Buenos días chiquilicuatressssss!!!
Lo primero, me gustaría agradecer públicamente a todos aquellos sevillistas (ahora que estarán con la resaca de ayer) que todos esos días que juega el Sevilla en casa generan una marabunta de coches que hace que tarde una hora en entrar en mi casa desde que salgo del trabajo y tenga que aparcar a unos 4 kilómetros de mi casa de media. Lo digo porque gracias a ellos estoy fomentando la vida sana andando mucho, la liberación de tensiones al cagarme en los m*ert*s cada 10 segundos en el coche y también redescubriendo mi amor platónico por el Real Betis Balompié.
Como cada semana, empezamos con la expresión «llevarse la palma». A pesar de que yo pensaba que esto vendría de la Palma del Domingo de Ramos o algún tipo de significado de triunfo, pues nada más lejos y más cerca al mismo tiempo, pues con el triunfo tiene que ver, sí, pero a lo «versión española mala leche de los años 50». Antaño (que me gusta esta expresión, es muy vintage), se pegaba a los niños en la escuela (bueno y tampoco hace tanto pa qué engañarnos), y se hacía con una especie de regla de madera a la que se llamaba «palmeta». Si un día un niño llegaba a la escuela antes que los demás, como premio, » se ganaba la palmeta», o lo que es lo mismo, le otorgaban el enorrrrme privilegio de cascarle a los compañeros que se portaran mal a lo largo del día con el susodicho instrumento. Imaginaros qué placer…dios, como me gustaría vivir en «antaño». Se ve que a la generación de mis antañeros eran un poco masoquistas.
Y hablando de masoquismo, creo que no es mala semana para hablar de ello. El estreno de la película esa que va de un empresario ricachón que le va el rollo sado y coge a una piltrafilla y mirando pa Cuenca le da pal pelo me ha hecho que pensar. Sobre todo cuando, hablando con algunas, te cuentan que leyendo los libros y al ver la película salen con unas ganas de rozarse hasta con un cactus. OSEA, que hay algunas que les va que las coja un machote rico con un látigo y con un insultante desprecio a la dignidad las humille, encima disfrutando de ello. INTERESANTE, TOMO NOTA.
Por otro lado, los tíos no nos quedamos cortos en esto del gusto por lo doloroso/desagradable. Al fin y al cabo, ¿cuántas veces no hemos oído el tópico de que nos encantaría ser ginecólogos? Incontables. Pues bien, si ahondamos en ese simple pensamiento y nos paramos a reflexionar bien…pues salen cosas como que el porcentaje de mujeres mayores de 70 años que pasan revisión es suficientemente elevado como para que te den ganas de pegarte un tiro. O que la cuestión de estar tol día viendo y tocando chimichurris tiene que quitar a uno las ganas de llegar a casa y cumplir con la susodicha. Ya sabéis, por aquello de que nunca gustó llevar el trabajo a casa…
Podríamos seguir fomentando la viva reflexión crítica sobre el masoquismo y derivados pero luego me tildan de que alargo mucho estos emails, y además me gusta que mis lectores desarrollen su imaginación. Ya sabéis, como deberes: contestarme a este email con otras situaciones en las que a los humanos nos gusta sufrir a conciencia.
Que paséis buen fin de semana y aunque seáis sadomasos no lleguéis con cicatrices el lunes que luego tó se sabe!