Dos finales de Copa entre Barça y Madrid…ya va la primera…ejem…
El lunes intento quitarme las 3 horas de sueño de la cabeza con un increíble café sin azúcar porque se nos ha acabado en casa. Toca hacer mi primer examen oral de la Universidad en italiano, y la cosa es como para motivarse con diversas bandas sonoras. Salgo de casa y me pongo en la cabeza la canción «Viva la vida» de Coldplay, como hacían los jugadores del Barça para motivarse. A mitad de camino recuerdo que me he olvidado del libro de firma de los exámenes: DO’H! 5 minutos más tarde vuelvo a escuchar mentalmente mi canción. Llego al pasillo donde 98273587 alumnos están esperando a no sé qué, para luego descubrir que van a ir llamándonos por orden de lista, se supone, para formar grupos de exámenes. Como hay tanta gente no siento la voz de la profesora y no sé si me toca o no: cambio de canción, esta vez «Y si el miedo» de El Canto del Loco. Se me pasa cuando descubro que sí, que estoy en la lista y que me basta esperar allí en el pasillo a que me llamen. Lo que me podían haber avisado es que podía haberme ido otra vez a Holanda y volver antes de hacer el examen. Mientras tanto sale la profesora que me conoce, que siempre me nombraba en clase, y la sustituye un profesor conocido por ser muy seco y muy exigente. Cambio de banda sonora: «Why can’t we be friends, why can’t we be friends». Por suerte, 3 horas después de haber llegado a la facultad (LITERALES) la profesora vuelve a entrar y al poco me llaman. Suena el «Aleluya» de Haendel.
La clase está con unas mesas en forma de U y cada dos metros hay uno o dos profesores haciendo preguntas a alumnos. El resto de los que vamos entrando nos sentamos a esperar a que nos llamen. A mí lo hace una profesora joven que está sola en la mesa. Cuando ve mi ficha me dice que precisamente ella hizo su Erasmus en Sevilla. Canción: «Sevilla tiene un color especial». Me sale la pregunta de lujo. Por cierto, ahora que la estoy mirando, que mosna es la profesora jovencita esta, ¿no? La siguiente pregunta me la tiene que hacer la profesora que me idolatra. Canción «I want it all» de Queen. La bordo y la profesora joven que la acompaña se enamora de mí también. Tengo a la mitad de la sala en el bolsillo. Si no apruebo ya tengo que ser torpe. La profesora pronuncia las palabras claves: te pongo un 30 (aquí las notas van sobre 30). Música triunfal: «We are the champions». Las siguientes escenas son todas a cámara lenta: la sonrisa de la profesora despidiéndose, la cara con sudores de mi amiga que está haciendo el examen, la sonrisa de la chica que me tiene que anotar en el libro mi nota, el chaval que amenaza con una pistola al profesor para que le apruebe…cuando salgo, todos son sonrisas, aplausos y lluvia de confeti. El diario local de Siena declara que aprobará la ampliación de una nueva Contrada que se llame «El 30 de Santi». Ettore Messina dice que la remontada del Madrid el otro día en Siena no tiene parangón con mi éxito. Berlusconi se juega el dejar de montarse orgías con menores a cambio de que yo vuelva a sacar otro 30 como ése. Me invitan a todas las fiestas. Me hacen dar discursos sobre mi gesta. Reverte saca una biografía sobre mí titulada «El 30 y otras tantas mierdas políticas». Su transformación a los cines hecha en conjunto por Steven Spielberg, Martin Scorsese, Tarantino y Francis Ford Coppola gana 20 óscars. James Cameron se suicida.
Esa tarde en vez de dormir las restantes 5 horas que me quedarían para las 8 diarias recomendadas por la Organización Mundial de la Salud voy a ver a mis amigos a las semifinales del campeonato de calcetto. Pierden estrepitosamente contra los que luego ganan la final. Pierden también el partido del tercer y cuarto puesto. Mis declaraciones como Valdano del equipo se limitan a hablar de mi 30: no hay nada que pueda ser más importante hoy. «Sí, ¿sabés? Estudiás un montón de horas, dormís solamente 3, llegás con la cabesa rebotada al examen, te hasen esperar otras 3 horas esos pelotudos para luego llegar, que te pregunten 2 miserables cosas para desirte que tenés un 30. Es en verdad un poco desesperante, ¿viste? Pero el cuarto puesto nos sabe a poco después de todo. Meresimos más». Valdano disit. Voy al gimnasio y luego ceno en casa. Veo «Mentiras arriesgadas» en la tele italiana. Qué gran película. Por cierto, el campeonato de Calcetto lo gana el equipo «Internazionale di Siena«, formado por 3 españoles, 2 italianos, 1 francés y no sé quién más. Una pena que el equipo «Frente Nacional para la Liberación de Poggibonsi» se retirara antes de jugar, con ese nombre prometían bastante.
El martes, después de 9 horas de sueño aproximadamente (vale, si ayer me quedaban 5 por dormir y hoy lo he hecho por una de más, sólo me quedan 4…vamosss, ¡tú puedes!) estudio. Derecho civil italiano…después le hago de comer a Víctor que el pobre se me lesionó ayer jugando el tercer y cuarto puesto. Habéis lesionado a Víctor, ¡HIJOS DE PUTA! Y después de hablar un rato con la familia continuo con esa gran labor de coger unos apuntes y encasquetármelos en la cabeza para soltarlos lo más rápido posible en un examen y luego olvidarlos en media hora. Esa noche echan «Braveheart». Grande el famoso discurso en italiano, aunque queda mejor en español.
El miércoles hago el examen tipo test y nos comunican que esa misma tarde saldrán las notas, así que que nos nos vayamos muy lejos. Como en la mensa con Laura, una chica italiana de mi clase, QUE ME HABLA, y dos amigos suyos. SIII VAMOSSS, tengo amigos italianos en la Universidad. Disimulo las lágrimas de felicidad con las gafas de sol. Pero no las puedo disimular más cuando uno de ellos me comunica que en Poggibonsi (ah, se me olvidó antes, Poggibonsi es un pueblo cerca de aquí y que misteriosamente aparece cada dos por tres en todas partes, por todo tipo de cosas: fiestas, eventos, carteles, noticias, sucesos paranormales…) hay una bolera y un «lassertag», osease, ese increíble juego que le encanta a Barney Stinson, y por ende, a mí. Después tomamos un café y vemos la nota del examen: yo he aprobado, pero el resto de mis amigos no. Mal comenzamos, coño, para una vez que para quedar bien debería haber suspendido, nada oye. Entro en el aula para que la profesora me firme la nota. Como me conoce de clase, me saluda, pero lo que no me esperaba es que al verme la nota, un 21 sobre 30 (lo que viene siendo un 7), me diga muy seria «¿estás seguro que quieres esa nota? ¿tú? ¿no prefieres volver a presentarte y sacar más?». La miro fijamente para averiguar si hay un germen de ironía en su facha, pero no, lo dice totalmente en serio. Obviamente intento hacerme la víctima: es que el grupo Erasmus es muy malo y no nos deja estudiar (verdad), esta asignatura es más difícil que en España (mentira), lo llevaba bien preparado (mentira) pero me ha salido regular (verdad)…
Por la tarde voy a la Piazza que están mis amigos tomando el sol. Me tomo un café (mentira, no me lo tomo, ya llevaba 3 o 4 ese día, así que me tomo una Coca-Cola, como no lleva cafeína….DO’H!) con una amiga francesa que se va mañana, se le acaba el Erasmus de SÓLO un cuatrimestre (yo a esta gente no la entiendo, no tiene sentido, es como si la final del Mundial de Fútbol sólo tuviese una parte y no dos…). Me invita a su casa en la Bretaña francesa, y le digo que si tengo dinero y tiempo después de tanto viajecito que me queda por hacer, que no dude que el encalome va a ser llevado a cabo. Yo la invito a mi casa en Rota, que no será la Bretaña francesa, pero oye, tiene su qué. Esa noche toca una cosa tranquila, casa de Kike y Santi, unas cartas, unas cervezas y a casa, que mañana toca estudiar OTRA VEZ. Ah espera, no, que el examen del viernes es de Informática. Paso, que estudie su madre.
El jueves hago lo que viene siendo un rascamiento de cullons propio del día de antes de un examen de Informática: gimnasio, casa, ordenador…y por la noche otra vez a casa de estos dos porque han venido unos amigos de Kike a verlo y como hice cierta promesa pues habrá que cumplirla. Hoy toca sangría, pero sangría a la manera del Erasmus, allí no se le podían echar más cosas porque rozaría la ilegalidad: vino, fanta de limón, de naranja, trozos de muchas frutas diversas, ron, vodka, limoncello…todo en un cubo con hielo. Qué bien nos lo sabemos montar. Veo por fin a la serpiente que ha comprado el compañero de piso italiano de esta gente (sí, habéis leído bien, una serpiente, todavía pequeña pero preciosa, con tonos rojos) y desfasamos un poco. Viene un vecino que se ha puesto un poco nervioso por la que estamos armando, pero todo se soluciona atándolo a una silla y amordazándolo en la habitación con la serpiente. El cubo, como no hay cullons de acabárselo, nos lo llevamos a la puerta del Cambio, ya que entrarlo a los camareros les pareció un poco un abuso. Repartimos sangría a la gente que pasa de manera totalmente altruista (bueno no, Feli creo que consigue sacarle un euro a un guiri) y tenemos una noche en la que salimos todos, lo que viene siendo todos, que desde hace un tiempo no teníamos.
El viernes comemos Víctor y yo en la mensa y vamos al examen. Comienzan a llamar por orden de inscripción al examen y, ¿a que no adivináis qué? Pues que hemos sido de los últimos en hacerlo y como se llena la sala nos convocan a las 6 de la tarde para hacer el examen. NOTA: son las 3. Jamás creí que 3 horas dieran para tanto: visitar la facultad de Economía con los de Palencia y unos amigos suyos que han venido, tomarnos un café con ellos, ver como Alberto se entretiene robando helados de la cafetería de la facultad, ir a casa de unas amigas a desatascarles el fregadero, ir a casa de los de Palencia a echar un Pro, comprar las entradas para la fiesta de esta noche, volver a la facultad media hora antes y saludar a unos amigos que están estudiando. Si las horas de estudio cundiesen tanto…Respecto al examen, digamos que ahora entiendo por qué a Nadal y a Pep Guardiola les gusta ser tan precavidos ante sus rivales, porque desde luego este parecía un rival de los fáciles y me cago en tó. Pero bueno, Víctor y yo tiramos de casta y supuestamente nos sale bien. El lunes veremos. Esa noche toca fiesta en otra discoteca nueva a las afueras de Siena (está de moda ahora, se ve que aquí desgravan impuestos por abrir discotecas a las afueras de la ciudades) pero antes en casa de Kike y Santi echamos unas risas jugando a lo de ponerte un papel en la frente con un personaje y tener que averiguarlo. A mí me toca «el Juli» (¿desde cuando el toreo es un deporte?) y «Valdano». El «Muzik» este, la dichosa discoteca, está donde el viento da la vuelta y creo que un avión hubiera sido el mejor medio de transporte para ir en vez del autobús. Pero bueno, nos lo pasamos muy bien, sobre todo yo intentando que los amigos de Kike liguen y se vayan con una buena impresión deSiena. Pero nada, no hay manera.
El sábado, teniendo en cuenta que llegué a casa de día a eso de las 7, es un milagro que por la tarde consiga estudiar «algo». Me meto en Internet a ver cómo es un examen de Matemáticas aquí en Siena…mmm…ahhh…claaaro…sí, eso sé qué es…ah no, me he confundido…eso no sé qué es…eso directamente antes no estaba…eso por no ser no es ni italiano…a ver, voy a comprobar una cosa…¿dos convocatorias en junio? Víctor, ¿tú no querías hacer una barbacoa mañana? Pues venga, vamos a ello. Esa noche me quedo en casa, que ya es hora dedescansar algún día, y viene Feli a dormir, que se queda en el cuarto de Víctor. Vemos juntos «Memento», peliculón donde las haya, por si no la había visto suficientes veces y por si, a pesar de haber sido tantas, no había terminado aún de coger sentido a algunas cosas. A estos dos no les gusta. Anda ya y que se pudran.
El domingo al final, como se levanta un día regular, decidimos posponer la barbacoa para otro día. No obstante no es excusa para que vengan mi tocayo y el murciano a comer a casa, y junto con Feli que se ha quedado a dormir, comemos todos juntos recordando el viaje a Holanda. Echamos unas briscas por parejas (como siempre) y nos apostamos que la que pierda al mejor de 8 partidas tiene que ir a comprar más cervezas. Se me darán bien muchas cosas en la vida pero no competir (os recomiendo que JAMÁS os pongáis conmigo de pareja a nada, ni apostéis a que voy a ganar algo, ni…bueno, en general, que no confiéis en mí), así que pierdo y me tengo que vestir y dar un pateo con el murciano de la ostia para comprar cervezas, aperitivos y algo para cenar. Cuando llegamos la final de la Copa del Rey de baloncesto va por la mitad pero así al menos podemos ver la parte final que como siempre en el baloncesto es la buena, así como las etapas de montaña del Tour. No me cebaré mucho con el Madrid porque los jodidos luego me hacen la faena en fútbol ganando con uno menos todo el partido (odio a Marcelo y todo lo que tenga que ver con Brasil, para qué carajo iríamos allí a descubrirlos). Cenamos, esta gente se va y así yo puedo ver tranquilamente mis capítulos rutinarios de «Cómo conocí a vuestra madre» y la peli «Scarface: el precio del poder». El día se ha resumido en: comer, beber cerveza, engordar, charlar, más cerveza, cartas, más cerveza, engordar, comer, deporte, cerveza, más deporte, más cerveza, más comida…es decir, puedo afirmar con seguridad que por un día nos convertimos en HOMER SIMPSON. ¡VAMOS! Sabía que este día llegaría.
Como no estoy viviendo la movida española, no sé si esta canción suena allí, pero es la leche.
P.S: yuju wei.