Vivir un Palio en directo no tiene precio.
Despertarse un lunes a las 6 de la mañana para «repasar» un examen de Matemáticas que sabes que vas a suspender irremediablemente cuando te faltan menos de dos semanas de Erasmus no tiene precio. Sé que es inútil, podría haberme quedado más tiempo durmiendo o algo PERO NO, mi conciencia me dice que debo hacerlo. En fin, lo mejor de todo es que las horas que repaso me sirven para entender todoun poco menos. Antes de ir a la facultad voy con el sector Palencia (menos Alberto que ya nos abandonó…de hecho, espera, ahora son 1 dePalencia y otro de Valladolid, quizá sería justo llamarlos de otra forma…no, mejor se queda como está) a pagar la fiesta del jueves, titulada como «la última fiesta Erasmus», en una discoteca con piscina y no sé qué más. Las calles huelen a Palio. Las lámparas de colores y con forma de concha de mi Contrada ya están puestas (no sé por qué si no corre, pero ellos sabrán) y la Piazza no puede estar más espectacular, con todo listo para la carrera del sábado. Sí, por fin llegó, estamos en la semana del Palio…y el Abuelo con la boda de su hermana el mismo día. EPIC BIG TREMENDOUS FAIL por parte de la hermana. Putadón de los gordos para él que se nos va el miércoles.
Llego al examen y prácticamente todas las personas con las que me hablo de la facultad (quitando Erasmus) están allí. Me doy cuenta de lo poco que me he relacionado en clase. Pero bueno, al menos la mayoría son hembras de buen provecho, lo cual es un punto a mi favor. Cuando me siento y me dan el examen, pasan 2 minutos antes de que uno de los que conozco firme y se levante. Esto no augura nada bueno. De todas formas me pongo a ello. A ver, el primer ejercicio me suena…igual estaba en el cuadernillo de ejercicios resueltos…¿me atreveré a sacarlo de la mochila? JAMÁS, tengo una escalera de valores y aunque este año ha servido para entre otras cosas tirar la mayoría por la borda quiero dejar uno de los pocos que me queda intacto. Bueno, poco a poco la memoria me ayuda y consigo por lo que parece hacerlo bien. Repito, PARECE. Leo el segundo…y juraría que si me esfuerzo puedo sacarlo. Hago un doble salto mortal con pirueta invertida y consigo un resultado que puede ser catastrófico pero al menos me sirve para no dejar en blanco la pregunta. Cuando voy a empezar el tercero escucho que alguien me llama susurrando. Un italiano que se ve que no sabe que soy Erasmus me pregunta por el ejercicio que acabo de hacer y como buen samaritano se lo enseño. Mientras estoy «resolviendo» el tercero con el método Santi (método I+D, Imaginación y Discursiva) la profesora me entrega mi cuadernillo de notas (por cierto, me he dado cuenta del problema que tienen los italinos: si pierden ese cuadernillo con todas sus notas acumuladas en todos los años de carrera el última día del curso de borrachera celebrando que han terminado están bien jodidos porque no pueden certificar que están graduados) al nombre de Santiago. El italiano que me preguntó antes vuelve a hacerlo pero esta vez con más confianza y me llama por mi nombre. A él se suma otro que está a mi izquierda y el que tengo a dos metros detrás mía. Pero vamos a ver, estos tíos son gilipollas o qué les pasa, ¿no han escuchado que mi nombre es extranjero, que soy Erasmus y estoy haciendo un examen de recuperación un semestre después de lo debido, que voy por la tercera pregunta a falta de un cuarto de hora para el final cuando son 5, y que mi examen está lleno de párrafos escritos explicando las cosas cuando estamos en un examen de M-A-T-E-M-Á-T-I-C-A-S? Total, que salgo del examen siendo el último que entrega el folio sin que eso signifique esta vez una buena noticia. Voy a encontrarme con esta gente a la mensa y me cuentan que su viaje a Roma ha sido un desfase. La primera noche estuvieron en una fiesta del orgullo gay en la capital, y en la segunda en Terracina, pueblo del coinquilino italiano de Kike, donde se juntaron con los más farloperos del lugar y les dio un poco de miedo, pero sus narices quedaron intactas (o eso me han contado). En casa me echo una siesta merecida y cuando me levanto intento despejarme antes de estudiar un poco en el portátil, pero cuando veo que está jugando Nadal contra Del Potro se me quitan las ganas y le digo a los apuntes «ci vediamo domani». Antes de acostarme llega Alessio de sus andadas por Alemania y me tiro un rato hablando con dos amigos suyos que me cuentan la historia del Palio, las Contradas y demás. Creo que ya me puedo sacar el Máster.
El martes hace más calor que en el cumpleaños de Lucifer y no ayuda nada el que tenga que estudiar. Por la tarde llega Julia a casa. Resulta que ha tenido un pequeño marrón con sus compañeras de piso (cosas de mujeres) y se va a vivir los últimos días con Henar. NOTA MENTAL: mierda, se nos acabó la mansión de Julia…Pero bueno, llegó el momento que no queríamos que llegase: la despedida del Abuelo. Normalmente soy del grupo quien suele llevar polo y camisa, y hoy no sé por qué voy totalmente informal, sin caer en la cuenta que vamos a una cena de despedida y todos mis amigos vienen de punta en blanco. EPIC FAIL. El sitio elegido es el «Pomodorino», el restaurante donde trabaja el compañero de piso de Kike y Santi. Las vistas no puedes ser mejores: situado al lado de la Basílica de San Domenico, el espacio se abre para dejar ver la torre de la Piazza del Campo y el Duomo en todo su esplendor. No sé cuánto voy a pagar pero ya merece la pena. Mientras estamos esperando para cenar, de repente me tiran una bolsa encima y me dan mi regalo de cumpleaños: una sudadera de la Università di Siena. Da igual que sea más de un mes después y que al Abuelo le den otra igual pero en gris, la ilusión es la misma o más. Respecto a la cena, yo personalmente me cebo: de entrantes embutidos varios y quesos, una pizza y cerveza. Precio: 15 €. Estar con todos tus amigos disfrutando de estos últimos momentos con vistas a Siena, no tiene precio. Para todo lo demás…pues eso. Nos vamos a la Piazza sabiendo que será la última vez que estemos con el Abuelico allí. Al parecer esta mañana en la mensa los que han ido con él le han hecho un pasillo por ser su última vez allí. En nuestro caso, nos sentamos en la grada del Palio y escuchamos un discurso improvisado que provoca posteriores abrazos emotivos. Pero intentamos no estar tristes y Alberto nos brinda un último baile de los suyos. Si no fuera porque el menda todavía tiene que repasar para mañana, muy a gusto me quedaría hasta el amanecer con este hombre. Pero le doy un último (por ahora, claro) abrazo, voy a casa, intento dormir combatiendo contra un mosquito que no para de darme el coñazo y me levanto 2 horas después.
Saliendo de casa me encuentro con mi casero, que me pregunta si voy a coger un caballo. Las bromas sienesas sigo sin entenderlas. En realidad me ha hecho la pregunta porque resulta que ahora en la Piazza están haciendo las pruebas de selección de los caballos para el Palio. Diferentes criaderos de caballos ofrecen sus mejores piezas y de todos los dados (que pueden ser alrededor de 40 o 50) los hacen correr por la Piazza para probar sus habilidades. Al final quedan 10 que se sortean entre las Contradas. Esquivo la Plaza porque por allí no se puede pasar y llego al examen. Es en un aula donde además del mío se realizan 3 exámenes más al mismo tiempo, todos orales. Mientras los alumnos esperan sentados en el aula a que se les llame, los profesores en las mesas de delante los van examinando. Aprovecho para repasar, hablar con la gente que conozco y preguntar dudas. Cuando ya llevo allí más de una hora, la profesora que me tiene que hacer el examen y que más o menos me conoce sale y se queda su adjunta. Mala señal…¿o no? Fuera o no fuera mala cosa, la profesora vuelve justo cuando me va a tocar a mí. Como siempre se ve que mi cara de primo debe llegar al suelo porque soy prácticamentede los últimos en salir a hacerlo. Escucho «¿signorina Castro?» a lo que respondo levantándome «no no, signorinO Castro. Empiezo bien, al menos la profesora se ríe conmigo. Las cosas como son, después de tantos meses aquí y de llevar 10 días estudiando para la asignatura cuando no lo he hecho en mi vida me merecía cierto trato de favor y la señora se porta. De hecho lo primero que me pregunta es «bueno, tú qué te has estudiado y qué no». Con o sin trato de favor, en todas las preguntas que me hace me tiene que parar porque me enrollo más que una persina. Al final, sin decirme nada, veo que escribe un 30. Ya era hora, porque vaya rachita que llevaba de exámenes.
Llamo a esta gente. Luis Palencia me dice que están en la Piazza y que vaya rápido porque se están dando ostias como panes. Interpreto que como están probando los caballos lo que sucede es que los jinetes no paran de caerse, pero me llevo la sorpresa cuando al llegar las ostias son de verdad, de pegarse. Al parecer dos Contradas rivales se habrán dicho más de la cuenta la una a la otra y se han dado fuerte y flojo en una batalla campal considerable. Tienen que llegar decenas de carabinieri y policías para frenar aquello y ni eso. Con una barrera ya conseguida, de un lado a otro ambas Contradas se empiezan a cantar al unísono y se estarán diciendo de todo menos bonito. Nosotros no queremos entrometernos y estamos al lado de los caballos donde se hace el sorteo. Consigo ver cómo reparten los últimos ejemplares (madre mía qué bonitos son). Una de las Contradas que justamente nos rodea enloquece cuando les toca un caballo porque al parecer es bastante bueno. Llega el jinete, coge las riendas, besa al caballo, y se va a la Contrada con él y una columna de gente detrás con banderolas y cantando canciones típicas de la Contrada. Reconozco que no soy de Siena ni siento demasiado el Palio, pero esto es absolutamente increíble a pesar de que muchos de ellos estén mal de la olla. Después de comer en la mensa, la siesta que me pego, a pesar de la tremenda CALÓ que hace ya aquí, es monumental. Esa noche no hay demasiada gente de mi grupo que salga, pero yo animo a los justos y necesarios (Víctor en particular) a irnos a la Piazza. Cuando sólo quedamos él, mi tocayo y yo, se nos acerca una mujer, micrófono en mano y con un cámara detrás. La cosa no augura nada bueno. Efectivamente nos quieren hacer una entrevista para la tele de Siena, y concretamente en directo. Pues nadaaaa, lo que me faltaba a mí. Los simpáticos de mis amigos además al preguntar la chica que quien delos 3 habla mejor italiano me señalan a mí y me toca ser la voz cantante. Comienza la entrevista que menos mal que sólo estarán viendo Kike, porque lo hemos avisado, y la familia de la periodista. No porque conteste mal a las preguntas, sino porque nuestro querido Santi Gallego, al preguntarle en un momento dado por la gente de Siena, responde: «son un poco extraños». Bravo tío, como uno de estos locos del Palio lo haya oído se planta ahora mismo en la Piazza y nos pega una paliza. Pero bueno, allí no se planta nadie por fortuna. El resto dela noche transcurre tranquilamente, un chico italiano que conocemos celebra su cumpleaños e invita a tarta en la fuente. Aún así, llego a casa a las 4 de la mañana. Y a las 10 tengo examen de inglés…
…y no sólo eso. Los días previos al Palio se hacen en la Plaza simulaciones de éste para que los jinetes se acostumbren a los caballos y viceversa.
Y hoy hay una a las 9 de la mañana, así que ya que me he perdido todas las anteriores me planto en la Plaza con Víctor, Julia y Luis Palencia a ver la prueba. Nos colocamos al lado de la salida, donde también está el aparato que pega unos bombazos considerables y que aparte de marcar el final de la carrera hace algunos disparos previos dejándome los oídos medio lelos. Los jinetes salen del ayuntamiento y esperan a que se les llame por orden para entrar a la zona de salida. Me hace gracia que después de llamarlos a todos menos al último que es al que marca la «partenza», el juez que habla por el megáfono empieza a darles instrucciones: «venga Bruco, échate pa allá, Valdimontonede frente, Lupa tranquila, Lupa tranquila, tranquilaaa Lupaaaa…ragazzi, tutti fuori». Después de echarlos una vez, a la segunda y después deotro rato por fin se da la salida válida. La cosa dura ná y menos y tiene poca emoción ya que es una mera prueba en la que no se juegan nada. Pero al menos me hago una idea de la carrera. Al terminar, desmontan los jinetes y por orden van saliendo los caballos de la Piazza hacia sus respectivas Contradas con toda la gente detrás cantando. Cuando termina el espectáculo, me voy a la cafetería de la facultad a beberme un café y leerme los folletos de inglés 30 minutos antes del examen. De los términos económicos conozco 4 de 100, pero eso no impide que llegue y me mee en el examen (espero que sea así y esté aprobado, sino hubiera quedado muy de sobrao para nada). Salgo dela facultad y me encuentro con dos amigas italianas. «¡Enhorabuena Santi por Matemáticas!» ¿Cómo? ¿A qué os referís? «Sí hombre, has aprobado, ¿no has visto la nota?». Me da un vuelvo el corazón y me acerco en un momento al despacho. Sí, tengo un 20. Soy el puto amo. Y esta tarde es la fiesta de la piscina. El día promete.
Después de dormir un poco y almorzar llegan a casa Joe y Luis. Con el bañador ya endosado, comenzamos con el Limoncello. Una hora después aproximadamente salimos de casa con todos los bártulos y vamos a coger el bus al lado de mi casa. En una de las paradas se sube una chica, probablemente más pequeña que nosotros, pero muy mona ella. Luis que es siempre mi compañero de golferías se juega conmigo a piedra, papel o tijeras el cambiarnos de sitio y sentarnos enfrente. Evidentemente pierdo y como un caballero cumplo mi palabra. La chavala se empieza a descojonar pero nosotros tenemos un bazoka por boca y como damos por sentado que no nos entiende no paramos de hablar. Se ve que llegó un punto en el que le empezaba a dar miedo lo que podría seguir saliendo de nosotros y en éstas salta «oye, que sé hablar español». Toma ya. Menos mal que se ve simpática y le hacemos gracia y nos da coba explicándonos de qué Contrada es, que tiene ganas de ir a España y tal y cual. Coincide que es de mi misma Contrada y le choco la mano. Me explica que la amiga no es la que yo pensaba sino la de la Oca. Vaya lío tengo montado, yo el sábado no sé a quién animar. Cuando me dice que lleva 3 años estudiando en la escuela español y que ahora entra en la «scuola superiore», hago un repaso mental y caigo en lo pederastas que somos: esta chavala tiene 14 años. Me siento fatal conmigo mismo, pero menos mal que se baja del bus. Al llegar al pueblo donde está la discoteca, andamos hacia las afueras bajo un sol de justicia. Allí nos esperan más españoles que han pensado también en refrescarse primero un poco fuera antes deentrar. Con un cubata va más que sobrado, escondemos las cosas y entramos. El sitio tiene varias partes. Una cubierta donde vamos a cenar luego, una medio cubierta donde estará la discoteca, una zona de baños y vestuarios donde nos dan una taquilla para dejar las cosas y la piscina. Somos unos cuantos los Erasmus que estamos por allí, y sobre todo el trío fantástico de inglesas: Megan (PUTO PRESIDENTE), Hannah (PUTO JOE) y Aisling (PUTO GIORGIO). Por cierto, mentar públicamente la genial idea que ha tenido mi amigo Pablo de Sevilla de crear un grupo en Facebook de nombre «Yo también quiero que Santi me presente a Aisling O’Boyle». A eso hay que sumarle la increíble Jasmien que ha venido de Bélgica de visita estos días y unas cuantas más. Frase del día: los mejores 25 € invertidos de mi vida. La piscina tiene un tobogán en la mitad que da mucho juego. Pero las que dan más juego son las inglesas que se dejan coger en hombros para hacer guerras de agua. DIOS. Momento épico de volver a cagarla con el idioma cuando Luis grita su ya conocido «ea nena» al paso de varias chicas por nuestro lado. Son españolas. Dicen que el «ea nena» es demasiado típico. Además de eso vemos cosas en la piscina que…bueno, mejor no comentar.
La música llega a la piscina y cae algún cubata. Cuando llega un momento determinado salimos fuera a terminar la mitad de la botella deron. Epic fail: nos la han quitado y no se sabe cómo. Pero creedme, lo llegamos a agradecer. Clausuran las horas de piscina y nos mandan a las duchas a cambiarnos. La jugada con Luis es cojonuda: chicas borrachas, «no hay sitio en el vestuario masculino» (palabras textuales más falsas que la marca Cola del Mercadona) y además nuestra ropa está en una taquilla del vestuario femenino (cosa cierta porque no quedaban plazas en el otro). Resultado: 2 tíos rodeados de chicas en el vestuario femenino. MEGA EPIC BIG MOMENT. Lo mejor de todo son las frases de «oye chicos que este no es vuestro vestuario» seguido de una risa que no invitaba a que nos marcháramos. Después de ver cosas alucinantes allí nos salimos a cenar. La cosa no está tan mal como pensábamos, y bebemos vino «a volontà» (una de las razones por las que agradecimos la ausencia de la mitad de la botella robada). Los del grupo Erasmus han hecho/comprado una tarta gigante para celebrar los no sé cuántos años de creación del grupo Erasmus e invitan a champán (más razones a lo anterior). Nos llaman el resto de mis amigos que no se apuntaron a la tarde de piscina y han llegado ahora. Víctor nos trae lo que nos faltaba de Limoncello (razón más poderosa aún para todo lo anterior). Además trae consigo a su cuñado y un antiguo compañero de piso que han venido a verlo. Después de estar fuera un buen rato volvemos dentro donde la discoteca ya está en funcionamiento. Buena música. Bastante gente. El maldito presidente sigue sin invitarme al cubata que me debe de la entrevista que le regalé. NOTA MENTAL: dejar un fiambre antes de irme de Italia. Para el autobús de vuelta hay bastante nerviosismo y lo pillamos ya de día. Nos tenemos que sentar de 3 en 3 (algunos incluso de 4 en 4) y aún así sigue habiendo gente de pie. Llego a casa a las 7 y media de la mañana bastante reventao.
El viernes me despierta un sonido como si fuesen pelotas de golf cayendo al suelo. No es eso evidentemente, es que está granizando que da gusto. A ello se le suma la mayor tormenta que haya visto en mucho tiempo. Escucho una explosión al lado de la casa al unísono con un fogonazo: acaba de caer un rayo al lado nuestra. Genial. Las explosiones se repiten y cuando soy consciente de que así no me puedo dormir me levanto. Al parecer el rayo se ha cargado la antena de internet. No tengo nada que hacer ni hambre así que vuelvo a la cama y empalmo noche con siesta. Al despertarme parece cierto el refrán de que a la tormenta le procede la calma. Aún así sigue sin haber internet y yo opto por escribir algunas cartas de despedida. El casero viene a ver si puede arreglar algo pero tendrán que venir los técnicos. Nos comenta que en la prueba de esa mañana un caballo de nombre bastante curioso se hizo mal y en el médico para animales (nombre que empleé así gratuitamente) se murió. Messi ha muerto. Qué desgracia para la Contrada de la Chiocciola (caracol). Esa noche cenamos en la mensa y nos pasamos por la Piazza que está petadísima de gente. Claro, es la previa del Palio.
Y por fin llegó el 2 de julio. Menos mal que la excusa del mayor evento de Siena me hace no pensar en que sólo me queda una semana del sueño Erasmus. Pero aún así, qué nervios para la carrera. Voy a casa de Palencias a dejar varias cosas y luego a la del murciano a comer y empezar a beber un poco de sangría con esta gente, que el evento lo requiere. Tenemos la suerte que desde la ventana del 4º piso de Luis Acho se ve a uno de los caballos que corre comiendo en la calle custodiado por gente muy afortunada de la Contrada. Qué bonita estampa. Cuando llegan más o menos las 3 y media de la tarde bajamos a la Piazza. Por suerte para nosotros la gente no es tan agonía y no tiene ganas de estar desde tan temprano esperando hasta las 7 que sea la carrera. Nos colocamos en un sitio que no está bastante mal. A unos dos metros de la valla al lado del punto de salida-llegada, donde además se está más elevado y se tiene una visión de toda la Piazza. Llegan Joe y Luis con la nevera y con un personajazo amigo suyo que está de Erasmus en Bolonia: CHUCHI. Qué maldito crack. Pero la tarde no augura nada bueno: empieza a chispear. Y durante varios minutos lo que era un chispeo se convierte en lluvia. Pero nosotros no nos movemos de allí y el resto de la gente tampoco. Por fortuna, el Palio sigue adelante. Cuando llegan las 5 de la tarde hay algo que ya no se puede demorar más y es evacuar la vejiga. Me acompañan Luis Palencia y el señor Estepar fuera de la Piazza porque gracias a Dios todavía está transitable aunque se ha llenado de gente considerablemente. Cuando terminamos la maniobra de repente vemos correr a mucha gente calle arriba: están cerrando una de las puertas. Yo en ningún momento me asusto porque me habían dicho que la última calle de entrada a la Plaza cerraba a las 6. Vemos por el callejón esperando nerviosos que la han cerrado momentáneamente para uno de los espectáculos previos al Palio que es una carrera de formación de varios caballos con hombres vestidos con trajes, lanzas y espadas. También tenemos suerte después al volver a reentrar para coger nuestro sitio anterior. Empezamos a hablar con un sienés que nos cuenta que es de la Contrada de la Oca y nos habla de todo un poco. Dice que su Contrada es la más odiada de todas por ser la que más Palios ha ganado. Poco después, empieza el espectáculo.
Las Contradas empiezan a hacer su aparición por la Piazza. Entran por una de las esquinas al lado del ayuntamiento para dar una vuelta dehonor. Al mismo tiempo portan tambores, estandartes y vestidos típicos, y los expertos tiran las banderolas al aire y las recogen. Desfilan todas las Contradas, corran o no, y al parecer la única que hace menos aspavientos y lleva crespones negros o no sé qué porque no llego a verlo del todo bien es la del caballo que se murió. Al final del todo, entra el Palio. Y cuando toda la parafernalia que dura lo suyo concluye, salen del ayuntamiento los jinetes ya montados a caballo. Vestidos con los colores de su Contrada y cabalgando sin montura, van recogiendo las fustas que le entregan en la puerta. Desde que salen hasta llegar a la línea de salida la gente no para de gritar y los jinetes se lucen un poco calentando motores. Con todos reunidos, llega uno de los momentos que más me gusta. Estamos al lado de los caballos y de repente la gente empieza a mandar callar. Una Plaza atestada de gente hasta la bandera se queda muda para oír como el juez va llamando a las Contradas para que en un orden determinado por sorteo vayan entrando entre las dos cuerdas. El silencio se puede cortar. Tal es el punto que podemos escuchar el sonido de los cascos de los caballos golpeando en la tierra y los murmullos de los jinetes negociando entre ellos. La tensión sólo se quiebra por los gritos de júbilo de algunos cuando su Contrada es llamada y significa que sale en buena posición. Como deprimeras no se consiguen colocar bien, el juez hace repetir la entrada de todos. A la segunda parece que va la vencida. Sólo falta que la Contrada de la Civetta (el búho) que marca la salida inicie la marcha. Lo único que se oye es al juez dando instrucciones de colocación. Todoun año esperando para un escaso minuto y medio de carrera se puede admirar en las caras de la gente. El nerviosismo se palpa en el ambiente. Y por fin, la salida es válida. Y se acabó el silencio. Aquello es una locura. La visión no es óptima pero puedo aseguraros que el mero hecho de estar allí presente es un auténtico gozo. Llegan las primeras caídas que veo en la distancia. No sé quién va primero ni segundo pero me da igual. Cae la primera vuelta. La segunda. Y los petardazos que marcan la llegada del ganador. Me dicen que ha ganado la Oca.
La explosión de júbilo de la gente de la Contrada que tenemos al lado es indescriptible. La cara del hombre que ha hablado antes con nosotros es un poema. No sabemos qué hacer, ni dónde movernos, ni nada. Tengo los pelos de punta. Aquello es un auténtico espectáculo. Simplemente tengo ganas de disfrutar de la alegría de unos cuantos que llevan todo el año esperando para este momento y grabar estas imágenes a fuego en mi cabeza. No tenía claro si volver algún año exclusivamente a ver el Palio, pero ahora sí que lo tengo. Salimos al ruedo para seguir a la Oca a su Contrada para celebrarlo con ellos. Madre mía qué bonito es el ambiente. Gente llorando, abrazándose, cantando al unísono, acariciando al caballo, llevando a hombros al jinete. Caminamos hasta las calles de la Contrada de mis amigos Javi, Patri y los de la residencia de Fontebranda. La calle de la Iglesia está llena de gente. Banderas. Gritos. Canciones. Alegría en general. Bajan calle abajo el jinete y el caballo, ambos pasando a nuestro lado. Y por fin traen el Palio que lo meten en la Iglesia. No me preguntéis cómo pero conseguimos entrar. De repente, me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Sin ser de la Contrada, ni de Siena, ni siquiera italiano, estoy tocando el Palio. ¿Estoy tocándolo de verdad? Sí, estoy tocándolo. ¿Y no hay nadie que me haga una maldita foto de este momento tan ÉPICO, JODER? Cualquier persona de Siena en su vida estaría deseando hacer lo que estoy haciendo yo. Acojonante. Seguimos celebrándolo un rato más hasta que por fin decidimos que ha llegado el momento de ir a cenar a casa del Acho. Yo sigo sin creerme lo realmente flipante que ha sido el momento Contrada. Guinda de oro al Palio. El edificio de Luis se ha convertido en una fiesta de 4 pisos donde la italiana tocapelotas no para de dar vueltas y vueltas y pegar gritos a diestro y siniestro. Después de la cena y de acabarnos la sangría, vamos a la Plaza. Está preciosa. La parte de arriba de los edificios tienen velas encendidas, hay mucha gente y a lo largo de la noche la Contrada ganadora no para de dar vueltas y vueltas con las banderas, los tambores y el Palio. Conozco a los padres de una chica de Madrid que son unos cachondos y que se ponen con los Erasmus como si fueran uno más, bebiéndose sus cubatillas y todo. Nos acercamos al Café del Corso pero está cerrando. Vuelvo a casa dándome cuenta de que me he enamorado del Palio, y de algo que me duele pensar estos días pero que ya sabía hace mucho tiempo, y es que estoy enamorado de esta ciudad.
El domingo la cruda realidad me baja de sopetón porque hay un maldito serbio que no quería que terminase una semana de lujo y me jode el final de ella ganándole a Rafa Nadal. Me despido de Chuchi y bajamos a tomarnos una Coca-Cola al Porrione, para luego hacer un aperitivo al lado de la Piazza. Por allí vemos pasar de nuevo a la Contrada de la Oca con su querido caballo. Después de jartarnos de comer, vuelvo a casa pensando que mañana entro en mi última semana en Siena. Qué voy a llorar…
Os dejo el vídeo de cómo se colocan los caballos en la línea de salida
y el vídeo de la carrera del Palio:
También os dejo la noticia: http://www.sport.es/es/noticias/barca/20110702/guardiola-espectador-lujo-del-palio-siena/1063409.shtml.
En las fotos adjuntas, el Palio de este año, el caballo ganador llamado Mississipi, y 3 golfos esperando al Palio.
P.S: yuju wei. Yuju wei.

