Siena

Dándolo todo: parte de Siena XXXVI

Ya tengo fecha de vuelta…

Lunes. Después de haber dormido fatal vete tú a saber por qué (tengo todo el kit anti-disturbios: habitación refrescada, cama cómoda, antifaz para tapar la luz que deja entrar mi ventana toscana, tapones para los oídos…) voy a la facultad a hacer dos cosas: una es firmar mi nota de Derecho de la UE (de las poquitas que por lo visto voy a firmar este semestre) y otra es ir a hablar con el profesor de Matemáticas a ver si corrigiendo con él el examen me entero de algo. NEGATIVO. NOTA MENTAL: ABORTAR MISIÓN DE MATEMÁTICAS. Saludo a Megan (AAAAAAAYYYYYYYYY MEGAN…) que está esperando a hacer un examen oral (jijiji) de la misma asignatura que tienen hoy Luis Palencia y Víctor. Voy con este último a comprar al Penny por lo que creemos que será la última vez en el Erasmus (te echaremos de menos Penny…a ti y a tu maldita cuesta) y el resto de la tarde la paso estudiando. Cuando son las 4 y pico o 5 de la tarde me entero que Megan sigue esperando a hacer su examen y ya debe de llevar unas 9 horas esperando (se plantó a las 8 de la mañana así que imaginaos…). Menos mal que al profesor le dio por aprobarla que si no la ira irlandesa se hubiera apoderado de Siena. Cuando estoy a punto de cenar me llama Kike: «Queda inaugurada la semana fantástica del Abuelo. Vénganse todos a la Plaza a beber sangría». La llamada semana fantástica quiere decir que ésta que comienza es la última semana entera que pasará con vida Erasmus el Abuelo en nuestra querida Siena. A mí me dan por sentado para la sangría pero consigo esquivar el ofrecimiento con arte y maestría. Al fin y al cabo, la semana es muy larga y hoy sólo es lunes.
Martes. Nada interesante gracias a un día de estudio. Miles de mosquitos me acribillaron, mis amigos me intentaron liar para que saliese, Víctor aprobó su examen pero Luis Palencia no así que se queda pringado hasta el 11 de julio. Terminé de ver la serie de «Los Pilares de la Tierra». Enorme.
Miércoles. La mañana sigue siendo un intento de encontrar la concentración para el estudio por allá por el Triángulo de las Bermudas. En vistas del fracaso de la expedición, salgo por la tarde a tomarme un café. Hoy organizamos una reunión con la excusa de que se va el primero de nuestro grupo: Alberto Palencia. Habiendo dejado averiguao todo lo que vamos a hacer por la noche, voy a casa a prepararme. Veamos: ducha, camisa y pantalones piratas (muy alternativo). Hielos. Cervezas. Gafas de sol. En Via del Porrione ya han empezado cuando llego las primeras cervezas de la tarde y se están echando sucesivos Pro’s (nótese que hablo del juego de fútbol). El encender la tele genera un rayo de luz y esperanza para el resto de la tarde con las cervezas: están echando el partido de semifinales del Europeo de fútbol sub-21. Aunque sin comentarios porque se ve que no tenían ganas de pagarle a nadie para que hablase del partido, vemos horrorizados como le marcan a España. El resto de minutos los pasamos bastante angustiados por lo que menos mal que al menos íbamos ya por la 2ª cerveza (algunos, otros iban por la 4ª). Pero qué grande es el deporte. En el último minuto empatamos y toda Siena debe enterarse de que allí hay 5 españoles que están medio locos. Como me imagino que sabréis el resultado, no hace falta que comente lo contentos que íbamos. A modode celebración nos vamos a cenar a un kebab que han abierto hace poco allí cerca. Confirmado: es de los peores que hemos probado nunca. A casa de los de Palencia va llegando la gente y los cubatas sibaritas (aunque sin limón esta vez) van cayendo. Como empezamos a ser demasiados y hace una caló considerable, ahuecamos el ala y nos plantamos en la Piazza. Y básicamente allí acabó la noche. Había gente, muchos sitios a donde ir y teníamos tiempo de sobra para divertirnos e ir a cualquier otro lado. Pero estábamos de despedida y nos sobrabatodo eso. Resumiré los acontecimientos en diversos momentos épicos:
1) Arrasé la pizzería de la plaza y me comí lo que vinieron siendo 3 trozos de Pizza, uno detrás de otro.
2) Cuando iba a por un cuarto, me encontré al Abuelo solo, comiéndose un trozo dentro. En éstas me mira y me dice que me acerque. Mientras pensaba «qué querrá éste» veo como cuando se da la vuelta la dependienta, alarga el brazo y arranca un trozo de una de las pizzas expuestas, añadiendo al hurto el tirar los otros cachos por la mesa. Por si no fuera suficiente, evidentemente la tía lo vio y salió a su encuentro, al mismo tiempo que yo tiraba de su camisa diciéndole que pagara el trozo. Como no atendía a razón alguna, me quedé solo dentro del local intentando razonar con la señora que yo le pagaba el desavío, pero de nada sirvió. En el poco tiempo que le queda, el Abuelo no podrá volver a pisar esa pizzería (y seguramente yo tampoco).
3) Cuando ya estábamos prácticamente solos, llegaron varios camiones que venían a colocar las vallas y asientos para el Palio. Kike intentó robar uno de los camiones…o al menos coger las llaves de la furgoneta, nunca me quedó claro.
4) A la gente le entró alma de striper y empezaron a volar camisas y pantalones, especialmente el Abuelo que estaba totalmente «on fire» y casi nos monta un integral allí mismo.
5) Hubo baños en la fuente de la Piazza. Al menos eso me contaron al día siguiente porque a esas alturas tenía tanto miedo de mis amigos que había huido a mi casa.
Jueves. Cumplidas 9 horas de sueño, me levanto. Cumplidas 4 horas de estudio, voy al centro. Allí está esta gente tirada en la Piazza donde hace una temperatura buenísima y toda Siena se ha animado a bajarse, llegando a hacer uso incluso de las gradas para el Palio. Todo esto hace que tengan más mérito 2 chavalas jóvenes y un amigo totalmente homo que se ve que son compañeros de danza se pusieran gratuitamente a bailar sin venir a cuento. Pasados unos minutos hicieron acto de aparición los de Palencia. Aunque la despedida fiestera (al menos mía y de la mayoría) fuera ayer, realmente hoy es la última noche de Alberto. Como homenaje, los 3 inquilinos de Via del Porrione 55, piso 2, se han puesto bañador, se han comprado pistolas de agua y manguitos y vienen haciendo locuras. Luis además lleva sombrero. Yo no sé por qué, pero mi cara debe decir «soy objeto fácil de todas las bromas, pégate el abuso conmigo», así que termino empapado por las puñeteras pistolas de agua de esta gente. Yo y mitad de la plaza, algunos mirando con caras de pocos amigos pero sin llegar a más. Pero un día es un día y Alberto a las 4 y pico tiene que estar tirando a la estación de tren para llegar amaneciendo a Pisa y volverse de su aventura Erasmus. Cierto es que volverá 4 días en julio para hacer dos exámenes, pero ya no será lo mismo: YO no estaré aquí. Del momento despedida prefiero ni hablar. Menos mal que al llegar a casa dos amigas de Sevilla se pusieron a hablar hora y media conmigo por el Skype, regalándome luego un espectáculo erótico-lésbico para hacerme sonreír un poco.
Viernes. Víctor se va a Roma. La casa está sola para mí…y yo teniendo que estudiar como un perro. Por la noche vamos a la Piazza, que yode tanto estar en casa solo me agobio. Planeamos el día de mañana y al irme a ir me encuentro a un grupo de españolas que celebran que una de ellas se acaba de licenciar. Me invitan a rebujito improvisado que no está nada bueno pero seguro que sabe mejor que el Tequila que me ofrecían.
Sábado.
Queda una semana para el Palio. Y dos exactamente para que vuelva a España. Esto es una mierda.
Por la mañana, más estudio. Por la tarde hago el intento, pero la fiesta que tienen montada mis vecinos me lo impide. Es el cumpleaños del abogado italiano de nombre Giorgio que vive en la casa de al lado mía y a pesar de que cierro todas las puertas y ventanas que hay entre el ruido y mi zona de estudio y me pongo los tapones, allí no hay nada que hacer. Cuando llevo una hora delante de los apuntes sin que nada me entre, decido ponerme a escribir algunas cartas. No sé si os comenté que lancé a mis amigos la idea de que cada uno escribiésemos una carta a cada uno del resto del grupo, teniendo que leerla ya cuando haya terminado el Erasmus o en su defecto la persona se haya ido. Cuando llega la hora H, paro, me ducho y salgo para casa de Palencias. Allí me invitan a cenar chorizos al vino por cortesía del Conad. Madre mía qué buenos están. Con un par de cervezas vemos el partido de la final del Europeo sub 21 de fútbol. Ganamos. Esto hay que celebrarlo, aunque sea poco que yo mañana tengo que estudiar. Las niñas tienen una manera muy peculiar de hacerlo que es saliendo por la ventana a echar con las pistolas de agua el líquido elemento a la gente que pasa. Con la mala suerte que les dan a unos de la Contrada en la que estamos, que encima están celebrando su fiesta, y se ponen a esperar en la puerta. Gracias a ello me tengo que esperar un rato más allí pero finalmente salgo con estos un ratillo a comprobar que efectivamente además de las vallas y gradas han colocado la arena por donde correrán los caballos.
Domingo. Alonso queda segundo. Yo sigo estudiando. Mi amiga llamada «concentración» definitivamente me ha abandonado y me espera a mi vuelta a España, porque en estas que son mis dos últimas semanas del mejor año de mi vida no tiene ganas de hacer aparición. Lo dicho, esto es una mierda.
Os dejo un vídeo. No es una película de ficción. Es el llamado «Calcio Storico Fiorentino», celebrado todos los años. El de éste fue la semana pasada.

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