Opinión

Seguid hooligans, seguid

Muy pero que muy buenos días, hooligans!!!

La palabra hooligan puede tener muchos orígenes: que si el apellido de una familia irlandesa que armaba mucho ruido, que si una banda callejera, que si un delincuente de Londres… Pero por lo que todos la conocemos es por su acepción futbolística. Hooligan se empezó a usar en el fútbol inglés, sobre todo a partir de los años 60 del siglo pasado, para nombrar a los grupos de aficionados violentos que organizaban peleas y actos vandálicos. Como otros muchos, este término terminó convirtiéndose en un anglicismo en España y comenzamos a usarlo también nosotros para mentar a los nuestros. Que también los tenemos.

E' ANCORA POLEMICA SULLA TRATTATIVA, ANCHE 'A CAROGNA NEGA
Gennaro De Tommaso (‘Genny ‘a carogna’) durante la final de la Copa Italia entre la Fiorentina y el Nápoles en el Estadio Olímpico de Roma, el 4 mayo de 2014. Líder de los hooligans napolitanos, fue él quien decidió que se jugase la final, tras hablar con el capitán y ser convencido para que diera luz verde. Ganó el Nápoles 3-1. ANSA/ETTORE FERRARI

Los que hemos tenido la mala suerte de ser del Barça llevamos una semanita (y lo que nos queda) de órdago. Pero no dejamos de asombrarnos por la falta de objetividad de muchos. Que si lo del PSG fue un atraco clamoroso, pero lo del Bayern fue justo (y necesario, como en Misa). Los mismos madridistas que lanzaban improperios al cielo hace unas semanas, de repente en su caso no sólo no les han favorecido, sino que he llegado a oír que les perjudicaron y todo. Magnífico.

Pero para qué nos vamos a engañar: lo hacen todos. Lo hacemos todos. Todos nos volcamos con nuestro equipo y dejamos poco espacio para la objetividad, defendemos a ultrajanza a sus jugadores hagan lo que hagan, criticamos a los del rival por sus declaraciones fuera de tono, pero sacamos pecho si uno de los nuestros hace las mismas. Somos hooligans. En miniatura y sin llegar a la violencia física (al menos los más normales), pero hooligans al fin y al cabo. Es deporte, es fútbol, es pasión, y poco creo que se pueda hacer en ese aspecto.

Pero cuando el hooliganismo del pueblo llano trasvasa el mundo del deporte y se instaura en otros ámbitos de la sociedad, la sociedad en sí demuestra que carece de la madurez suficiente como para saber diferenciar donde termina la objetividad y donde comienza el fanatismo chabacano y rancio que alienta a las masas a defender lo indefendible y razonar lo irrazonable. (Por cierto, la palabra «fan» viene de «fanático» (aunque esto si es más conocido), que también nos aplica.)

Ese fanatismo hace que el camarero de un bar de barrio diga que Rodrigo Rato ha sido el mejor Ministro de Economía de la Historia de nuestro país. También hace que un profesor de instituto haya votado a Ignacio González, le defienda y diga que las lágrimas de Esperanza Aguirre son de dolor auténtico. O que el currela de una multinacional que llega a su casa a las 10 de la noche sin que le paguen las horas extras diga que a los grandes empresarios hay que tratarles bien y bajarles los impuestos porque son los que generan riqueza en este país y los que trabajan de verdad. Considero que es de hooligan que un chaval joven, con dos carreras, un máster e idiomas, que primero debe ser becario sin cobrar para después luchar por ser mileurista, diga que la declaración de nuestro Presidente del Gobierno ante un Tribunal por la supuesta financiación ilegal del Partido que nos gobierna es algo «perfectamente normal», repitiendo cual robot las palabras salidas de la boca del susodicho. Y por supuesto si se lo criticas se enzarzará contigo en una discusión en la que el último argumento lapidario será «hombre, es que para que me roben otros, que me roben los de siempre que lo hacen mejor».

Una de las limpiadoras de mi anterior trabajo llegó a decirme que las escuchas al que era Ministro del Interior, en las que se sacaba a la luz la persecución a otros dirigentes políticos instadas desde el Gobierno, eran una desvergüenza. Pero la desvergüenza no era que un Ministro, al más puro estilo Watergate, utilizase su poder para manipular y perseguir a políticos de diferente ideología, no. La desvergüenza era que hombre, pobrecito que él no sabía que le estaban grabando. «Y además, que bien hecho que estaba lo que hacía, vaya», concluyó.

Los hooligans deben quedarse para el fútbol. Para la política y la opinión pública, no. No se puede defender lo indefendible, con los ojos cerrados, a toda costa y contra todos los que parezca que intentan criticar lo que sería ilógico no criticar. Porque ese hooliganismo decide sobre la educación y sanidad de nuestro país, sobre las pensiones y los derechos de los trabajadores, sobre dónde se destina el dinero que estos días le estás declarando a Hacienda. Y más que nunca ahora, decide sobre la decencia y el nivel de tolerancia que tiene un pueblo hacia sus representantes políticos, que por lo visto en este país es holgada, muy muy holgada, y mucho me temo que seguirá siéndolo. Prueba de ello es que tú que me lees, si eres de los que defiende a capa y espada a los que menciono, en todo momento habrás estado con la bilis en la boca y con ganas de gritarme «¿y el coletas con su bus de la trama?», «¿y los ERE?», o el ya archiconocido y cansino «¿y Venezuela?», por sólo poner algunos ejemplos.

Seguid hooligans, seguid, que conseguiréis hartarnos (aún más) a muchos, demostrándonos que no contáis con argumentos sino con gritos carentes de sentido.

¡Buen fin de semana!

2 comentarios sobre “Seguid hooligans, seguid

  1. Por desgracia, el hooliganismo lleva instalado hace mucho tiempo entre nosotros. Y no solo entre los ciudadanos de un país que por ahora todavía se llama España. Austria, Holanda, Estados Unidos, Venezuela, Gran Bretaña, Turquía, muchos países árabes, quizás Francia… Son cada vez más y no sabemos si se quedará aquí.

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  2. Hooliganismo es lo fomentado por periódicos “deportivos” tipo AS y MARCA, muy tendenciosos y con afirmaciones tan absurdas como las que dices. Cualquiera que sepa de fútbol y sea medianamente lógico dirá que el árbitro favoreció al Barça en su día con el PSG y al Madrid contra el Bayern (aunque se haya obviado que en la ida fue al contrario).

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