AFIRMATIVO: duermo con un conejo.
El martes después de haberme cagado en Víctor y comerme unos trozos de pizza de camino de casa, me duermo 3 horas en casa, sin deshacer la maleta ni nada. Al despertarme me da tiempo a conectarme un rato y prepararme la cena justo cuando llega esta gente. Patri trae a Valentina. SÍ, POR FIN TENEMOS A LA CONEJA EN CASA. Coneja en el sentido de animal, que nadie se piense mal. Víctor llega un poco después que ha ido a recoger a un amigo, Dani, de Écija (me han dicho que no hace calor por allí), que viene a pasar unos días a casa. Muy bien: número de visitas recibidas por Víctor, 3. Número de visitas recibidas por Santi: 0. La fiesta es bastante divertida pero sin llegar a los niveles de desfase de otras veces, y no tenemos que liarla en mi casa parda para mover mi cama y esas cosas. Les cuento mi viaje a Berlín, me cuentan su semana en mi ausencia, y discutimos de política. Confirmado: estoy rodeado de rojos. Si el Tito Paco y José Antonio levantaran la cabeza… Después de un rato allí mis amigos van Al Cambio pero mis ganas teniendo en cuenta que está lloviendo y que tengo un desfase de horas dormidas de -1.574.763, pues me quedo en casa. Qué tío más responsable. Valentina duerme en mi cuarto, pero no me atrevo a meterla en mi cama (echo de menos dormir con peluches, sí, qué pasa…). Ahora, eso sí, ni metida en una caja y un cojín encima se está quieta, consigue saltarse y tocarme la pata metálica de mi cama para despertarme a las 8 porque la comida se le ha acabado. NOTA MENTAL: MATAR AL MALDITO CONEJO.
El miércoles retomo el gimnasio y hablo con mis padres por Skype, por aquello de que Berlín ha sido un viaje cuanto menos interesante. Les presento via web cam a Valentina Sedici. Les gusta mi nueva pareja, se los gana en cuanto mueve un poco el hocico. Esa noche vamos a ver el Madrid al San Paolo, un bar de la Piazza, y descubro mi nueva faceta: adivinador (ya sé que es «adivino», pero me la suda, suena mejor ADIVINADOR). Pronostico por la tarde que el Madrid va a ganar 3-0 y ahí está…aunque maldita sea… Javi y el Abuelo han apostado 1 € cada uno en el Porrione (que tiene una sala de apuestas) a una combinada de partidos y van ganando todos. Dijeron que el Athletic empataba y en el último minuto ZAS. Que el Madrid ganaba y lo mejor de todo, que el Inter pasaba a cuartos…malditos mamones, ¿a que ganan? Si lo hacen se llevan 400 € cada uno por la gorra… Al terminar el partido vamos a casa de Kike y Santi a terminar de reservar los coches para el fin de semana y los hostales. Después nos vamos cada uno a su morada, que mañana nos espera un día duro…
Al levantarme el jueves (esta vez sin molestias nocturnas de Valentina, he optado por sellarle la caja por encima y si se muere de asfixia pues mala suerte) voy al Conad con Kike y compramos unas cervezas. Por si no ha llegado la noticia a España, cosa que me parecería lamentable, total, ahora mismo en el mundo solamente está pasando no sé qué en Japón y alguien se ha enfadado con uno llamado Gadafi, el jueves es el 150 aniversario de la Reunificación italiana. Y por si no tenéis ningún amigo irlandés en vuestro grupo (qué grupo no tiene uno) también coincide ser el día de San Patricio. Si a eso sumamos que será el día donde nuestros amigos descubran si se llevan 400 € por la gorra, y que a Julia le ha dado por organizar una fiesta jipi en su casa, lo dicho antes, el día se plantea largo y harán falta unas cuantas cervezas. Nos plantamos en casa del murciano Kike, el Abuelo, Santi Galicia, el propio murciano y yo, y se nos suma una vez allí su nuevo compañero de habitación, Tim, un alemán que hizo su Erasmus en Sevilla, mira tú por dónde. Ah, digo nuevo compañero porque por si no os lo he contado después de la macrofiesta que hubo antes de irnos a Venecia la semana pasada en todo el bloque de este hombre, la casera convocó una reunión urgente para todos los habitantes del bloque, y no sabemos por qué pero al pobre murciano le tocó pagar los platos rotos y como estaba viviendo solo y era un peligro público para toda Siena y la Toscana en general lo han mudado al 4º y último piso del edificio, donde sí habita gente, y me voy a cagar en su casera porque cargar con tanto litro de cerveza por las escaleras porque evidentemente la maldita casa antigua sienesa no tiene ascensor pues me hace mucha gracia. NOTA MENTAL: matar a la casera de Luis. Una vez allí, y después de resoplar durante 15 minutos, admiro el espectáculo que es ver a Kike y murciano cocinando 2 paellas para competir por quién las hace mejor. Esta vez sí tenemos colorante y la cosa tiene mucho mejor aspecto, y de sabor para qué os cuento. Sin exageraros las paellas, y sobre todo la de Kike, son de las mejores que he probado nunca. Tim lo flipa en colores y yo automáticamente me apunto una NOTA MENTAL que reza así: secuestrar a Kike y explotarlo para que me haga de comer todos los días.
El resto de la tarde es simple: cerveza, música puesta por el Abuelo y por mí (rock del antiguo y del bueno) y muchas ganas de reírnos. Se nos van agregando gente poco a poco hasta que llega la hora H: a las 6 en la Plaza del Duomo se toca el himno nacional italiano. Hay dos cosas que me hacen replantearme el escuchar ese himno tan cachondo en directo: las escaleras de este tío y que llueve a mares. Pero como Luis no me deja quedarme en su casa con la compañera francesa rondando me tengo que aguantar e ir con ellos. La plaza para estar lloviendo tiene bastante gente. Entre Kike y murciano, que ya llevan unas cuantas cervezas encima, amenizan la espera del himno con gritosde «¡Viva Italia!» a lo Trillo en El Salvador (ah no, era Honduras…). Allí hay como un grupo de militares, una bandera italiana colgada y varias personalidades con sus correspondientes escoltas con paraguas. Llega una banda de música que en vez de quedarse en la Plaza se va a la que está detrás. Empieza sonar el himno desde esa plaza pero contra lo que pueda parecer tiene un efecto bastante curioso y toda la Plaza lo canta. Nosotros no lo cantamos, lo improvisamos. Sólo el maldito Feli se lo sabe entero. Cuando termina empieza a sonar otra vez. Y otra…y otra…así hasta 1520178638 millones de veces, para lo cual ya se ha ido la mitad de la plaza. Los que aguantamos el tirón admiramos como la bandera ha sido bajada, doblada, y entregada por un militar a una señora que digo yo que algo importante sería, si no qué pintaba que se la dieran a ella, que me la hubieran dado a mí que no tengo y seguro que ella las colecciona. NOTA MENTAL: robarme una bandera antes de irme de este país.
Terminado el espectáculo volvemos a casa del murciano (otra vez esos malditos 85 peldaños contados…) y seguimos celebrando Saint Patrick’s Day. Pero antes nos pasamos por una tienda de todo a 100 abierta (es lo que tiene, cerrada igual no podríamos haber entrado, aunque conociendo al murciano…) porque no sé vosotros pero no suelo ir vestido de jipi a los sitios y para la fiesta digo yo que quedaría feo no disfrazarse. Compramos varios materiales y me doy cuenta de que disfrazarse de jipi puede ser el disfraz más barato que jamás se ha visto, al menos si tampoco te lo quieres currar mucho. La dependiente se pone un poco nerviosa porque no paramos de dar por saco eligiendo cosas y la gota que colma el vaso es que Kike «sin querer» tira un panel metálico que estaba lleno de imanes y la lía parda. A esode las 8 vamos a la mensa a cenar unas pizzas y volvemos OTRA VEZ a casa del murciano a recoger aquello y llevarnos los restos. Sí, denuevo tocó subir. Pero eso no es lo mejor. Una vez abajo, me doy cuenta de que se me ha olvidado lo de disfrazarnos arriba. Prefiero no contar en total cuántos escalones subí a lo largo del día… Ya en casa de Julia comienza el proceso de transformación de jipis normales (en Sevilla, para todo aquel inculto que no lo sepa, la palabra «jipi» quiere decir «persona») a jipis años 60-70. Ya en casa del murciano habíamos ido siguiendo los partidos de la tarde que faltaban en la apuesta de esta gente. De los 3 que son a las 7 de la tarde, aciertan los 3. París Sant Germain y otros 2 que no recuerdo. El nerviosismo es latente: sólo les quedaba el Villareal. Habíamos visto la primera parte en casa del murciano y la segunda la terminamos de ver en casa de Julia. Segundo gol del Villareal…no os voy a decir que habían apostado porque claro, el resultado lo sabéis ya y no tendría interés. El caso es que a falta de 10 minutos para el final o así marcó el Bayern. Madre mía…qué tensión. Un gol los separaba de los 400 € cada uno…¿habrían apostado que ganaba el Villareal o que empataba? Las ocasiones del Bayern al final son numerosas y claras…los gritos y desesperación de todos nosotros os podéis imaginar. Javi está blanco. El Abuelo nos promete que nos invita a un lote de alcohol a todos si ganan la apuesta. Ahora no sé quién se puso más nervioso, si ellos o nosotros. 4 minutos deañadido. DIOSSSSSS QUÉ PASARÁAAAAAAAA!!!!! El árbitro parece que va a pitar…FINAL! FINAL DEL PARTIDO! ¿Qué habían apostado mis amigos?
Pues os voy a dejar con las ganas, os lo cuento en el próximo correo. Así innovamos un poco y hacemos como en Perdidos, que había misterios de un capítulo a otro. No me odiéis.
El caso es que, ganaran o no, desde luego en un caso o en otro había excusa para seguir la fiesta. La cachimba que se ha comprado Julia ayudó bastante. En un momento de la fiesta aparece la nueva coinquilina de Julia, que sustituye a una anterior que me han dicho que no estaba bien…pero es que ésta corta tampoco se queda. El caso es que aparece en la cocina para coger no sé qué y le preguntamos que si va a alguna fiesta o algo. Nos dice que sí, que va a una fiesta de Saint Patrick’s Day y entonces Kike suelta una de las suyas porque siempre tiene que ser él: «¿cómo, que vas al Empire State?» Sí, imaginaros qué punto era de la noche que se confundían frases a ese nivel. Las fotos de mi Tuenti lo pueden atestiguar. La que os paso yo es meramente anecdótica y muy tranquila.
El viernes, a pesar de haberme acostado a eso de las 6, me levanto extrañamente temprano y me da tiempo a limpiar la habitación (mi querida Valentina no es como un perro que se pueda sacar a la calle con una correa a que se desahogue). Por la tarde tengo sesión de gimnasio en la que un colega espontáneamente me corrige un ejercicio que estoy haciendo mal y que cuando empiezo a hacerlo bien no soy capaz de levantar ni la mitad del peso de antes (ya decía yo que 180 kilos eran demasiados para un solo brazo, juas). Me cago en él, mal o no era más feliz antes. Esa noche ceno fuera y después toca hacer la maleta para mañana.
El sábado, como he sido uno de los que ha puesto la tarjeta para pagar el alquiler de uno de los coches, me toca bajar un poco antes para asegurarme con el resto que todo está en orden. Eso implica, si ya de por sí me tenía que levantar temprano, que lo tengo que hacer más temprano que el resto. Eso implica, si te has acostado el día anterior a las 5 de la mañana por terminar de redactar UN MALDITO CORREO DE TU VIAJE A BERLÍN, que cuando suena el despertador a las 7:15 te acuerdas del momento en que decidiste enviar correos a la gente informándoles de tus aventuras. El calvo de Hertz más simpático no puede ser, nótese aquí la ironía. No es que tenga nada en contra de los calvos, pero que tío más sieso. Cogemos 3 coches porque somos 14 personas y arrancamos. Me monto con Cristina para subir a Plaza Gramsci a recoger al resto. Como no sabemos el recorrido para no tener que entrar por la muralla que la multa puede ser considerable, tenemos que seguir a los otros dos coches. En la primera rotonda los perdemos de vista y nos equivocamos de camino. Llamo al murciano. Seguidas sus indicaciones llegamos a un cruce donde no sabemos para donde hay que coger. Improvisamos pero se ve que no es lo nuestro porque es una calle sin salida. Para volver a salir hay que hacer una ilegalidad, pero por el otro lado es dirección prohibida, así que literalmente estamos encerrados. No tiene sentido. De repente veo que una moto sube por la calle que es dirección prohibida, informo a Cristina y después de dudar un rato subimos por allí. Al llegar a Gramsci me fijo en el mismo cartel una vez parados: dirección prohibida excepto para taxis, autobuses y motos. Estupendo, de coches alquilados en Hertz no dice nada, y Siena con una cámara en cada esquina pendiente de las ilegalidades. Primera multa del viaje. Una vez reunidos todos hago un cambio de coche de última hora que supone un antes y un después. El murciano decide ir en el coche de 4 donde van 3 niñas, Cristina como conductora, para poner orden. Le deseamos toda la suerte y paciencia del mundo. En mi coche vamos Víctor, Kike, Feli, Dani el amigo de Víctor que está flipando con la vida Erasmus que nos pegamos y está deseando de irse YA a Pilsen (República Checa, señores) donde le han dado su destino, y yo. Conduce Kike que no se le da mal y además es el que guía porque en nuestro coche tenemos el mapa y el papel que se pasó escribiendo ayer 2 horas Javi por copiar la trayectoria dictada por el Google Maps.
El camino es casi todo autovía, pero lo de ir 3 coches empieza a resultar difícil de llevar, cada 2 por 3 hay alguien que se queda atrasado, hay que aminorar, hacer llamadas de móvil y ese tipo de cosas. Concretamente al coche de Cristina le metemos presión porque una cosa es no ir rápido, como nosotros que vamos a 100, y otra que yendo a esa velocidad nos pierdan de vista 6 veces. Llevábamos recorridos casi 1 hora de camino por autovía, habíamos ido siempre de guías, todavía no había habido ninguna desviación donde poder equivocarse y cuando la autovía justamente se va a acabar va el coche del murciano y hace la gracia de adelantarnos en el maldito último momento para demostrarnos que no iban tan lentos. Muy bien, muy listos, y ahora sin saber nada de nada, ¿qué hacéis en la próxima rotonda? Rápidamente llamo para indicarles. Esa rotonda la hacen bien, pero al salir del punto de peaje donde se recoge el típico ticket la bifurcación siguiente NO. Genial, primer error. Y las autopistas italianas sin cambios de sentido, sólo con la opción de esperar una salida hacia un pueblo/ciudad a cambiar de orientación. Nos paramos y el descojone es monumental, aunque la gracia de adelantarnos en el último momento nos hace perder un tiempo valiosísimo. Por fortuna la primera salida la cogemos bien y nos reorientamos fácilmente. Estos han aprendido la lección: no tocar más los cullons. Despues de varios cientos de kilómetros y una parada en boxes para repostar, llegamos a laparte difícil de las indicaciones del papel de Javi. La carretera pasa a ser de doble sentido. De doble sentido pasa a ser de pueblo. De pueblo pasa a no estar dividida en carriles a pesar de ser de doble sentido. De no estar divida en carriles pasa a ser de doble sentido pero con capacidad para un coche. De ser para un coche pasa a ser una especie de camino, si a eso se le podía llamar camino, por en medio del bosque. Ehhhh…¿Javi? ¿Es una broma o qué? Los baches son del tamaño de la cuenca del Ebro, los precipicios que nos rodean de caída libre y la inclinación de las cuestas que estamos subiendo ya las quisiera el Angliru. Después de un recorrido de varios kilómetros así que si supiera mi madre que lo estoy haciendo triplicaría la dosis de Trankimazín que seguramente ya se esté tomando, llegamos a eso de las 2 (salimos de Siena a eso de las 10) al primer pueblo de Cinque Terre, Vernazza. Muy bonito pero no sé yo si el caminito merecerá la pena para ver esto. Y encima empieza a llover. Y encima se coloca una tormenta encima de nuestras cabezas. Pueda nadaaa, como ahora toca subir lo que hemos bajado hasta aquí, súmale la lluvia. Menos mal que Víctor, que es el que está conduciendo ahora en mi coche, lo hace muy bien y no se cree que está en un Rally, que si no hubiera habido un poco de tristezas. Nuestra siguiente parada es en otro de los pueblos del estilo, mucho más bonito que el anterior, Portovenere. Llega el momento de decidir qué hacer, porque al dormir en Pisa y no tener ni idea de dónde están los hostales, haber dos personas que todavía no tienen reserva hecha, tener que cenar, ducharnos, salir, etc, pues el tiempo se nos echa encima. Decidimos que Livorno se va a ver un’altro giorno.
Aparcamos los coches en la estación de tren de Pisa y cenamos, cómo no, en el McDonald’s que se encuentra en su interior. Ahora toca la división de los hostales. Como mi amiga Espe al final no puede acogernos a 2 personas en su casa porque se iba de viaje a Budapest (aquí el que no corre, viaja) pues dejamos en el aire esas reservas a ver qué pasa. Las chicas, que son 6, van a un hostal a tomar viento fresco. Los chicos, que somos 8, nos vamos al que está al lado de la estación. Men win. Nuestro hostal es la leche: tenemos cuarto de baño propio y dos habitaciones, una con dos camas individuales y otra con una litera, una cama individual y una cama gigante de matrimonio que la casera cuenta como cama para una persona. Ya está hecho. Kike y Dani se habían quedado fuera para que la casera no los viera y descubierto el pastel de las habitaciones enormes decidimos encalomarlos en nuestro hostal. Justo al momento nos llaman las niñas diciendo que en el suyo les pasa una cosa parecida. Pues nada, con una reserva hubiéramos ido que chuta. Javi decide ir a dormirse con las niñas por aquellode que su amada está allí. Pero lo primero es lo primero. Dani, sácate el ron de la maleta. Mientras nos empezamos a duchar y arreglarnos nos ubicamos cómodamente en la habitación grande y hacemos el descubrimiento de la noche: la televisión de nuestro cuarto tiene un canal donde echan el Atlético – Madrid. DIOS, POR 8 MALDITOS EUROS ES EL MEJOR HOSTAL DE LA HISTORIA DE TODOS LOS HOSTALES. Las niñas llegan y se unen a la fiesta. De acuerdo, la casera nos había puesto sólo 3 reglas y las 3 las estamos rompiendo:
1) No se puede beber en las habitaciones (comentario hecho al uso de que el murciano tuvo la genialidad de entrar con una botella de vino en la mano).
2) No pueden dormir más de las personas establecidas, oséase 6, en las habitaciones.
3) No se puede hacer excesivo ruido.
Cuando termina el partido (qué malo es el Atlético joder) salimos a los sitios que me ha recomendado mi amiga Espe. De camino de los bares nos pasamos por la discoteca, que todavía apenas tiene gente, y que el portero nos asegura que tranquilos que a partir de las 2 llegan las brasileñas. ¿Ein? En las calles de los bares hay muchísima gente y aparecemos en una plaza plagada de gente. AFIRMATIVO: Pisa es mejor que Siena para salir en cuestión alcoholífera, aquí los cubatas valen entre 2 y 3 euros. Nos da por volvernos patriotas y cantar la canción de Siena en mitad de la Plaza. Nos la hemos jugado pero bien porque Siena se lleva mal con todo el mundo, pero especialmente con Florencia y Pisa. La fortuna está de nuestro lado y no nos pegan una paliza. El momento de la noche en el que Javi no para de hablar defútbol y de cómo los 3 mejores momentos de su vida los repite como que unas 519516030 millones de veces, es el momento en que nos damos cuenta de que se nos ha vuelto a ir de las manos. Caminamos hacia la discoteca de antes pero llegamos separados. Yo me quedo rezagado y tengo la suerte de ver pequeños destellos de grandeza como Kike mirando fijamente a toda hembra que pasa y Javi subiéndose a saltar sobre el techo de un coche. El puertas, un maromo de 200 kilos que sería el mejor portero de fútbol del mundo al abarcar toda la maldita portería, nos pide 10 € con una copa, y lo van a pagar 2 personas. Comienza un recital de 20 minutos fuera de la discoteca donde nos sentamos a 5 metros y cada 5 minutos Kike se acerca a intenta negociar con el portero. Nada. Los que ya están dentro nos meten presión para que entremos, pero claro, ellos sólo han pagado 5 € y encima las niñas han entrado gratis. Igualdad en el siglo XXI los cojones. Llega un momento en el que parece que estamos decididos a entrar, salen los de dentro a negociar también con el portero. Se ve que hemos llegado al límite de paciencia del colega porque empuja adentro de la discoteca a Dani que había salido a negociar con él en su italiano aprendido de 3 días, y nos saca a rastras al resto, todo sin despeinarse y bastante cabreado. Nos quedamos con la dirección del local y con el coche del puertas. NOTA MENTAL: venir a quemarlos luego. Pasados varios minutos los de dentro deciden salirse y el murciano comienza a darnos la saba durante toda la vuelta diciendo que estamos tontos, que las tías que estaban dentro no eran normales, que somos unos torpes porque él siendo quien es ha conseguido negociarles y entrar más barato, que vaya tela que le hemos arruinado la noche…y así. Cuando llegamos al hostal nos damos cuenta de que Kike no está. Tememos que se haya ido por su cuenta a efectuar realmente el plan dequemar el local, pero nada, simplemente se había retrasado por el camino aunque nunca supimos a santo de qué. En la habitación grabo un vídeo de 7 minutos que no podrá salir nunca a la luz pero que es simplemente LEGENDARIO. Las conversaciones y acusaciones cruzadasde mamaos entre Kike y el murciano no tienen precio. Yo, viendo el percal, me quito de en medio y duermo con mi tocayo en la habitaciónde 2.
Por la mañana recogemos, desayunamos, compramos para hacernos de almorzar, y salimos para Lucca. Evidentemente el recopilatorio de la noche de ayer es épico. Las niñas que se habían ido antes alucinan con nuestras historias. Por cierto, el día de sol y calor que ha salido no es normal, no hay gafas de sol que pudieran repeler tanta claridad. La carretera que cogemos para ir de Pisa a Lucca nos deja mudos de lo bonita que es, pero eso sí, no es recomendable hacerla justo un día después de salir de fiesta…OUCH! Lucca es precioso aunque al lado de Siena mi dispiace pero no tiene nada que hacer. El siguiente punto del camino debería ser Livorno, pero se ve que le hemos cogido tirria porque decidimos ir a la playa a comer porque el día es espectacular. Eso sí, espectacular o no la brisa marina que corre refresca demasiado. Ya almorzados vamos a Volterra, un pueblo precioso situado en una montaña con vistas a la Toscana que quitan el hipo y de nuevo con una carretera increíble que si no te toca un remolque delante que te haga ir a 30 todo el rato te deja enamorado. Sobra decir que entre Lucca y Volterra la cantidad de iglesias y Duomos que vemos es ingesta, y mis amigos me llaman el tonto de las iglesias porque si hay abierta una necesito verla sí o sí, y no es que yo sea muy practicante que digamos. Concluida la visita descansamos tomándonos unos cafés/cervezas/helados y volvemos a los coches.
De vuelta en Siena paramos en el único McDonald’s (SÍ, LO SÉ, DE NUEVO) que tiene la ciudad y que está a las afueras, pero nos viene deperlas porque tiene gasolinera y hay que llenar el depósito de los coches. Entonces llega la guinda del viaje cuando, llenados dos de los coches, el murciano va a hacer lo propio con el suyo. Yo estaba apartado hablando con Alaitz y Cristina cuando veo que el resto del grupo se arremolina al lado del coche, empieza a sacar manuales de instrucciones, tocar botones, abrir y cerrar cosas. Me acerco y resulta que el aparato no entra en el agujero de la gasolina del coche y no sabemos qué leches hacer. Después de varios minutos intentándolo le preguntamos a un señor que ha parado allí (maldita sea la manía de tener gasolineras sin el típico gasolinero (¿gasolinero?). El hombre nos dice que el problema es que la manguera es de Diesel y el coche es de gasolina. EHHHHH AFIRMATIVO. Teníamos 2 coches de diesel, sólo uno de gasolina, que da la casualidad que va y le toca al murciano, hombre que actúa antes de pensar y que había forzado tanto que más o menos había conseguido introducir medio litro de Diesel en un coche de gasolina. Para más inri no sabemos cómo pero de tanto tiempo que pasa los 50 € que habíamos puesto para rellenar el depósito de ese coche y que eran lo que quedaba del bote no se pueden utilizar y los hemos perdido. El nerviosismo es latente. Hay gente que se quita de en medio y hace bien en irse a cenar. Yo lo hago despuésde ver como el murciano casi toma la decisión unilateral de llenar el depósito con gasolina y ver si la mezcla funciona. Durante la cena se barajan varias opciones:
a) lo que había propuesto el murciano y ver si hay suerte;
b) buscar una manguera con la que vaciar el depósito;
c) dejar el coche allí toda la noche y hablar con Hertz;
d) huir a Méjico;
e) quemar todo el recinto y no dejar pruebas de la velocidad de acción del murciano.
Al final optamos por la más pacífica y lógica que es la A. Nos dividimos, Kike nos deja en casa con el coche a Dani, Víctor y a mí y nos vamos a dormir sin conocer el resultado final de la hazaña. Lo desvelaré en el próximo capítulo, junto con lo de la apuesta.
P.S: me cago en Djokovic.
