Dicen que el verde es el color de la esperanza, y esto tiene un origen meramente natural. De manera cultural podemos asociar a cada estación un color. Al verano un color vivo como el rojo o el amarillo, por aquello del sol y el calor que inunda nuestras playas y que gracias al cambio climático no sabemos si se alarga o se acorta, pero algo le ocurre aunque mucha gente lo quiera negar. Al otoño el beige o el gris, según nos decantemos por asociarlo con las hojas caducas de los árboles, o con las nubes de lluvia como las de este penúltimo viernes del penúltimo mes del último año dos mil diecialgo. Al invierno el blanco, por la nieve y el frío que a veces llega antes de lo que nos gustaría. Y a la primavera el verde, por ser el color del campo y las plantas que florecen con la estación. Antes de la revolución industrial, cuando el sector primario era el motor económico, cada año la sociedad estaba ansiosa de que llegara la primavera para ver sus cosechas crecer, sus campos llenarse de trabajadores que tuvieran con qué ganarse un jornal, y las reservas de comida agrandarse para aguantar lo que podría ser un duro invierno sin nada que rascar de la tierra. De ahí que ya desde hace muchos siglos el verde se haya asociado a la esperanza por una época de buen tiempo, riqueza y abundancia, en contraposición con la sequía, las malas cosechas y la escasez.
Pero el verde es algo mucho más que un color que simbolice una idea, como lo puede ser el rojo del amor, el blanco de la paz o el negro de la muerte.
El verde es el color del Betis, equipo de mi tierra que hace poco ha sido protagonista por un ciudadano que llevó como razón a la Junta Electoral el derbi para poder excusarse de ser el presidente de mesa el domingo 10 de noviembre.
El verde es el color con el que se dice que por tradición firma siempre el Rey de España. Por qué elegir un color tan inusual, me pregunté yo cuando un antiguo compañero y amigo del trabajo que cumple hoy años me contaba la historia. Pues porque «verde» son también las siglas de la frase «Viva El Rey De España», y no entraremos a valorar la egolatría de tan curiosa anécdota.
También le sirvieron como siglas a nuestros vecinos mediterráneos los italianos la palabra en plural (si existiese, que no estoy seguro a pesar de haber vivido 2 años allí) verdi. En el siglo XIX, Italia aún no era un Estado unificado como tal, tenían a los austríacos dando guerra, y empezó a surgir un movimiento de Risorgimento en torno a la idea de tener por fin un estado unificado. En estos años, un artista que ya se empezaba a conocer, Giuseppe Verdi, comenzó a componer música para óperas que pronto sirvieron para enarbolar el sentimiento de patria italiana. Ejemplo de ello es el Va pensiero de la ópera Nabucco, cuya letra simbolizaba la lucha de un pueblo oprimido contra la tiranía del poder. Los italianos vieron en Verdi un auténtico ídolo capaz de plasmar en música el sentimiento de un pueblo, y en su apellido las siglas de lo que terminó siendo una realidad: Vittorio Emanuele Re D‘Italia, o lo que es lo mismo, frase que encomiaba a Vittorio Emanuele a proclamarse rey de una Italia unificada.
Verde es el color de lo sostenible y lo ecológico. El verde se consigue al juntar el azul y el amarillo. El verde se consigue ver cuando nuestros ojos captan longitudes de onda de entre 496 y 570 nanómetros. El verde es el color de Slytherin y el del traje perenne de Marge Simpson. Se dice en el cantar popular gallego que ollos verdes son traidores, y Concha Piquer los comparaba con la albahaca, el trigo verde y el verde limón. Aunque para mí hay un verde que me tiene particularmente enamorado, y es el de mi tierra.
Andalucía tiene muchos colores. Tenemos la suerte de tener el azul del mar, el amarillo del desierto y el blanco de la nieve en apenas unos kilómetros. Pero sobre todo tenemos verde, cómo no, por nuestra bandera verdiblanca.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
La anterior estrofa la escribió Federico García Lorca, poeta andaluz que dedicó buena parte de su obra a alabar a su tierra, donde tuvo la suerte de nacer y la tristeza de morir asesinado por sus ideas políticas y por ser homosexual. Fue fusilado y enterrado en una fosa común, y a día de hoy el cuerpo de uno de los mejores poetas de la Generación del 27 aún no ha podido ser recuperado porque, según algunos, eso sería remover el pasado.
Entre esos algunos se encuentra un partido político que ha crecido enormemente en las pasadas elecciones y que, curiosamente, también lleva el verde como color representativo, aunque viendo lo que se apegan a la bandera poco tardarán en convertirlo a la rojigualda. Este color verde es el que en esta semana ha conseguido por primera vez desde 2005 que no haya declaración institucional del Ayuntamiento de Madrid contra la violencia machista. El color verde quitaría las banderas del Orgullo Gay de los balcones por considerarla una imposición ideológica y las sustituiría por la bandera de España, que no es una imposición ideológica, claro está. El color verde considera, como hemos dicho antes, remover el pasado simplemente el localizar el cuerpo de un asesinado en una Guerra Civil. El color verde para ellos representa luchar contra la inmigración, pero siempre que sean pobres, claro, si son inmigrantes ricos la cosa cambia.
Su color verde podrá representar una esperanza para algunos, pero es una amenaza contra otros muchos. Y me gustaría que me siguiera gustando el color verde, la verdad, por las otras muchas cosas buenas que representa y que no son el odio.
Muy bien, Santiago. Sabia combinacion de historia, música, política, literatura… Muy conseguida esta entrada.
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soy mama,muy bien me ha gustado mucho tu entrada de esta semana.Esperemos que nos siga gustando el color verde a todos. Besitos
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