El post del viernes · Viajes

Rincontri

Científicos de todo el mundo están todavía haciendo cálculos de cuantos años de vida perdimos mis amigos paveses y yo el pasado fin de semana.

Yo creo que nunca me había dolido tanto la cabeza como me dolía, no al día siguiente, sino en la propia madrugada del viernes al sábado. Resaca anticipada es el término médico exacto. No veía el momento de llegar al hotel y tomarme 4 ibuprofenos y 7 cajas de valerianas.

5 años después de que estuviéramos en Pavía casi como quien dice comenzando la fiesta (aunque a estas alturas nuestro hígado estaba ya pidiendo clemencia), el grupo Erasmus que nos organizaba los saraos nos convocó al evento del 25 aniversario de su fundación. Si a ello le sumas nuestro quinto aniversario, no se podía faltar. 8 españoles, 3 españolas, al menos 5 guiris, y otros tantos sujetos varios de otras generaciones Erasmus en Pavía, más gente de Milán, más los Erasmus de este año, más los italianos que nos reventaron la salud…lo metes todo en una coctelera y te sale una bebida del demonio que ni la mamma fragola.

Aunque yo había vuelto justo el año después a presentar mi tesis, la verdad es que no había estado de nuevo con esta panda de cafres. Y claro, las sensaciones no eran las mismas. Ahora sí era la ciudad en la que había vivido tan intensamente un año. Una ciudad en la que salías de casa a una hora, y bien podías dormir en casa, o bien volver al día siguiente a las 7 de la tarde, barbacoa improvisada de por medio. Una ciudad en la que tu hogar no era el piso que tenías alquilado, sino la calle Strada Nuova, las escaleras del Duomo, el Raise y las casas de tus amigos. Una ciudad que sacaba lo mejor de ti como cocinero y te hacía improvisar platos espectaculares y minimalistas como espaguetis cocidos con sal y un toque de pimienta. Una ciudad con fiestas Project X aseguradas todos los fines de semana en tu maldito salón de casa, y que de las que si te cansabas siempre podías pagar (o no) el último treno a Milano Centrale y trasladarlas a las discotecas de la capital lombarda. Una ciudad que se inundaba de niebla casi todas las noches del año, y de mosquitos todos los puñeteros días de verano. Una ciudad en la que pagaría mi sueldo de todo un año para volver a vivir exactamente lo mismo al menos una vez más.

Pero si por algo recuerdo a Pavía es por esos cafres que os he mencionado antes que estuvieron concentrando un año en 3 noches de puro y salvaje vicio y depravación. Cafres que me llenan todos los puñeteros días el grupo de whatsapp de mensajes sin sentido y fotos asquerosas. Cafres que hace 5 años nadie daba un duro por verles dar un palo al agua, y ahí los tienes: trabajando. Así va España, claro. Y cafres que no sé cómo, pero han conseguido crear un lenguaje paralelo y con el que, con el menor número de sílabas posibles, consiguen transmitir todo un mundo de significado con vocablos que, pronunciados por ellos en sus peores momentos, ganas te dan de llamar a un cura a que les dé la extremaunción. Palabrerías con la que dan sentido a conversaciones de horas y que doctores en filología llevan 5 años estudiando sin hallarle puto significado. Pues señores filólogos, aquí os adelanto algunas de esas palabras para que comencéis a traducir el lenguaje de los chopeazoh estos:

«Aja«: sustantivo que hace referencia al acto individual, parejil o colectivo del placer onanístico.

«Ao vivo«: dícese de las consecuencias de no haber hecho de vientre en unos cuantos de días y fisiológicamente no poder aguantar más.

«Askao«: forma coloquial de pronunciar «pescao», que a su vez es la forma andaluza de pronunciar «pescado». A pesar de lo que pueda parecer, no se refiere a un tipo de animal acuático que se ingiere como paso previo al «ao vivo» (ver referencia anterior), sino que el término hace referencia a la situación en la que uno es pillado o cazado por un semejante, y normalmente lo que hay detrás del que ha sido descubierto no suele esconder buenas intenciones o actos.

«Chopeazoh«: conjunción de las palabras «hecho pedazos». Expresión ilustrativa que denota una ingesta considerable de alcohol y cuyo final suele ser el acabar como Marujita Díaz tras una boda gitana, o lo que es lo mismo, acabar hecho un trapo, por los suelos, amigo de las farolas…

«Cooo«: no confúndase con el término coloquial maño «co» (ejemplo: qué pasa co). Este término es el diminituvo de la palabra «coñazo», que no debe confundirse con aquellas personas del sexo femenino que disfrutan de un tremendo aparato reproductor, sino con aquellas personas (en general) que son hartibles, pesadas, o que dicen o hacen algo que les hace parecer momentáneamente de dicha forma.

«Ealadas«: adjetivo-diminutivo que deriva de la palabra «regaladas» y que se emplea normalmente por el género masculino para describir a un núcleo de personas del género femenino que tiene ligera facilidad para abrir su «cooo» de manera reiterada ante cualquier sujeto del género masculino que se le ponga por delante.

«Miradita«: dícese de la mirada que se intercambia entre dos sujetos, normalmente en cualquier evento social, y que suele estar cargada de profundas intenciones apareatorias. Al menos por la parte masculina, que se imagina que la «miradita» femenina es recíproca, cuando hay en realidad amplias probabilidades de que el individuo termine en casa haciéndose una buena aja.

«Nunca jamás«: expresión empleada entre adyacentes para referirse a situaciones en las cuales un sujeto A ha cometido un acto impuro X sin que sea de público conocimiento, pero ante la intuición o evidencia de las pruebas, es preguntado por un sujeto B, a lo que el sujeto A, cuya intención es la ocultación de los hechos (aunque en su fuero interno esté ansiando relatarlos), responde picaresco «nunca jamás» (lo sabrás). Esta expresión suele estar precedida de ealadas y miradita, y en la mayoría de ocasiones acaban en askao (véanse referencias).

«Todo«: término que se emplea cuando una persona tiene facilidad a cometer errores, tener mala suerte en todo lo que hace (ejemplo: todo te sale mal) y, en general, meter la pata en todo, como cuando los animales que tranquilamente van por el campo y terminan metiendo su pata en la trampa de un cazador.

Chavales, que no tenga que esperar otros 5 años para escucharos decir a todos juntos las memeces que decís. Mientras tanto, seguid liándola allí donde vayáis.

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