Siena · Viajes

Dándolo todo: parte de Siena II

Hola de nuevo a todos!

Por petición popular esta vez trataré de ser más breve, aunque no prometo nada. También aviso que hay menos anécdotas, lo del viernes al llegar fue demasiao.
Después de haber vivido no sé cuántos años ya en ese piso de la capital andaluza que da a una avenida en la que me han dicho que no pasan coches y que cuando gana el Sevilla (siento poner sólo el Sevilla pero señores béticos es lo que hay) o España algún título la gente no tiene mejor cosa que hacer que joderme a pitidos, cuando me levanto por la mañana el sábado en esta habitación y este barrio tan tranquilo me doy cuenta de lo que debe ser eso que llaman «silencio». Resulta que vivo a las afueras de la muralla de Siena, cerca de la Porta Pispini, en un barrio residencial de casitas muy tranquilo en el que siempre que salgo está paseando la típica viejecita italiana de nombre Francesca. Mi casa desde la cocina tiene unas vistas al paisaje de la Toscana más bien curiosas (véase foto adjunta), aunque no pretendo daros envidia (no qué va). Como sabéis Siena vive por y para el Palio, la fiesta grande de aquí, y me he enterado que aunque las «Contrade» (que son los barrios que participan en la carrera de caballos, todas están enfrentadas, todas se odian) están sólo dentro de los muros, los alrededores se abonan a una u otra en función de la cercanía, y al parecer yo pertenezco a la «Contrada del Nicchio», es decir, el Barrio de la Concha (absténgase de comentarios los argentinos). El tiempo aquí por ahora está bastante bien. Frío todavía no hace demasiado, si hace sol incluso se puede estar en manga corta, pero el tiempo es muy irregular y lo mismo te mueres de calor que se nubla en 2 segundos y te cae una lluvia como cayó la otra noche mientras dormía, tormenta incluida. Por terminar de describiros mi barrio, salgo de la casa y hay siempre gatos (no sé si salvajes pero correa no llevan) que se dejan acariciar y tal y estoy pensando en hacerme un ejército de gatos, porque son la leche.
El primer día oficial en Siena parece que va a ser tranquilo y de ubicación: ir con Víctor al centro a hacer unas gestiones de compra, móvil italiano, etc. Jí, enseguía. La primera parte comienza más o menos así: me voy al centro a sacarme la tarjeta de móvil Wind, que es la que obviamente se sacan todos los Erasmus aquí y creo que en toda Italia porque nos sale por 6 € al mes y podemos hablar 200 minutos gratis entre nosotros. Igualito que Telefónica. Después de eso vamos a un super a hacer compra individual y común. El súper es como el Mercadona de España y me abono del tirón a la marca «Conad», que es la marca blanca y me puede salvar la vida aquí. Por ahora la compra más importante del año está hecha: el papel higiénico.
Después de cagarme en la madre que parió a Víctor porque me ha colao todas las botellas de cerveza que hemos comprado en mi bolsa y los 10-15 minutos andando a casa me sirven como un mes de gimnasio, surge un plan vía telefónica que obviamente no iba a rechazar. Los amigos españoles que se ha echao Víctor en mi ausencia le llaman (al parecer Víctor aquí es «el centro de operaciones», y yo pretendo ser su coetáneo) para decirle que hay un partido de la Serie B italiana (como la 2ª de España). En concreto el Siena – Módena (vamos, lo que sería un Betis – Córdoba, pa entendernos). Nos cogemos una cervecita pal camino, nos hacemos unos bocatas y allá que tiramos. Me presentan a unos cuantos: uno de Sigüenza, un madrile y un murciano (ojo a este último personaje que puede dar que hablar, vaya crack). Compradas las entradas nos colocamos en lo que sería la zona de los Biris del Sevilla (¿gol Norte?). Vaya, donde más se iba a liar. Allí nadie se sienta, todo el mundo de pie cantando y nos aprendemos el grito definitivo: «Modenese pezzo di merda» (que debía ser algo así como «nos caéis mu bien los del otro equipo»). Yo de hecho como confiaba en el buen hacer de los tiffossi italiani esa tarde me tiro todo el día saludando a la gente por la calle con «pezzo di merda» y me miran raro. No entiendo por qué. El caso es que la primera parte fue un tostón de los grandes porque demostraron lo que realmente es el calzio: la 4ª plantilla suplente del Levante con sus estrellas lesionadas juega mejor. Pero la segunda parte nos vinimos arriba porque el Siena marcó dos goles y nos hicimos con el que era el líder del equipo: un tal Vípera (en realidad no se llamaba así pero era su apodo cariñoso).
Después del partido nos fuimos a un bar a celebrarlo y la cosa no salió tan cara: 2 € por una Moretti de 0,66 L. Pero se ve que la exaltación del partido y la cerveza hacen mella en la gente cuando se juntan y empezamos a venirnos arriba y a decir que esa noche no nos quedábamos en Siena y que iríamos a salir por Florencia. Digo «ea, el presupuesto del mes liquidao en un día, olé tus huevos Santi». Pero por fortuna los horarios de transporte no nos venían nada bien (además me vino a la mente la imagen de una estación de tren y se me revolvió el estómago) y nos quedamos en Siena.
Esa noche conocí la famosa Mensa, que es el comedor universitario de aquí y que no tiene nada que ver con los de Sevilla: muchas mesas pa elegir menús, comida bastante variada, bebida recargable ilimitada y sobre todo y lo mejor, todavía no he pagado más de 2,5 € por comer (si mi madre pretendía que aprendiese a cocinar aquí lo lleva claro). Pero por aquél entonces no tenía el carnet de la Mensa y me di cuentade que no era nadie sin él, así que tuve que comer todo el fin de semana de encalomao. Se me ha olvidado antes comentar que entre el partido y el bar no parábamos de ver por la calle un montón de belle ragazze vestidas todas iguales con unos trajes largos azules y dorados. Como veía paraillos a mis colegas le eché cara al asunto y en mi correctísimo italiano le pregunté que por qué iban todas así. De la historia que me contó me enteré la mitad porque mi italiano era aún un poco miserable (no porque los ojos de la chavala me tuviesen carcomido ehhhh cuidaito con lo que insinuamos). Lo que llegué a entender es que todos los años los barrios ganadores del Palio tienen derecho a una serie de fiestas por la ciudad y según creo financiadas por el ayuntamiento, y ellas estaban haciendo la previa repartiendo no se qué cosas que por algún extraño motivo a nosotros no quisieron darnos. El caso es que esa noche al salir de la Mensa caímos en que la famosa fiesta era justamente al lado porque estábamos en todo el barrio de la Tartuca (Tortuga para los amigos y «Tartuha» para los toscanos, que tienen ellos ese acento tan peculiar). La fiesta había que verla: un catering enorme con toda una plaza llena de mesas y tol barrio desfasando, con banderolas, mesa presidencial, setos podados en forma de caballos, etc. De repente se apagaron las luces de la plaza y entró por un lateral el jinete ganador que fue vitoreado por todos, y al momento se hizo el silencio absoluto porque llevado por otro hombre hizo entrada en la plaza el caballo ganador. Si el único sonido de las pisadas del caballo en una plaza atestada de gente no eran suficientes para helar la sangre, el hecho de que a los pocos segundos todo el mundo comenzara a entonar una canción al unísono como que impresionaba un poco. Lástima que yo estuviera abajo todavía jartándome de comer y esto me lo contara Víctor después. DO’H!
El caso es que esa noche descubrí que se puede hacer botellón en la misma Piazza del Campo de Siena y a ello que fuimos en masa todos los Erasmus. La gente se sienta y tumba por la noche con la plaza iluminada y se está bastante bien, sobre todo cuando acabas de comprar un lote por 4 mensas y media (os explico: la Mensa gira tanto a nuestro alrededor que nuestra nueva moneda para hacer cálculos es la mensa, que equivale a 2 € que es el precio más o menos estándar de comida). Los lotes aquí hay que verlos: son de Jamaican Club (es un ron que no está nada mal aunque no es Legendario), la Coca Cola (Hoha Hola en Sienese) es de litro y medio sólo, los vasos son de plásticode este blanco y tamaño pequeño y no te venden hielo porque aquí no se destila eso. A todo esto me ha faltao comentar (cosas del directo) que ya había ido conociendo a más gente, féminas incluidas, y que en la Piazza se fueron agregando más, pero ninguna persona con la que hablar italiano: todos españoles. Mal empezamos.
Una vez que conseguimos que nos den hielo en los bares de alrededor y pasamos allí un rato, la cosa se anima y de repente la plaza se petade gente. No sé si es que ya veo doble o no, pero desde luego allí hay más gente de la que mis amigos me habían augurado. Conozco a mucha gente, entre ellos a un gallego que es un personaje y que con la borrachera nos confiesa que él no es Erasmus ni es ná, pero que se ha venido con su novia a Siena y que se va a buscar la vida y ya encontrará un trabajo (amén de otros comentarios no aptos para menores). Finito el alcohol nos encaminamos hacia las calles de bares/pubs. Discotecas lo que se dice discotecas no hay, pero me da igual porque la zona de marcha me recuerda mucho al estilo coruñés y eso me trae buenos recuerdos. De hecho, somos tan pros que asistimos en un local a un concierto en directo y el subidón es considerable. A las 3 y algo de la mañana los locales empiezan a cerrar. Sé que puede parecer muy bajona pero tened en cuenta que aquí todo se adelanta varias horas y que el botellón lo habíamos empezado a las 10. No obstante, sí, ver que a las 3 y pico tiras pa casa un sábado aunque estés ya cansado no motiva. No obstante por el camino me da tiempo a un amigo y a mí a parlare italiano con unas tías que al rato descubrimos que eran españolas, pero el ron se ve que tiene un efecto que te ayuda a hablar italiano y aunque nos piden por favor que hablemos español que no nos entienden nos la trae floja y seguimos de guays practicando. Nota mental: beber ron antes de los exámenes en italiano.
El domingo tenemos más de mensa acompañada de unas vistas que descubrimos de la ciudad muy bonitas y tarde en nuestra casa en el campo. Llevamos a todo el grupo a estar en el patio de la casa jugando al póker. Paso a la fase final y recupero lo que gano más 1 ó 2 €. Ya tengo pa comer un día en la mensa. Me vengo arriba. Más tarde me vengo abajo cuando el Depor pierde 6-1, será el karma.
El lunes por la mañana me tiro sólo para el Rectorado porque tengo el registro como Erasmus. Entro en el edificio y a pesar de que un cuartode hora antes Víctor me había indicado que nada más entrar tenía que girar a la izquierda, el Jamaican Club me la juega por atrasado borrándome las neuronas que habían almacenado la información y tiro de frente. Cruzo un patio. Subo unas escaleras. Cruzo un pasillo. Abro una puerta. Salgo a una calle porque hay una flecha que me lo indica. Veo a una chica que está con una carpeta en la puerta de algo. Entro. Es una iglesia. Me cago en Dios y sigo de frente. Entro en otro edificio. Hay carteles con números y por si no lo estaba haciendo lo suficientemente mal me voy al que pone número 4 en vez de número 1. Espero en una sala. Le pregunto a una que está al lado mía si aquí se registran los Erasmus. No tiene zorra idea. Sigo sentado. Me levanto, aquello no me convence. Me voy a donde ponía número uno y espero en una cola. Al venirme las imágenes de las esperas en colas del viernes no aguanto ni 5 minutos y me voy de allí. Vuelvo por el camino andado. Entro donde tenía que haber entrado desde el principio. Pregunto pero como no entiendo ná de lo que me dicen paso deellos y sigo de frente. Cruzo un museo. ¿Un museo? ¿Qué coño hace un museo aquí? Subo unas escaleras y llego a unas salas donde hay unos cartelillos que ponen «Erasmus registrazione». Como no me fío lo pregunto. Me señalan el cartel y me dicen «¿tú no será tonto, no?». Después de haber estado un buen rato dando vueltas se ve que la puntualidad italiana es como la nuestra porque yo tenía mi cita de registro a las 10:15, cuando entré hace un rato en el Rectorado eran las 10:13 y me llaman cuando ya he llegao a este sitio a los 5 minutos. Tengo toda la papa del mundo y resulta que la mujer que me atiende es española. Aún así tiro de chulería sevillana y le pido que me hable en italiano que quiero practicar. La chulería se va por donde ha venido y a los 5 minutos me está hablando en español. Porca miseria. Despuésde unos papeleos aquí y allí ya tengo mi carnet de la Mensa y la tarjeta Erasmus Siena: soy oficialmente Erasmus. Por cierto, en Italia tienen que estar totalmente flipados porque todos los Erasmus que llegan a Siena estudian Historia del Arte. Cuando el tío me iba a poner que estudiaba eso tiré de mi honor y le dije que nanai, que pasaba de que mi tarjeta pusiera que estudiaba una carrera que regalan con el cupón del periódico, pero cuando me dijo que te sale gratis entrar en museos y tal si estudias esa carrera pues allá que en todas nuestras tarjetas pone que somos estudiantes de Historia del Arte. Incluida la mía.
Esa tarde tiramos pal curso de italiano que está donde el viento da la vuelta y en frío nos ponen un examen. Zas, en toda la boca. Se supone que es un examen para ver el nivel de cada uno y eso, pero una cosa es que la prueba de escucha tenga un nivel bajo y otra que cuando empieza te digan «Comienza la pregunta de escucha 1. Abra el cuadernillo por la pregunta de escucha 1. Lea la pregunta de escucha 1. Entienda la pregunta de escucha 1. Escriba la pregunta de escucha 1. Pase las respuestas de la pregunta de escucha 1 a la hoja derespuestas de la pregunta de escucha 1. Ha terminado la pregunta de escucha 1″ Vale que seamos Erasmus, pero no somos mongolitos. Como a la mañana siguiente no hay curso de italiano decidimos ir a Florencia, y mientras me entero en una conversación que las clases universitarias deberían haber comenzado el 4 y lo harán el 11 porque Berlusconi ha reducido no se qué presupuesto de estudios. Creo que nunca me he alegrado tanto de que Berlusconi baje un presupuesto. Forza Silvio. Esa tarde-noche me acerqué con el murciano a un gimnasio cerca de mi casa pa apuntarnos. Nos atiende un tal Güido (sí, como el de la película Nine, no querramos ser todos tan listillos) que al ver que somos españoles nos dice que su novia se va a Sevilla de Erasmus al día siguiente. Al preguntarme por la fiesta de la ciudad le digo que hay mucha y mucho ambiente Erasmus, que su novia se lo va a pasar de lujo y a recogerse el doble de tarde que aquí. En vez dealegrarse parece que le esté diciendo que su madre se ha muerto.
Aunque ya he estado varias veces en Florencia, siempre me vuelve a gustar más cuando vuelvo. El martes, después de entrar en Santa María Novella entramos al Duomo, comemos unas pizzas rodeados de palomas que nos miran con cara de pocos amigos, cruzamos el Ponte Vecchio y entramos en el Palazzo Pitti, que con lo de Historia del Arte nos salen todas las visitas (una exposición de Caravaggio, el palacio, sus obras y sus jardines) gratis. Al fin sí que va a cundir esto de ser de Historia del Arte, y tanto es así que por hacer honor nos venimos arriba viendo los cuadros y como el murciano había dado Arte en el instituto y sabía no sé qué de unos puntos de fuga en los cuadros, el resto nos fuimos de entendidillos y en el Palazzo no parábamos de ver puntos de fuga por todos laos. Al llegar de vuelta a Siena el día ha sido largo y toy to reventao, pero basta que me digan que hay fiesta Erasmus esa noche para venirme arriba. Sin pasar siquiera por casa nos reunimos 5 para comprarnos algo de beber. Obviamente el sitio para hacerlo es el de siempre: el hebreo. El hebreo es un tío que tiene una tiendecita y que seguramente ni es hebreo ni es ná, pero que alguien le vería cierto parecido con algún hebreo y ya se le ha quedao al pobre. El caso es que cuando llegamos la tienda está cerrada y apagada. Pero como Víctor me había avisado al respecto, al ver luz al fondo empecé a llamar y el tío con una sonrisa nos abrió y muy amablemente nos vendió lo que le pedimos y encima, como siempre redondea cuando vende, nos cobró 9 € en vez de 9,60 €. Todo un crack. Le debo la vida.
Esa noche nos ponemos a beber fuera de un bar los 5 tranquilamente más los 20.000 españoles y algún que otro extranjero y me presentan por fin a un italiano, concretamente napolitano, que se llama Emmanuelle (Manu pá los amigos). El tío estudió su Erasmus en Granada y ahora es el presidente en Siena de la Asociación Erasmus. Cuando llega lo hace hablando un español perfecto con un deje granadino curioso, y a mí me da por decirle, en italiano «a ti en España te hablaban en Español, así que como tú ahora estás en Italia habla en italiano que tenemos que practicar». En ese momento le cambia la cara y se pone muy serio. La he cagao. Se acabó todo para mí. Adiós a mi Erasmus y a mi vida. Le acabo de decir algo malo, no sé qué, a un Napolitano y la Gomorra va a ser poco pa lo que me va a traer aquí. El caso es que el tío me dice «llevo 4 años en esta ciudad y eres el primer Erasmus español que en el primer mes aquí me dice que le hable en italiano». Lo he triunfao. Hola a mi Erasmus y a mi nueva vida en la que tengo de protector a un napolitano. El tío no sólo empieza a hablar italiano sino que más tarde en la disco/pub me invita a una copa. Se me caen las lágrimas, acabo de ahorrarme 2 mensas.
El miércoles se supone que debería de empezar el curso de italiano, pero en su defecto hay una presentación bastante coñazo y soporífera en la que lo más interesante es que cuando preguntan cuántos españoles hay en la sala, de 500 Erasmus levantan la mano 600. Invadimos el mundo, ¡sí! En la presentación cada profesor del curso se levanta y dice algo, y concretamente hay uno que lleva rastas (son todos muy jóvenes) que no le sale aquello de hablar en público y se ve un poco lento, cuando el resto es capaz de soltar un monólogo sobre su vida delante de los 600 españoles de allí. ¿Adivináis quién me toca de profesor? Seeeeiii, el rastafari lento. El caso es que después de la presentación voy con el murciano a apuntarme al gimnasio y como hasta el viernes el Güido no me hace el programa, Luis (que es la otra forma que tenemos de llamar al murciano) se las hace de profesor y me pone su programa particular. Al día siguiente al levantarme me cago en el murciano y me acuerdo de toda su familia.
El jueves comienzan las clases de italiano por la tarde y aquello es un TOSTÓN. Como todavía no tenemos el libro, las 4 horas que dura la clase el rastafari se dedica a improvisar y después de la presentación tan fluida que tuvo os podéis imaginar la clase tan amena que tenemos…genial, sin amigos italianos y con un profesor así me veo en 2 semanas escribiendo la gran novela italiana. No me anima nada el que aquella noche cuando llego a casa Alesio (el lolailo que tengo de compi de piso) tiene organizada una cena con amigos a la que me invita, y no capisco una merda de lo que me hablan en toda la noche porque son todos del sur y su acento es como el andaluz en España pero versión gore. Para poneros en antecedentes, mi casa no es ni de lejos una mansión y la cocina da gracias si caben a la vez 4 personas. Pero aquella noche no somos 4, somos 10. Supongo que lo del camarote de los Hermanos Marx se inspiró en que uno de ellos se fue deErasmus a mi piso y su compañero italiano organizó una cena para 10 y de ahí surgió la película. El caso es que los amigos de Alesio son bastante pintillas (uno es igual que el típico guitarrista de un grupo de Heavy Metal: gordo, vestido de negro con botas militares, calvo y con una «perilla» pelirroja que le llega al pecho). Pero todos muy wena gente. La fiesta se anima cuando pasamos a ser 11 porque entra por la ventana una polilla gigante que se nos une a la cena. Mmmmm me encantan las polillas gigantes. Por cierto, se me ha olvidado decir que aquí todos los bichos están ciclados y que los mosquitos secuestran por la noche a la gente y se las llevan a sus guaridas, aunque yo por fortuna por ahora me he librao.
El viernes nos apuntamos a un viaje a Perugia organizado por el grupo Erasmus (este viaje se las promete, atentos al próximo email) que será el finde que viene, y después Víctor y yo nos acercamos POR FIN a conocer nuestra facultad de Economía. Al lado de una basílica, con un antiguo claustro como entrada y con vistas a la Toscana, la facultad es bastante bonita, pero seguimos sin conseguir nuestro objetivo: no tenemos ni pajolera idea de en qué estamos matriculados y cuándo empezamos oficialmente las clases. Me encanta la Universidad italiana. Más tarde voy al gimnasio a que Güido me haga el programa. Paso de acordarme de la familia de Luis a acordarme de la familia de Güido.
Esa tarde me enfrento a uno de los mayores retos de todo el Erasmus: mi primera lavadora. Como Víctor ya había puesto una antes, le pregunto que dónde se echa el detergente y dónde el suavizante, que allí no hay ninguna indicación que me lo diga. Se ve que Víctor y yo la hemos cagao porque cuando termina mi lavadora la ropa está más tiesa que una plancha metálica. Maldito Víctor. Pero bueno, todo se relaja bastante cuando esa noche vamos a una fiesta en una discoteca a las afueras de la ciudad. La noche está plagada de anécdotas y lo siento si alguien se ofende pero no quiero omitir detalles. Comenzamos como siempre, haciendo la previa en la Piazza del Campo. Cuando yo voy a empezar mi primera copa, el de Sigüenza lleva 6 de su Whisky. Se me ha olvidado describir a este otro personaje. Chaval que estudia Teleco, muy tranquilo y de pueblo, que parece que no va a enfadarse nunca y que jamás va a romper un plato. Jiiiiiiii Paaaaco. Cuando terminamos de beber nos encaminamos a coger el autobús que nos lleva a la discoteca y que está incluido en el precio. Allí lo de las colas no se destila y cuando llega el primero es un sálvese quien pueda. El primero no lo cogemos. El segundo sólo algunos de mi grupo. Los que nos quedamos ya tenemos varias opciones: o esperamos al tercero que tardará un buen rato en llegar o pillamos un taxi. Vamos a otra plaza a pillar un taxi. No hay. Una de las chicas llama al Radiotaxi italiano pa que venga un taxi. No viene. En ese momento el murciano está bastante afectado por lo del taxi y comienza a experimentar con la señal de la parada: la tira al suelo, le quita tornillos, etc. Como allí no viene nadie decidimos volver a coger el autobús. Por el camino, el que está bastante afectado es el de Sigüenza que os he dicho y derepente dice «que yo soy de pueblo tío» y tira de una patada una papelera al suelo. La carrera que nos pegamos dura 20 segundos porque 100 metros más adelante nos cruzamos con un coche de la policía. Damos gracias a Dios por no acabar en el calabozo, el delito no lo ha visto nadie. El caso es que por el camino aparece un taxi y 4 de ellos se montan. Nosotros somos unos putos afortunados que no encontramos ninguno y vamos a esperar al bus. Cuando uno de mis amigos dice «yo he oído que la discoteca está cerca de la estación detren, podemos bajar andando» empezamos a caminar y de repente le llama la novia: 33 € de taxi, la discoteca está a tomar por culo y que ni pillemos taxi y mucho menos se nos ocurra bajar andando. Uffff de milagro. Por fin pillamos el bus y el gallego extravagante nos ameniza el viaje. Al llegar comprobamos que la discoteca es bastante grande, petada de gente y que estamos en la inauguración de la temporada. Nada más llegar, nos cruzamos a uno de nuestros amigos que es bastante peculiar y digamos que aquí toca modular el lenguage. Sabéis que los argentinos usan la palabra «coger» para una expresión diferente que la nuestra, ¿no?. Bueeeno, pos siempre se me quedará grabada la escena de este personaje nada más entrar en la discoteca y gritando «¡esta noche cojo, esta noche cojo!». Del resto de la noche sólo merece comentar que a la llegada de los autobuses de vuelta, y viendo la gente lo que había pasado a la ida, se formó un pelotón de la muerte en las entradas y salió de nuestro autobús un italiano cabreado que por lo que se veía quería que formásemos una fila. Si le hubiéramos obedecido posiblemente nos hubiéramos ahorrado los 12 muertos (es coña, lo habríais visto por televisión).
El sábado tuvimos un concierto de reggae. No iba yo mu motivao pero jode que conciertazo y vaya ambiente. Ahora eso sí, el olor del aire te dejaba un poco colocao. Por último de este correo deciros que el domingo hemos tenido un agradable «pranzo» (almuerzo en arocheno) organizado por mi casera en el patio de mi casa (es particular, cuando llueve se moja…estoy desvariando, será el vino). Ya he descubierto por qué le sale tan rentable lo de tener a estudiantes: primero nos cobra el alojamiento y luego un día cuando menos te lo esperas queda contigo para cebarte e hincharte de vino para luego descuartizarte y vender tu carne. El caso es que la comida ha estao bastante bien y por fin he conocido a mis vecinos de la otra casa, que son 2 chicas austriacas, uno alemán y otro francés (aparte de Gordon, otro alemán que es el que parte el bacalao aquí pero estaba en Roma, y Giorgio, que es un abogado que vive perpetuamente allí y que es un crack). Pero no sólo estaban ellos, había una trupa de gente que no tenía ni putana idea de quiénes eran pero que serán otros tantos estudiantes que tiene Simonetta (si Monte dei Paschi tiene aquí el monopolio de los bancos, mi casera el de los alquileres). Por cierto, es curioso que aquí en Italia no se puede fumar en NINGÚN sitio cerrado y que incluso cuando estábamos comiendo fuera todo el mundo que quería fumar se levantaba y se apartaba a un lado (YA ME GUSTARÍA A MÍ QUE MÁS DE UNO DE LOS QUE FUMÁIS LO HICIÉRAIS, PANDA DECABRONES). El caso, la comida se ha alargado tanto que hemos acabado Víctor tocando la guitarra y yo cantando (sí, os lo creáis o no canto de vez en cuando), luego ha surgido un póker en el que me han desplumao los malditos alemanes y la suma del vino de toda la tarde ha acabado con Víctor y conmigo y nos hemos quedado dormidos en la Mensa.
Ehhhhh…creo que no cumplo mis promesas, este email es peor que el anterior. Os estoy torturando de mala manera, pero os jodéis, por fumar. Además, aquí apenas hay coches por la calle y se respira de vicio, y vosotros también tenéis la culpa. Me meto en el Comunio: he fichao a Nilmar, estoy que me salgo. Buenas noches!
P.S: os dejo este vídeo:

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