Por fin tengo amigos confirmados para venir a verme CUANDO YO ESTOY…
El lunes me levanto un poco aturdido. ¿Habrá sido la semana casi-perfecta que acabo de pasar? Sólo sé que el termómetro me marca 38,8de fiebre. Genial, yo que quería empezar esta semana con buen pie… A falta de mami, me hago una sopita con fideos y huevo duro y me doy abrazos a mí mismo (que mariconada más grande estos diciendo…). Se ve que la sopa supera a cualquier Frenadol y por la tarde me encuentro mucho mejor. Menos mal, porque tengo que ir al gimnasio a que Güido me haga otro programa de ejercicios. Concretamente a este programa lo voy a llamar «Operación Evento Nazionale mayo 2011» (véase vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=1u9PGu_O950&feature=related. SÍ, PRETENDO IR A ESA JUNGLA DEL DESFASE EN MAYO). Si consigo hacer este programa deprincipio a fin significará que he pasado al nivel de «ciclado máximo». Se ve que Güido me ve cuerpo de halterofílico, será mamón. Por la noche me quedo como un niño bueno en casa con mi Frenadol y mi película de turno: por fin veo «Sed de mal» completa. Confío mientras termino de verla en que no ocurra como el lunes pasado, que me llamen y me líen y me ponga más malo y mi madre venga a tirarme a rastras de las orejas camino de Sevilla.
El martes me levanto y como el Frenadol no ha hecho efecto, hace un buen día y no tengo nada mejor que hacer, me digo «voy a descubrir algún nuevo sitio de Siena«. Y como nunca he ido al Hospital aquí, pues nada, allá que vamos. Así además de paso podré criticar la sanidad italiana (o no). Me encuentro a una amiga española que estudia odontología y va también para allá (aquí es que los de medicina y similares estudian en el Hospital que está lo que mayormente viene siendo a tomar por culo y me niego a ir andando). Por recomendación de mi amiga pico por primera vez en un autobús de Siena, y siento que he tirado un euro a la basura cuando llegamos al final del trayecto y ni revisores ni p*ya. Me da de buena gente otro billete que le sobra para que a la vuelta pique de nuevo. En Urgencias dejo mis datos y espero a que me llamen. Mientras tanto pasa una mujer repartiendo agua y cosas para picar, gratuitamente. Punto a favor de Italia, en España ni las gracias te dan. Cuando me llaman me atiende un médico muy simpático que me pregunta por España, por qué hago aquí, me hace muchas preguntas de qué he tomado estos días de medicina, qué me duele, etc… Punto a favor de Italia, médico muy simpático, 2-0. Salgo de allí sin recetas ni nada porque me dice que he hecho bien automedicándome con paracetamol e ibuprofeno. Punto de partido para Italia, 3-0 definitivo, médico que no se molesta por no ser él quien te soluciona la enfermedad y por cojones te tiene que mandar una receta diferente aunque haga lo mismo que lo que tomabas tú. Al llegar a casa veo al gato negro que siempre ronda por allí y después deacariciarlo coge confianza y se planta en la puerta de casa esperando a que abra. Será encalomao el colega… abro y se mete en mi cocina por la cara, y como no tengo ganas de echarlo le pongo un bol de leche (véase foto adjunta). Después, cuando veo que no se acaba la leche entera, le pego una patada y lo echo fuera de casa. A continuación me bebo lo que ha dejado de leche…………cuando hayáis terminado devomitar, podréis leer que obviamente es broma. Esa tarde, como soy masoquista perdido, vuelvo a ir al gimnasio y contra todo pronóstico me sienta bien sudar. Punto negativo en contra de la medicina española: siempre te recomiendan guardar reposo. Lo que sí rompe todos los pronósticos es que esa noche, siendo martes, sinónimo de fiesta en Siena, me quedo tranquilo en casa viendo lo que me deja Internet el Madrid. Coño, para un día que Benzema quedaría bien si no hiciese nada va el tío y hace el partido de su vida. Si yo fuera del Olympique le daba una paliza.
El miércoles me levanto temprano porque mis queridos progenitores me han encargado que les vea hoteles por aquí para cuando vengan en Semana Santa. Y además tengo que hacerlo el día más frío de la historia de Siena. Y yo todavía convaleciente de mi enfermedad. Para qué servirá Internet, para qué. Me doy una vuelta por alrededores de mi casa, por el centro, aprovechándome para entrar en todas las habitaciones habidas y por haber, tumbándome de paso en las camas para ver cómo son de cómodas (oye, qué chollo es esto de entrar en los sitios diciendo «me gustaría ver las características y prestaciones de sus habitaciones»). Después de quedarme impresionado con el NH Excelsior y dándome cuenta de que quizá me he pasado de nivel, me voy a comer a la mensa. ¿Cuántos años hacía que no venía? Como somos unos cuantos, al terminar de comer toca cafelito reglamentario en la Piazza por aquello de que además hace un buen día. Corrijo, hace sol, pero no veas qué frío. Más tarde acompaño a Javi a que le compre un regalo a su parejita madrileña. Yo de paso me hago un regalo a mí mismo de un paraguas, que no sé cuántos llevo ya, sólo que esta vez es de los grandes de los chinos, espero que me dure más…aunque eso sí, por el color y estilo creo que es de tía…mierda. Esa tarde las portuguesas, borrachas a estas horas ya porque han terminado su último examen y se van en dos días, me invitan a que vaya con ellas a cenar por ahí a un restaurante italiano. Como me conozco pocos por aquí y estoy deseando conocer alguno para llevar a la gente que venga a visitarme (aunque eso se va a convertir en un mito, se ve que Ryanair ha hecho un complot mundial para que nadie venga) les digo que sí. Las paso a recoger a casa y compruebo que el nivel de borrachera es supremo (y yo sin poder beber, que todavía estoy con medicinas): una tiene unas antenas como de extraterrestre puestas en la cabeza, las otras dos unas máscaras de carnaval y Joao…bueno, Joao disfruta del espectáculo, más o menos como yo. Me presentan a una chica brasileña que viene para el segundo cuatrimestre y vamos todos a comer. Resulta que buscando buscando el sitio al que quieren ir está cerrado, así que como enfrente hay un chino nos quedamos allí…ME VOY A CAGAR EN…bueno, como tampoco es plande alterarse me aguanto y cierro la boca. Mi nivel de paciencia es supremo cuando tampoco digo nada al hecho de que me traen la comida el último, y el segundo plato que había pedido (pollo borracho, ya que no me voy a emborrachar hoy al menos que lo haga el pollo…) directamente no llega. Bueeeeno, pues nada, da igual, vamos a casa de los dos murcianos médicos republicanos a seguir viendo como la gente se emborracha. Estamos allí un rato y después de ver como todo el mundo intenta aprovecharse de las portuguesas borrachas nos vamos a coger el autobús para el Fuoriporta, una de las múltiples discotecas que está a las afueras de la ciudad. Como no hay NI gente, NI nos peleamos para entrar en el bus. Yo ya sabía que me tenía que quedar en casa hoy descansando… La noche en el Fuoriporta es más o menos normal, aunque me doy cuenta de cómo de mal va la gente cuando bebe…menos yo, yo tengo demasiada clase, seguro que no me pongo así. Como hay mucho nerviosismo a la hora de coger el bus, Kike y yo decidimos ir andando a casa, que tampoco estamos tan lejos. Iniciamos la caminata por un sitio y no paro de preguntarle a Kike «estás seguro de que es por aquí…» y él «que sí hombre, que sí, no seas pesado». Llegados a un punto del camino, giramos la vista y la Torre de la Piazza del Campo nos saluda justamente desde el otro lado dedonde venimos… No le digo nada a Kike porque le tengo mucha estima. Nos da tiempo a volver a la discoteca y ver que el autobús que hemos decidido no coger estaba saliendo todavía de allí. Aún queda gente y por lo tanto otro autobús tiene que venir pero pasamos del tema y seguimos a pata, esta vez sí, por el camino correcto. Tardamos un ratillo pero es agradable ver las estrellas y escuchar los ruidos del campo, los grillos, lobos y ese tipo de cosas. Antes de llegar a casa Kike me propone que como vivo un poco más lejos me quede a dormir en su casa, que la habitación de sus coinquilinos italianos está vacía. Como me agrada la idea de dormir en la misma habitación que mi amiga la serpiente, acepto la oferta, no sin antes comprobar si había algún resquicio de invitación sexual, aunque viniendo de Kike lo dudo, y me quedo allí. Kike además me fríe unas croquetas caseras que no sé si será por el hambre o porque hace mucho que no como croquetas, pero le han quedado de muerte. Al final duermo en la cama de Kike y él con la serpiente. Mierda, con la ilusión que me hacía. Pero me da igual, la cama de Kike me han dicho que no es cómoda, no.
El jueves, ya vuelto a mi casita, Víctor ha tenido el detalle de dejarme un poco de arroz para comer, y como me muero de hambre lo devoro con gratitud. Toca gimnasio (hay un ejercicio de lumbares que es la muerte en vida) y después de las duchas y arreglos habituales ir a casade Kike a preparar dos tortillas de patatas que toca fiesta de despedida en casa de Ola la polaca. Allí llegamos, a una casa donde hay kilos y kilos de comida, litros y litros de bebidas y cientos y cientos de personas. Da igual las veces que salga y me inviten a fiestas en Siena, por muy chica que sea siempre habrá gente que no conozco y que me terminan presentando. Uno de los italianos de la casa saca su arma letal que saca en todas las fiestas: el embudo. Yo me alejo de él porque estoy ya mejor pero todavía en proceso de recuperación y prefiero que no me metan alcohol por un embudo en la garganta. Después de esa casa vamos al Fonte Gaia, un local en la Piazza en el que se ve que hay nivel porque hay dos jugadores de baloncesto del Montepaschi bailando tranquilamente. Si esto fuera otro sitio del mundo la gente no pararíade hacerse fotos con ellos y acosarles, pero esto es Siena, y la gente me echa más cuenta a mí que a ellos (casi). Cuando nos cansamos, como sentimos que le estamos engañando Al Cambio, allí que vamos para ver a nuestro querido DJ petao negro del gimnasio. Nos corta la canción «Tranne te» por la mitad. Maldito negro, viva la raza aria.
El viernes por la tarde me voy con Víctor a tomarme un café a la Piazza que hace un buen día y luego completo el programa semanal que me ha puesto Güido, comprobando que efectivamente puedo morir lentamente a largo plazo. Esa noche cenamos en un bar/pub de la Piazza porque han venido unos amigos de dos de aquí de Madrid a los que por cierto ya han venido a visitar (mira tú, yo sin ninguna visita y la gente hasta repite oye…). Lo bueno: tenía un trato con Javi de tomarnos un puro al terminar los exámenes, y como ya llevamos un tiempo con ellos acabados, uno de sus amigos le ha traído unos Montecristos (SÍ, HABÉIS LEÍDO BIEN) y yo me apunto comprándole uno por nada menos que 7 €. Pero mira, aunque no sea experto, merece la pena. Nos lo fumamos en casa de Feli: ¿hueles eso, chico, lo hueles? ¡Es un Montecristo! ¡Huele a victoria!. Luego vamos a una de esas discotecas a las afueras en las que en mitad de la noche aparecen unas azafatas repartiendo cajetillas de cigarrillos gratis, en un sitio que supuestamente no se puede fumar, por cierto. A mí de repente me dan 2 y me pregunto: pero vamos a ver, si yo no fumo, ¿para qué carajo me han dado esto? Y la respuesta aparece automáticamente: para ligar. Intentaré usarlos apropiadamente, pues. De todas formas, miro los cigarrillos detenidamente. No, definitivamente si no son puros habanos ni «bocadillos» holandeses paso de probarlos.
El sábado me levanto totalmente recuperado de mi resfriado y febrilidad. Si no hay nada como salir y fumarse un Montecristo para curarse, tanto reposo, aire limpio ni tanta mariconada. Antes de que comience a almorzar vienen a casa Kike y murciano, que van a pasar allí la tarde merendando y viendo el fútbol. Obviamente y como es mi casa me uno al plan y aderezamos todo con un poco de brisca, que al nivel nuestro deberíamos volver a jugar que llevamos ya un tiempo sin. Pasamos entre amigos la tarde y cenamos patatas cocidas con sal, aceite y pimienta y merluza frita. Qué sanos somos cuando queremos. Esa noche nos quedamos en casa, yo termino de ver el Madrid (¡FORZA DEPOR!) y tal y como termina caigo destrozado en un sueño profundo que me dura unas 13 horas.
Mi vagueza llega un punto en que me da permiso para levantarme de la cama. Vamos Víctor y yo a casa de Kike y Santi que vamos a comer unos pocos paella. Nuestra receta sin azafrán nos permite cocinar lo que termina siendo más bien un arroz con pollo, tomate y pimiento, todocon una fuente considerable de ensalada. Pero bueno, se deja comer. Esa tarde la pasamos en casa de Kike disfrutando de cartas, fútbol, merienda, más fútbol y más cartas. Más tarde, que todos pensamos «ya que estamos aquí…», nos da por comprar la cena y comer unas hamburguesas caseras, que ya llevamos muchas comidas sanas seguidas. Todo, esta vez, sin fútbol, ya que ponemos una de esas joyas del cine que ya he visto pero que no me importaba volver a hacerlo: Match Point. Cuando llego a mi casa recuerdo que esa noche son los Óscars…¿me atreveré a verlos en directo? Veo las nominaciones y compruebo que si he visto del total 2 películas, gracias. Pues la verdad es que sería ver los Óscars sin chicha ni gloria.
Esta semana me voy a los carnavales de Venecia, Pádova y Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. Deseadme suerte. Para quien no lo haya visto, creo que merece la pena oír el discurso de Álex de la Iglesia en los Goya:
P.S: YUJU wei.