Opinión

El teorema de la imposibilidad

El miércoles de la semana pasada por la noche, en el programa de «El Hormiguero» del muchas veces odiado Pablo Motos, el invitado a ser preguntado brevemente (((y digo brevemente porque todos sabemos que el resto del tiempo serían trucos de magia, espectáculos acrobáticos e hincadas de rodilla a Albert Rivera))) tanto por la nueva película que estrena como por la espectacular «Narcos» fue Pedro Pascal, actor que da vida a Javier Peña en la serie y que muere descuartizado por un Pablo Escobar zombie en la tercera temporada ante el asombro de todos.

Javier Peña

He de admitir que no vi la entrevista porque a esas horas, lo creáis o no, estaba en el gimnasio. Suena a chiste, lo sé, pero es verídico. ¿Las horas? Bueno, como dije en mi anterior entrada, ser un hombre de negocios internacionales deja poco tiempo libre. El caso es que, habiendo terminado justo ese día el último capítulo de la serie por el momento, me puse a pensar un poco. Y en concreto me dio por pensar (((que diréis anda que el tonto éste lo que se pone a pensar en el gimnasio))) en el teorema de la imposibilidad de Dani Rodrick, más conocido como el trilema de Rodrick.

Rodrick es un economista turco que sostiene que es imposible una economía global en la que democracia, soberanía nacional e integración económica mundial puedan estar en en su esplendor al mismo tiempo. Es decir, que puede haber una democracia y soberanía nacional plenas, pero no una integración económica mundial. O que puede haber una integración económica mundial y soberanías nacionales respetadas, pero no democracias.

Trilema Rodrick

Ostia nen, Peña luchando contra los carteles de Cali y Medellín y tú relacionando eso con un tal Rodrick que si te dicen que ha inventado un cubo de colorines cuyas piezas tienen que girarse hasta que cada cara tenga el mismo color, vas y te lo crees. O que fue un gran tenista sacador que llegó a ser número 1 del mundo. Pues bueno, este teorema ha sido empleado también por muchos sociólogos y políticos para explicar como, en realidad, la partida de ajedrez en esa balanza de fuerza la va ganando por goleada la economía y los políticos (que no la política), sin que el pueblo llano tenga mucho o poco que decir. Peña se las ve negras para intentar acabar con los narcos, mientras por detrás intereses económicos y políticos luchan en contra para que todo salga de una manera diferente. El que gana al final…bueno, no quiero que me acusen de spoiler, pero es una lucha que continua hoy día.

La lucha que libraba Peña no era contra el cartel y los traficantes. Era contra la injusticia, aunque para ello tuviera que ir en contra de la propia justicia y el sistema. Un sistema que primero le apoyaba, para luego darle la puñalada trapera. De nuevo balanzas difíciles de equilibrar: si quería acabar con los malos, no le quedaba otra que aliarse con otros malos y no seguir la ley a rajatabla. Y cuando lo consigue, le crecen los enanos: la política mete mano y aquí nada de justicia, a arreglar las cosas con pactos escondidos. Paz y después gloria, y mientras los hermanos Rodríguez saliendo impunes. Pero ahí estaba Peña, sin estar dispuesto a conformarse y luchando contra todo y contra todos.

La cuestión ahora es…este domingo, ¿quién ganará la lucha? ¿La democracia? ¿La integración económica? ¿O la soberanía popular? ¿Son Puigdemont y Artur Mas unos Javieres Peñas disfrazados de políticos, o unos políticos disfrazados de Javieres Peñas? ¿A quién le está sirviendo más todo el procés? ¿A la clase política catalana para ocultar una gestión nefasta? ¿O al resto de la clase política española…para ocultar una gestión vergonzosa? ¿Será cierto que todo este revuelo es fruto de las ideas de unos pocos y de una educación catalana sesgada sin que represente el sentir popular de la mayoría de un pueblo, o hay un fragor real que nada tiene que ver con manipulaciones docentes o de medios? ¿Cómo de importante es defender la Constitución cuando detrás puede haber una idea legítima, y más cuando el resto de políticos se pasan los otros artículos por el mismísimo forro?

Yo de momento el domingo voy a hacerme palomitas para ver quién termina ganando este pulso de ver quién la tiene más grande. Mi humilde opinión: ganará el teorema de la imposibilidad. El lunes 2 de octubre, tranquilos, Cataluña no va a ser independiente, pase lo que pase el domingo que esperemos sea poco (y si algún día lo es, los catalanes tendrán que seguir eligiendo entre 2 de los 3 paradigmas del triángulo). No obstante, mi propuesta es que sigamos así: negando lo innegable, haciendo como que no pasa nada, dando como respuesta el «no porque no» y usando siempre los mismos argumentos, amparándonos en una Constitución que para cuando nos interesa es inquebrantable y cuando no, es papel mojado, fomentando implícitamente un odio hacia un territorio, tapando con parches y dando una patada para adelante a un problema que se podría haber abordado con mucha más sensatez. Será entonces cuando la cuerda se tensará tanto que habrá Javieres Peñas para luchar en contra de todo, y veremos a ver entonces por dónde se inclina la balanza en el teorema de la imposibilidad.

la-manifestacio-de-la-diada-2015

P.D:

Ante una demanda tan legítima, tan en razón, con un respaldo tan vigoroso, no podemos ni siquiera imaginar que un Gobierno democrático se oponga y la rechace. Ésta es la voz de los ciudadanos, señorías, y es muy fácil escucharla y conviene hacerlo. Cuando los ciudadanos piden un referéndum porque quieren opinar, la respuesta no puede ser ‘tranquilos, no pasa nada, confíen en mí’. ¿Qué broma es esta?

Mariano Rajoy Brey. Congreso de los Diputados. 2006

Un comentario sobre “El teorema de la imposibilidad

  1. Me gusta tu post, pero con matices y la posdata final me parece bastante tramposa y recortada. Ese debate se refería precisamente al Estatut catalán, que fue aprobado en referéndum por los catalanes en 2005. Pero Rajoy, al que no defiendo ni por asomo y estaba en contra del Estatut, quería una consulta en toda España en el año 2006, en el que participaran todos los ciudadanos y se pronunciaran sobre la pregunta: «¿Considera conveniente que España siga siendo una única nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos y obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas?». Esa propuesta fue rechazada pero se debatió, repito, se debatió en el Congreso, con luz y taquígrafos durante varios días y todos tuvieron derecho a opinar, a replicar y a votar. Y como perdió se tuvo que aguantar, aunque luego acudiera al Constitucional y pasó lo que pasó, que de hecho, es el origen de este cacao.
    Hacer las cosas como se han hecho en Cataluña me parece un disparate. Y lee el teorema o paradoja de la imposibilidad de Arrow. Quizás explique algo de lo que pasa allí y la dificultad de que se solucione racionalmente. Porque ese teorema, simplificando mucho, dice «en ausencia de una unanimidad plena y bajo hipótesis que parecen razonables, el interés colectivo no puede existir». ¡Toma ya! Apaga y vámonos.
    Lo único que nos queda es esperar que no ocurra una desgracia y que la cosa termine firmándose un pacto. En Cataluña tienen experiencia: el pacto del Majestic (PP y CiU) y el pacto del Tinell (Esquerra, PSC e Iniciativa). La pela es la pela y los intereses, se diga lo que se diga, siempre han primado sobre otras razones. Es lo que más me molesta de los partidos políticos, que hoy dicen una cosa y mañana otra, según sople el viento.

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