Siena

Dándolo todo: parte de Siena VI

Ya llevo aquí un mes.

Cuando envié el último correo, de hecho, hacía un mes exacto que había llegado a Siena pero no me di cuenta, y al día siguiente, cuando tuve que darle la vuelta al calendario que tengo aquí y que me alegra todas las mañanas, me digo «noooooo sólo me quedan 8, 8 MESESDE NADA PARA ACABAR ESTO Y EN MEDIO ME PASO CASI UN MES EN SEVILLA EN NAVIDADES!!!!». Maldita Unión Europea que inventa algo para hacerte disfrutar muchísimo y luego darte una patada en el culo y arrancarte de un sueño toscano…me cago en Robert Schuman, en el 9 de mayo, en Durao Barroso y en Merkel.
Podría hacer como hacen las series o los cantantes, que cada cierto tiempo hacen una recopilación de mejores momentos/hits y así se ahorran el tener que inventar algo nuevo. QUE CON ESTO no quiero decir que yo me invente las cosas que me pasan, OJO. Pero como intuyo que mis lectores van cayendo poco a poco como la popularidad de Obama y se dice y se comenta que hay gente que lleva correos míos atrasados porque no dan a basto y tampoco es plan de tener aún más amargado al personal, me limitaré a resumir mi semana que ya es más que suficiente. El martes al levantarme escucho a Víctor hablando solo, en italiano, en la cocina. Abro la puerta con miedo con el típico chirrido de películas de terror para comprobar que está con el portátil practicando con el Roseta Stone, un programa muy bueno para los idiomas pero que yo he pasao tres kilos de instalármelo porque sería muy triste que tuviera que aprender italiano de un ordenador estando aquí. Nota mental: mangarle programa a Víctor en cuanto se descuide.
Como esta semana es la primera de las que estamos aquí que no tenemos por fin curso de italiano puedo pasar un día normal universitario, comenzando por una amena clase de 2 horas de lo que sería Derecho Constitucional italiano (tiene cojones, no me acuerdo del mío y ahora a aprender el de otro país, anda que…), seguida de una jornada intensa en el gimnasio donde comienzo mi nuevo programa (me cago en Güido y en los millones de abdominales que me hace hacer, ni Cristiano Ronaldo) y concluida con una muuuy interesante clase de Matemáticas de hora y media donde se da la hora y media ENTERA, vamos que sí. En medio, mientras comía en Bandini, le alegrará saber a mi mamma que por fin comí lentejas y una pera (que aquí siempre había o plátanos o manzanas y tú sabe…). Además, tenían puesto los Simpsons en la televisión (DIOSSSSS), concretamente el capítulo en que se les cuelan en casa el padre e hijo feriantes, y después pusieron Me llamo Earl, maldita buena programación. Entre el gimnasio y la otra clase tuve tiempo de ir a casa a ducharme (está feo eso de ir sudado a clase aunque luego dio igual porque con tanta puñetera cuesta me tendría que duchar 18 veces al día y seguiría igual) y comprobar que habían invadido mi cocina un grupo de féminas y Víctor con la guitarra para cantar (maldita guitarra que le ha dejado Giorgio nuestro vecino y que le da un toque bohemio a Víctor. Nota: quemarle la guitarra después de robarle el Roseta Stone). Por la noche, todo mi grupo quería salir a una fiesta pero yo pienso en el despertador sonando mañana a las 7 (lo he retrasado media hora, me he dado cuenta de que soy demasiado lento y voy a omitir el desayuno, voy a ver cómo está en la facultad) y os lo creáis o no es la primera vez que consigo aguantar la tentación como un campeón e irme a casa a descansar y dormir, que ya iba siendo hora. Por el camino pienso: por qué nunca está tu profesora del día siguiente a las 8 aquí para verte.
El miércoles me levanto temprano y mientras me tomo un café veo un debate televisivo donde una señora dice que Berlusconi es el prototipode maschio italiano y hay uno de ellos que se le nota bastante alterado por el comentario, será que no le gusta que le llamen viejo-pederasta-corrupto de M. El caso es que esa mañana consigo por fin entrar en el aula magna de la clase que os conté que se daba por videoconferencia, para verla en directo. Mientras está explicando cómo se reforma la Constitución italiana, hay algo que no entiendo y me da por preguntarle a la profesora, y aquí viene lo bueno, porque por si nadie se había dado cuenta con mi increíble acento de que era español la tía me contesta EN ESPAÑOL y la clase se queda flipada, y yo ya ni te cuento, me ha cogido con la guardia baja. Además, el resto de la clase cuando hace alusiones a otras constituciones y nombra la española me señala a mí y tengo que contestarle, qué bien, ahora tengo que ir a todas sus clases y sentarme en las 3 primeras filas para que me vea la cara…Bueno, después de esa clase tengo varias horas y decido ponerme con el portátil y por fin me consigo conectar a la red de la universidad (con nefastas consecuencias posteriores porque se me desconfigura el Internet de casa). Cuando intento matricularme en el examen de finales de noviembre de esa asignatura me pide el númerode matrícula. ¿El número de matrícula? ¿Desde cuándo tengo yo un número de matrícula? Antes de desesperarme, y como tengo tiempo por delante esa mañana, decido pasarme por el Rectorado a preguntar donde hice la inscripción qué leches es eso. En la cola hablo con mi amiga checa «Ela», que forma parte del grupo donde hay otras dos polacas que se llaman las dos «Ola» (vaya tres) y me dice que efectivamente me tendrían que haber dado no se qué librito de exámenes que es donde tienen que aparecer mis resultados y una hoja con mi número de matrícula. Ehhhhh ya, «tendrían» es una palabra muy bonita, «tendría que haber paz en el mundo», «tendría que conocer a Elsa Pataky», «tendría que haber ganado las elecciones Al Gore»…pero no sirve de nada y yo sigo sin tener el famoso librito y el famoso papelito. Por fortuna me lo dan nada más lo pido y no tengo que armar un escándalo. Ahora sí, ya soy definitivamente Erasmus de la Universidad de Siena, el 3 de noviembre de 2010, por 2ª vez. Antes de comer me paso por la Biblioteca de Economía a que me sellen no sé qué que al final no me tienen que sellar porque me había enterado mal, y ya que estoy allí me saco el carnet para coger prestados libros. El carnet es una verdadera chusta, un trozo de cartulina con mi nombre escrito a boli y unas letras impresas que ponen «Biblioteca di Economia». Me han dicho que no se puede falsificar. Se me ha olvidado mencionar que me quedo absolutamente flipado con la Biblioteca, porque es la nave central de un antiguo templo o yo qué sé y más que estudiar te dan ganas de ponerte a rezar un rosario.
En la mensa esa noche cenamos mientras vemos el Milano-Madrid rodeados de italianos, algunos que apoyan al Milano y otros al Madrid (serían del Inter), y tengo que reconocer que hasta yo celebré como un loco el gol de Pedro León (maldita sea, lo vendí en el Comunio). Me vuelvo a pedir un cocktail en la mensa, esta vez no sé por qué todavía más barato, Antonella es una crack, y pago 1,80 € por un whisky con hielo que se termina transformando en dos cubatas por arte de magia. Whisky, vaya sibarita que estoy hecho. Después llega el momento desalir y habíamos escuchado que había una fiesta del semáforo (para las generaciones anteriores al 85, tenías que ponerte color rojo si tienes pareja, verde si estás libre y sin compromiso, y amarillo si no tienes nada pero te gusta hacerte el interesante). Yo me pongo camisa azul, para tocar los cojones. Antes de eso nos habíamos pasado por el bar en el que jugamos a las cartas para bebernos unas cervecitas mientras jugábamos a la brisca por parejas (Kike y yo formamos una pareja letal) y al comprobar que el bar de la fiesta del semáforo tiene poca gente y de las pocas tías que hay todas están en rojo, decidimos dar mientras otra vuelta. La hija de Frank Sinatra (una chavala que tiene de todomenos un parecido con la hija de Frank Sinatra, pero que el murciano cuando está borracho le pone apodos sin sentido a la gente, yo soy Messi, por ejemplo) nos había dicho que había una fiesta en la Fortaleza. Como no teníamos nada mejor que hacer allí que tiramos y nos acordamos de la hija de Frank Sinatra bastante porque no hay NADA ni NADIE. Pero bueno, muy bonito que está entrar en la Fortaleza denoche, las cosas como son. Volvemos al bar de la fiesta y nos quedamos remoloneando porque hay más gente y no sabemos si quedarnos o no. Al final el único que se queda soy yo porque me apunto a un bombardeo y si ese bombardeo incluye palomitas, patatas fritas gratis y conversaciones con mujeres de los cabrones que somos los hombres y de cómo intento defenderme como puedo en un terreno en el que estoy en minoría, pues entonces el bombardeo es divertido.
El jueves Víctor y yo vamos POR FIN a la primera clase de una asignatura, en este caso informática (sí, y empieza en noviembre) y como no hay sitio, la gente comparte ordenadores y hasta sillas, me paso por la cafetería a tomar prestada una silla y al sentarnos detrás nos hacemos amigos de un tal Giovani, católico confeso que dice que conoce España porque ha ido a no sé qué reunión de estas de jóvenes que aman al Papa o yo qué sé, y Kiko (sí, aquí a los Francesco también se les llama Kiko), y pasamos una primera clase de informática haciendo un test de Excel para ver cómo nos manejamos donde se nos pide que escribamos números en diferentes celdas y luego los copiemos en otra y los sumemos. Interesante. Por la noche como hace buena temperatura volvemos a las andadas de la Piazza donde cuando llego sólo están los tíos y están despotricando contra las tías porque dicen que se han ido a casa de Julia sin avisar ni nada. A mí me la repanfinfla porque estoy bien en la Piazza sin tías del norte que son mu sosas (nooo todas nooo, es broma) y en plan machos ibéricos. Pero cuando me dicen que una de ellas encima se ha echado de nuestra Coca-Cola sin pedir permiso entonces me tocan la moral y me uno a los insultos y despotriques varios. Con la exaltación decimos que mañana nos vamos todos a Florencia para salir por la noche sin avisarlas ni nada y que les den. Gran noche, sí señor.
El viernes se anula el plan de Florencia sin mi consentimiento porque a mí me hacía ilusión, y cada vez que veo a las niñas me hago el duro y no las saludo, y veo que todas me miran con cara de miedo y no se atreven a acercarse. Qué malote soy. Me toca fregar el baño y esta vez digo «no con mi dinero» y me pongo unos guantes de goma que había en la cocina porque parece que cuanto más lo lavamos más se ensucia el maldito baño, es el mundo al revés, científicos de todo el mundo podrían investigarlo y encontrar un universo paralelo en él. Por la noche nos vamos a casa de mi tocayo y Kike, me entero que al parecer vamos a Vanilla, la discoteca que hay que ir en autobús, y como no soy de irme por mi cuenta por ahí pues nada, me tocará ir con todos. Lo salva el hecho de que esa noche no hay ostias para entrar en los autobuses y que la discoteca tiene unas gogós impresionantes, aparte de la típica música que parece que se la dedican a los españoles. A la vuelta en nuestro autobús detrás se empieza a armar entre varios españoles que conocemos de vista y unos italianos, aunque los italianos se quedan más calladitos cuando nos escuchan a los que estamos delante cantar grandes éxitos como «soy cordobés», «yo soy español español español» y «puta Sevilla, puta…»…me cago en los Palentinos y en sus castas. Como están en minoría y en su propio país que ya es mala suerte, no llega la sangre al río y todo se queda en anécdota.
El sábado pasamos la tarde en casa y mientras como veo una película que va de un hombre gordo y mayorcito que resuelve casos, con canas y barba que me suena mucho. En el descanso se hace la luz: PERRY MASON, qué hombre más grande. Después me tomo un café y mientras, como hace un día de escándalo, miro por la ventana como atardece en la Toscana. Cago en todo, qué bonito es esto. Mientras estoy en el portátil me llama Víctor al móvil. Antes de cogerlo me doy cuenta de lo absurdo que resulta eso: Víctor está en casa, ¿qué carajo hace llamándome al móvil? Se lo cojo y me dice que se ha quedado encerrado en la habitación, que intenta salir y no puede. Vaya tío torpe y lamentable. Justo cuando voy a salir para cogerle las llaves por la ventana y abrirle yo, consigue salir casi cargándose la puerta. Vaya personaje.
Esa noche me como los dos últimos panini que quedaban en la mensa mientras vemos como va perdiendo el Inter de Benítez y después nos encaminamos a casa (otra vez) de Santi mi tocayo gallego y Kike el de Zamora (que se ve que después de aquella noche donde vinieron los carabinieris a llamarles la atención no han aprendido) a echar el rato mientras jugamos unas briscas. Después salimos y comprobamos que no se puede andar por las calles de Siena de la gente que hay. En una plaza del centro, delante de una iglesia, hay una fiesta al aire libre con barras en los laterales y música pinchada por un DJ que le bautizamos DJ Sarnas de lo malo que es el colega. Pero aún así aquello está petado de gente que lo da todo. Cuando llega la 1 o así se acaba la fiesta y comienza un periplo de dar vueltas por todos lados viendo dónde se han metido las miles de personas que había allí. Nuestra respuesta inmediata es que ó a casa ó a la calle porque sigue habiendo mucha gente en la Piazza del Campo, fuera de los bares de alrededor PERO nadie dentro: estos italianos se ve que amortizan el que no llueva y haga excesivo frío hasta las últimas consecuencias. Después de dar varias vueltas nos quedamos en el ambiente de la Plaza donde varias italianas se nos acercan a pedirnos tabaco. Como veo que el murciano de italiano va regular le echo un cable. «A ver, signorinas, nosotros os daríamos encantados un cigarro, pero no solemos darlo a aquellas personas de las que no sabemos el nombre». Ellas muy puestas, muy borrachas y con un mono muy de tabaco se nos presentan, pero ahora llega la prueba de fuego de saber cuáles de esas tres características tienen esta noche más potenciada. «Vale, pero ahora que os conocemos tenemos otro problema, ¿cómo hacemos para daros tabaco si ninguno de nosotros fumamos?». Nos mandan a tomar por culo y comprobamos que efectivamente tenían mucho mono de tabaco. En ningún momento me planteé que se fueran porque le pareciésemos todos feos, EN NINGÚN MOMENTO. Después la cosa mejora cuando llegan unas chicas italianas que conocemos, entre las que está una tal Agnese que estos ya conocían pero yo no (maldito martes que me quedé en casa…más me vale aprobar esa asignatura). De Agnese nos enamoramos todos porque menuda italiana está hecha. Antes de romper corazones, como diría el murciano, nos vamos a casa. Por el camino llegamos a la siguiente conclusión: no se puede salir desde el martes sin parar para llegar al sábado reventao porque aquí parece que es el día grande de salir, así que cambiemos de estrategia. Todos nos miramos afirmando pero con caras de «bueno, ya se verá la semana que viene…».
El domingo me doy cuenta de que Alessio ha fregado toda la montaña que tenía acumulada desde hace dos semanas de platos, vasos y demás. Por finnn, qué feliz soy. Comemos Víctor y yo en casa mientras vemos como gana Lorenzo en motos y descubro lo lamentablemente mal que habla italiano el jodío. Pero me vengo arriba con el himno de España y la foto de los 3 campeones españoles. ¡VAMOS COÑO! Eso sí, como se nota que estoy viendo la tele italiana porque uno de los comentaristas dice algo de que este título no vale tanto como otros. No, ha hecho récord de puntos el colega PERO NO VALE TANTO COMO OTROS, anda ya y que te pires. Esa noche vamos a casa de la parejita madrileña a ver el derbi madrileño y ¡¡¡¡¡VAAAAMOSSSSS marca Carvalho!!!!! ¡¡¡¡Me das 15 puntos en el Comunio fijoooo!!!!
Os dejo un vídeo que ya tiene unos meses pero para que veáis como nos lo montamos en el Congreso de AIESEC Sevilla del 2010. El que habla al principio era Ram, africano, que fue nuestro, por así decirlo, animador del Congreso. Si aguantáis hasta el final veréis a cierta persona bailando sevillanas 😀
P.S: yuju wei.

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