que somos una casa en Capri y compartirla, aunque sea lo último que hagamos para luego ir a la cárcel por morosos. Después de pararnos a descansar con unas vistas preciosas de la isla, esta gente decide bajar a la playa donde Javi y yo ya hemos estado porque fuimos a mear. Como no me gusta el plan decido irme solo de bohemio por la isla a ver qué descubro. Subo denuevo al pueblo y me pierdo por sus calles (intencionadamente, claro). Me llama Kike desde Siena para decirme que he aprobado el examen de Economia Industriale. Y yo sin mi hebreo por aquí para comprarle algo y celebrarlo. Madre del amor hermoso, qué pueblo más mágico. Investigando investigando llego a un parquecito que tiene unas panorámicas preciosas de la isla. Pero lo que descubro que me deja loco es un camino que se llama Via Krupp (buscad en google y ved qué tal). Resulta que es un camino que se construyó exclusivamente para que se pudiera admirar la belleza de la isla, y que durante un kilómetro más o menos recorre una ladera de la isla justo en los acantilados. Sin comentarios. Luego me reencuentro con los del grupo Erasmus y bajamos al puerto para irnos de Capri. Me he enamorado de esta isla.
Por la noche nos toca cena en el hostal con vino abbastanza. Cuando terminamos nos vamos a una plaza diferente de la de ayer a seguir bebiendo. Vamos a una calle donde se supone que está la discoteca a la que vamos hoy. La calle es para verla, me dan ganas de salir corriendo para el hostal pero bueno, ya no hay vuelta atrás. Se suponía que íbamos a estar con los Erasmus napolitanos o eso nos dijo Emanuelle (el presi de mi Erasmus) pero él es así, cuando habla sube el pan y los más Erasmus con los que estamos son la panda denegros que hay en la discoteca. Pero antes nos salimos para terminar el botellón fuera. Cuando estamos a punto de acabar un chaval deCórdoba bastante afectado le echan vino con no sé qué en su vaso y no acierta a ver que justo detrás se le ha puesto un hombre napolitano que también llevará lo suyo encima. El caso es que he dicho que no acierta a verlo porque cuando prueba el cocktail le da por tirarlo para atrás entero. ¿A que no sabéis a quién le cayó? Bieeeen, al hombre napolitano afectado. El hombre se mira, nos mira y no hace nada, perotodo porque el cordobés viendo el percaz empieza a pedir perdón como un cabrón, se quita su chaqueta para limpiarle, le regala una botella de ron, otra de Coca-Cola, yo le paso una de vino y al final viendo cómo le ha salido la noche el tío hasta nos da las gracias y se queda tó feliz en la Plaza. UUUUUFFFFF por los pelos. Pasamos la noche en la disco y cuando llegan las 4 decidimos irnos con los del grupo Erasmus a pie al hostal porque dicen que se tarda una media hora desde allí. Lo hacemos porque nuestro bus no va a llegar hasta las 5 y media y paso de seguir escuchando reggaeton. Se me había olvidado que en Napoli el sistema de medidas es diferente y tardamos hora y media a pie en llegar al hostal. Lo bueno es que el paseo por Napoli es muy bonito y que no nos pasa nada, que ya es decir.
POMPEI
Duermo 3 horas para levantarme, hacer la maleta, desayunar y dormirme en todos los rincones que puedo camino de Pompeya (mejor uso Pompei para los amigos). Tenemos una guía que nos lo explica todo perfectamente y que nos hace vislumbrar cómo los romanos eran unos guarrillos porque se conservan símbolos fálicos por toda la ciudad y encima lo mejor conservado que hay es el burdel. De Pompei todos sabéis lo que pasó y lo que hay allí así que para qué contaros más. Lo gracioso es que está lleno de perrillos sueltos por allí y que a la entrada había un cartel que ponía «adopte un perro», pero como el autobús nuestro va lleno pasamos de hacerlo. Salimos, comemos en un burger (DIOSSS que bien sabe cuando llevas meses sin pisar uno) y nos vamos de vuelta a Siena donde sabemos que nos espera frío y lluvia y a mí dormir poquísimo porque a la mañana siguiente me tengo que levantar antes de las 6 para ir a Pisa a coger el avión para Alemania. Nooo pero esta semana voy a dormir mucho, sí.
FRANKFURT-HAMN
El jueves me acuerdo del momento en que compré un billete de autobús para ir a Pisa cuando suena el despertador antes de las 6. Llevo definitivamente un récord absoluto de pocas horas de sueño. Madre mía qué sufrimiento. De hecho no me extraña nada en absoluto que al coger el bus sólo seamos 2 personas y el conductor. Llego a Pisa a las 9 y algo de la mañana y hasta la 1 de la tarde no cojo el vuelo. El aeropuerto de Pisa tampoco da mucho de sí, lo recorro en 5 minutos y me pregunto: ¿qué hago? Doy paseos, me tomo un café, escucho música, me río de un grupo de chavales franceses (que deben ser de algún tipo de selección deportiva porque van todos iguales) porque su vuelo a París ha sido cancelado, hago diversas visitas al servicio sólo para mirarme al espejo y finalmente, después de encima haber tenido media hora de retraso, cojo el vuelo. Me siento al lado de un hombre mayor alemán que en vez de dejarme dormir la hora y poco que dura el vuelo me da palique en inglés y no para de hablar sobre los miles de viajes que ha hecho. Cuando estamos aterrizando sobre Frankfurt-Hamn, tengo un momento de tensión en el que a falta de unos 100 metros la pista desaparece bajo un manto de niebla porque aquí nieva que da gusto y digo «ea, ha sido un placer conoceros». Encima el alemán lo nota, se ríe de mí pero me da todo igual cuando sano y salvo me bajo del avión. DIOSSSSSSSSSS QUE MOMENTOOOO!!!! No sólo nieva sino que está todo todo todooooo nevadooo. Qué bonitooooooooooooooo!!!!!
KAISERSLAUTERN
Después de tener un ataque de epilepsia por la descarga de emociones al ver tanta nieve me encuentro con Ale y con el chaval polaco que no sólo nos deja el coche para ir a recogerme e ir a Kaiserslautern sino que además ha conducido él. Lo del polaco es acojonante. Mientras esperamos al bus GRATUITO para ir al párking del aeropuerto (anda que en España no te iban a cobrar rápido…) tenemos nuestra primera peleilla con nieve. Quedamos 5-0 (guiño). Comemos en el Burger King del aeropuerto. Yo tranquilamente me iba a pedir un menú, pero el maldito gordo de Ale me convence para que me pida 2 y al final me sobra el 2º menú que me pido. Nota mental: no volver a hacer caso a Ale. El polaco nos conduce tranquilamente a Kaiserslautern porque la cosa no está para acelerar mucho (aunque nada más montarme en el coche el cabrito le da por hacer un trompo en el párking, muy buena forma de empezar, sí señor…) y llegamos sanos, salvos, y con un menú frío del Burger King. Me ubico en casa de Ale, conozco a su compañero brasileño con pinta de tener síndrome de Down, y nos vamos a comer a casa de un amigo una pizza entre los dos porque después de lo de esta tarde no damos para más. Empiezo a conocer a los amigosde Ale, tomamos unas cervecitas, hablo por Skype con el padre de un amigo de Ale y vamos a un pub que está dentro de la Universidad y que organiza fiestecillas. Viva la Universidad alemana.
Lo que había comenzado por una noche tranquila porque se supone que yo venía cansado y el plan iba a ser más relajado se termina convirtiendo en un maldito desfase. Allí lo de beber alcohol del duro no se lleva, pero cuando llevas 4 cervezas de medio litro hasta yo me convierto en bueno jugando al futbolín del pub (mentira, toda persona que se puso conmigo perdió). Debo decir lo siguiente: el grupo de amigos de Ale en Alemania me encantó, pero tanto en su grupo como en el bar en el que estábamos quiero decir que la ausencia de mujeres era más que latente. Dialogamos sobre la vida y el mañana, sobre dopping y cuando salimos compruebo lo bueno que es dejar una cerveza fuera escondida entre la nieve para luego bebértela. Me acuerdo del Urbión de Sevilla: cómo echo de menos ese bar. Entramos en una discoteca que está en un sótano, también en la facultad (o eso creo, aquello era muy raro). Allí al menos hay más tías aunque hay tan pocas que cada una se ve rodeada de 20 alemanes pesados que no paran de sobarlas. De entre esos 20 alemanes, con el alcohol y la exaltación que tienen, alguno parece que tiene ganas de coger a un grupo de judíos y exterminarlo. Pero son buena gente y hasta la DJ lesbiana que pincha me pone una canción italiana que le pido (al final me va a entrar morriña de Italia y todo). Ale y yo arrasamos con el Happy Hour de la discoteca, un amigo nuestro pierde un abrigo y para restituir el karma se coge 2 de por ahí y nos salimos a la calle. Decamino a casa se produce el caos. Basta que lleguemos a un sitio con mucha nieve para que durante media hora se organice una auténtica batalla campal. 10 muertos, 14 heridos y 2 millones de euros en daños materiales. Menuda carnicería sanguinolenta montamos con la nieve allí. Éramos bestias, no dábamos tregua y nos daba igual todo. Cuando llegamos a casa se nos va de las manos a Ale y a mí y hacemos algo que os recomiendo nunca hagáis: si bebes, no escribas. Nos acostamos a las 6 y algo de la mañana.
ESTRASBURGO
A la mañana siguiente nos da vergüenza ajena releer los mensajes que ayer enviamos por Facebook y Tuenti. Hay de todo y mejor no comentarlo. Menos mal que la gente tiene sentido del humor y contesta comprensivamente. Todos menos un profesor de Ale. Ale ha muerto académicamente hablando. Al levantarnos surgen las prisas monumentales porque resulta que el simpático de Carlos que está en Estrasburgo y que me dijo de ir a verle el sábado me cambia a última hora los planes y me dice que la fiesta gorda allí es el viernes. Movemos hilos y después de ducharnos y tal nos plantamos en la estación de tren. Tenemos 10 minutos para enterarnos de qué maldito tren hay que coger, qué combinaciones hay que hacer y comprar los billetes. Cuando falta un minuto salimos corriendo por la estación habiendo realizado sólo los dos primeros pasos: si me tienen que sablar una multa o en su defecto encerrarme que sea en Alemania. 2 segundos antesde que se cierren las puertas nos montamos en el tren. El daño está hecho y por el momento no se ven revisores a la vista. Hacemos dos transbordos (y me hace gracia porque pasamos por un pueblo llamado Frankestein al que maldita sea no me da tiempo a hacerle ninguna foto) y a eso de las 4 y pico 5 de la tarde nos bajamos en Estrasburgo. Con las prisas de venir ninguno habíamos podido comer (somos 8 tíos, por cierto) y asaltamos el McDonalds. Cogemos un tranvía y nos plantamos en el barrio de Carlos, que viene a recogernos a la parada con su amigo Antonio (hijo de uno de esos grandes profesores de la facultad del que jamás se nos olvidarán frases como «encontrarás otra chaqueta en tu percha y otro coche en tu garaje») y vamos a dar una vuelta por el centro. Me enamoro de Estrasburgo. Me estoy dando cuenta de que tengo facilidad para enamorarme de los sitios, ciudades y sobre todo mujeres. Me empiezo a recordar a mí mismo al personaje de Friends que hacía Alec Baldwin y que decía «tengo que hacer una foto mental: ¡clic!». Compramos el material necesario en el súper para pasar una noche legendaria y comprobamos como al pasar la frontera se quita toda la eficacia alemana y se sustituye por la francesa porque no te veas si era torpe la maldita cajera que nos tocó. Vamos a casa de Carlos y mientras él se ducha y arregla yo me dedico a dormir como puedo en su cama. Salimos.
Vamos a una residencia donde se celebra el cumpleaños de un italiano (VAMOSSSS voy a poder seguir hablándolo hoy!!!) y abrimos la botella de ron Negrita. No tenía ni idea que los franceses utilizan el ron negrita como líquido de frenos porque aquello no hay quien se lo beba. Es más, al abrir la botella impregna la sala un olor que hace que todo el mundo se gire a decir «pero qué carajo es eso que huele tan mal». Empezamos a conocer a más gente, me paso casi toda la noche hablando en italiano gracias a dios porque el francés lo llevo jodido y para qué decirte el alemán y cuando nos cierran allí (menos mal, había una mesa de ping-pong y la noche amenazaba con transformarse en un torneo) nos encaminamos hacia un pub. Casi no cabemos de tanta gente que somos pero mejor, porque con el frío que hace fuera es mejor coger calor humano. Los amigos de Kaiserslautern de Ale están en estado de shock porque no están acostumbrados a ver a tanta mujer junta y les veo que se empiezan a poner un poco nerviosos. Yo aunque esté acostumbrado siempre me pongo nervioso. La que está nerviosa es la «novia» que se ha echado el italiano del cumpleaños que el beber le enciende (como diría mi antiguo profesor Neftalí) «el furor uterino», y se ve que no acapara con uno y tiene que irse con todo el bar. Salimos de allí para irnos sin éxito a una discoteca al parecer muy chick de allí donde somos tantos que ni de coña nos dejan entrar (como echaba de menos que me dijeran «no» en un local, en Siena te piden por favor que entres). Lo bueno es que por el camino encontramos un carrito de la compra tirado en la calle y si habéis visto Jackas os podéis imaginar el alcohol lo que provocó que hicieran algunos. No hubo heridos.
Al final conseguimos entrar en un local menos chick pero más petado donde casi salimos a ostias porque el estado etílico de Carlos era infame y se ve que no le gustaba que la gente le tocase para coger sus abrigos. Qué bien habla Carlos francés cuando va bebido, olé mi niño. Como necesitaba algo con qué calmar su rabia contenida, se volvió a montar en el carrito de la compra y le hicimos rodar por varias calles hasta que volvimos a llegar a la discoteca chick de antes y esta vez sí conseguimos entrar, pero la cosa estaba ya echada a perder y nos salimos. Llamo a Ale, que me había separado del otro grupo. Están en la parada del tranvía y van a cogerlo ya para ir a la estación detren, si quiero ir con ellos tengo que correr. Me despido de Carlos y de un Antonio al que le deseo toda la suerte para volver a casa con Carlos. Pobre Antonio. Llego a la parada a tiempo para comprobar que no pasan tranvías hasta las 6 de la mañana, que son las 5 y que nuestro tren sale a las 6:15. Genial, tenemos que andar por Estrasburgo por no sabemos dónde hacia no se sabe exactamente qué y con ese calor tan característico de la ciudad. Siguiendo las vías del tranvía vamos poco a poco haciendo espacio. Nos llama Samu, un amigo nuestro que digamos se había quedado un tanto ocupado atrás y al estar solo no tiene ni pajorela de cómo llegar. Por teléfono le indicamos, vemos la hora y pensamos: no llega. De ser así tendría que esperar hasta las 9 de la mañana para volver a Kaiserslautern. Por el camino una chica se pega un talegazo curioso porque combinar tacones, alcohol y vías del tranvía no son muy buena idea. Llegamos a la estación con tiempo. Yo me duermo en un sillón. De repente, me despierta muy acelerado uno del grupo diciendo que rápido que perdemos el tren y sale a correr.De un salto me levanto y voy corriendo detrás de él dando tumbos porque al levantarme tan rápido se me nubla todo pero me digo que no hay tiempo para desmayarse y cuando se me quita la nebulosa de la cabeza me doy cuenta de que todos son muy simpáticos y que era una broma, que tenemos un cuarto de hora sobrado. Llegamos al tren para comprobar que el chico que se había quedado rezagado y pensábamos que no llegaba no sólo lo ha conseguido sino que ha sido más listo y se ha comprado cosas para desayunar. Maldito crack. Cogemos el tren y en cada transbordo nos vamos quedando dormidos. Estamos 3 veces a punto de perder las combinaciones, pero el sueño podía con nosotros. En una de las paradas que es al aire libre estamos un cuarto de hora a varios grados bajo cero a esta típica hora de la mañana que hace frío no, LO SIGUIENTE. No he pasao más frío en todos los días de mi vida. Uno de ellos de hecho le dice al encargadode estar despertándonos todo el tiempo que es verdad que hubiera perdido el tren a Kaiserslautern, pero que lo de puta madre que estaría durmiendo ahora en el tren. Grande. Nos acostamos a las 9 y pico de la mañana.
KAISERSLAUTERN
El sábado nos levantamos para se supone ver Kaiserslautern de día pero alargamos la hora de sueño y como que a las 5 de la tarde allí ya no era de día. Una de las cosas bonitas que tiene esta vida es que el mundo es un pañuelo e il puto capo alemán, mi vecino de Siena, Gordon, es de Kaiserslautern y ha llegado para pasar las navidades. Nos llama para salir con él. Maldita sea que no paramos de desfase en desfase. Quedamos para cenar y nos trincamos ya sólo en la cena un litro de cerveza alemana cada uno. Genial, empezamos bien. Luego nos lleva Gordon al pub-after de un amigo suyo y seguimos con cervecitas típicas de esa región alemana. Nos unimos al resto de españoles y vamos a encontrarnos con el grupo de amigos de Gordon que hoy celebran un cumpleaños y llegamos a ser 30. Rulando de un sitio para otro descubrimos que así no vamos a ningún lado y el grupo de Ale tiene el detalle de apartarse y quedarnos él, Gordon y yo con los del cumpleaños. Al final deciden ir a la discoteca más grande de la ciudad. Nosotros no sé cómo nos lo montamos que vamos en coche con dos alemanas que acabamos de conocer cuando hay gente que tiene que coger un taxi. Gordon es así, il puto capo. La discoteca es efectivamente grande y además distinta a todas las que haya visto. Resulta que al entrar te dan una tarjeta que tienes que mantener el restode la noche y en la que te van cargando todo: entrada, consumiciones, etc. Nos damos cuenta de que realmente es un peligro porque se te puede ir de las manos sin darte cuenta. Dejamos los abrigos y comprobamos que la disco tiene 2 plantas, 3 salas diferentes con diferentes músicas y diferentes ambientaciones: una rococó (frescos, cuadros, muebles de caoba), otra más modernista y otra en plan más pub americano. Como una noche es una noche, quedamos con Gordon en que al ser 3 que cada uno se invite a una ronda de copas. Vemos los precios: 7 € la copa. Ale y yo nos miramos: bueeeeno, una noche es una noche. Al principio no nos integramos mucho pero después terminamos hablando casi todo el rato con una chica bastante aparente de la fiesta que era rumana pero vivía actualmente en la ciudad. Ale me veía muy bien ubicado y me dejaba a ratos a solas. En una de estas no sé por qué sale el tema del aguante en las fiestas discotequeras y de coña me da por decirle que ay que ver que parece que tenga 30 años (nota: aparentaba 24). Se empieza a reír y me dice que no sólo no tiene 30, sino que tiene 31. Eeeeehhhhh vale, lo puedo asumir. En estas la conversación sigue por otros derroteros (yo a todos los efectos tenía 25 años) y le pregunto que con quién vive. Se vuelve a reír y me dice que no me lo voy a creer pero que vive con su hijo de 7 años. EEEEHHHHHHHH vale lo de la edad, pero paso de hipotecarme la vida. En estas viene Ale y me dice «qué, te veo bien» y le contesto «mejor otro día». Yo no sé por qué pero atraigo este tipo de cosas, ya me pasó en Canarias y ahora otra vez aquí, cazzo.
El caso es que la noche sigue bien con la «chica» ésta. Hasta tal punto que nos enseña una foto de su hijo. Es negro. Eeehhhh vale, nos cuenta que su novio era un marine americano de la base de Kaiserslautern y que ahora está soltera y que además le dejó ella a él. Pues qué bien. Después de la disco nos vamos andando al centro, estos dos se toman un Kebap y después entramos en el mismo pub-after de antes donde sólo están los dueños que conoce Gordon y nosotros. Mejor, nos tratan de lujo y seguimos con cervecitas mientras Ale y yo charlamos durante casi dos horas mientras los otros hablan alemán. Creo que ya entiendo algunas cosas de tanto oírlas: «danke» tiene que ser algo parecido a «que te den». Nos acostamos a las 9 de la mañana. En fin…
Esta vez sí conseguimos levantarnos de día y bajamos a ver la ciudad. Es pequeña, tampoco tiene muchas cosas que ver pero es muy acogedora. Nos tomamos un café en una tetería con Gordon para despedirnos de él y después vamos a cenar a un sitio donde Ale y yo nos cebamos. Subimos a casa para terminar la noche echando un Munchkin (un juego de mesa muy cachondo) y me despido con pena de esta gente que me han caído muy bien. Esta vez parece que Ale y yo vamos a conseguir acostarnos temprano pero no tenemos sueño (ni idea depor qué) y nos vemos 3 capítulos de Padre de Familia. Me descojono como nunca. Nos dormimos a las 2 y pico.
Nos levantamos y viendo nuestras caras de sueño y la posibilidad de tenerle que sostener el volante a Ale tiramos para tomar un café cargado. Javi, uno de los amigos de Ale, se viene con nosotros porque tiene el detalle de que para no volverse solo Ale de Frankfurt-Hamn pues le quiere hacer compañía. Qué enorme. Pero es más enorme todavía cuando al intentar abrir la puerta del coche de Piotre (el polaco que vino a recogerme y que nos vuelve a dejar el coche) no puede porque está medio congelada por el frío. Al entrar por el asiento del conductor de repente suena un «crack» y resulta que se ha cargado el retrovisor interior, lo ha descolocado. Ale se pone muy nervioso y dice que así no se puede viajar a ningún lado, que te paran y la chupas. Yo con mi tranquilidad karateka intento calmar los ánimos más que nada por mi bien porque me veo pasando las navidades en Alemania. Intentamos pegar otra vez el retrovisor pero ni de coña, eso es cristal. Convenzo a Ale de salir y allí vamos, alea jacta est. Los primeros pasos de salida encima son dificultosos porque Ale no se hace al coche degas y el GPS para llegar nos lo ha dejado Piotre en polaco, y todavía no hemos aprendido lo suficiente con el curso CEAC. Menos mal que la gente es mu sibarita y Ale tiene GPS en su móvil y nos salva la vida. Los planetas estaban un poco alineados hoy para no dejarme volver a Italia, ¿no cabrones? Llegamos por fortuna al aeropuerto después de haber dejado zonas de 10 grados bajo cero atrás. Cojo el avión. Me siento en la zona de la salida de emergencia y tengo espacio de sobra, como si fuera VIP.
PISA
Llego a Pisa a eso de la 1 de la tarde. Mi bus sale a las 5 y media. Remoloneo media hora por el aeropuerto. Busco fuera un sitio donde comer. Intento cruzar una calle para salir de la zona del aeropuerto a la civilización pero no hay tu tía, estoy como encerrado. Sigo remoloneando. Son las 1 y media. ¿Qué cojones hago yo hasta las 5 aquí en el aeropuerto que ya me conocí de sobra el jueves? Pues tomar una decisión salomónica. Dejo la maleta en la consigna donde me sablan unos preciosos 7 euros por dejarla allí, me compro unos billetes de bus para ir al centro y llamo a Espe, una amiga de Sevilla que está de Erasmus en Pisa. De camino del centro me dice que sin problema, que come conmigo y me enseña la ciudad. Me paso de parada y tengo que volver andando hacia atrás y entro en la Plaza de Pisa más conocida, preciosa por cierto, además hace un día de sol tremendo y hasta calorcito. Mientras admiro el Baptisterio, el Duomo y la dichosa Torre (y sin embargo, se inclina, como diría alguno) me encuentro una amiga de Siena que por un casual está allí y me hace tiempo charlando hasta que llega Espe. Entramos en el Duomo (qué cosa más bonita) y después vamos a comer a una Trattoria donde nos jartamos hasta reventar. Damos una vuelta por el centro, me dice que en Pisa me puedo quedar a dormir cuando quiera si me apetece salir de fiesta algún día, me enseña su casa y a su compañera de piso (es bastante guapa, ¿cuándo has dicho Espe que me invitabas a venir aquí?) y finalmente llego al aeropuerto, cojo el bus donde volvemos a ser sólo dos personas y llego a Siena y ese tipo de cosas.
Creo que con este correo establezco un récord de longitud, pero los viajes lo merecían. La primera foto es orientativa sobre la Via Krupp de Capri que os he dicho y la segunda el aspecto del aeropuerto de Frankfurt-Hamn cuando llegué.
Me queda un último correo de Siena antes de las Navidades. Sé que lo estáis celebrando como nunca. Me cago en vosotros.
Aeropuerto Frankfurt-Hamn 4

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