El post del viernes

El post del viernes (IV)

Buenos días soñadoresss!!!!

Llevo unas dos semanas acostumbrándome a ponerme los cascos en el trabajo para esos ratos en que se están haciendo esas-típicas-cosas-mecánicas-coñazo-que-no-necesitan-concentración-y-que-matarías-por-estar-haciendo-cien-mil-cosas-diferentes, y entre otras cosas me he acostumbrado a escuchar «Levántate y Cárdenas» en Europa FM. (Juro que no cobro por publicidad, repito, JURO QUE NO COBRO POR PUBLICIDAD)

Pues para los que no lo oís, si hacéis de tripas corazón para aguantar a Cárdenas (lo siento es superior a mis fuerzas, salió en Crónicas Marcianas…), al menos descubriréis cosas tan interesantes como:

– Hay gente que cree que «la movida madrileña» fue una cosa de la Guerra Civil.

– Paul McCartney para algunos se ve que fue un estupendo científico.

– Los hombres que se hacen selfies podrían ser psicópatas.

– La expresión «el que corta/parte el bacalao» puede tener su origen (hay varias opciones) en las colonias españolas, ya que el bacalao salado y secado era un alimento que además de fácil de consumir, era fácil de transportar y conservar; es por ello que se usó frecuentemente como alimento para los esclavos que trabajaban en las colonias españolas, y cuando acababan su jornada, éstos se ponían en fila y recibían un trozo de bacalao… previamente cortado por el capataz o el patrón.

– El origen de la expresión «aquí hay gato encerrado» tiene su origen en los siglos XVI y XVII (para los de la LOGSE, el Siglo de Oro) en el que se puso de moda llamar gato a la bolsa en el que se guardaba el dinero. Era habitual llevar alguno de estos ‘gatos’ con sus respectivas monedas escondido entre las ropas o guardado a buen recaudo en algún lugar de la casa, como remedio a los posibles hurtos. La víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si tenía dinero y donde lo llevaba, por lo que la consigna que se daban entre sí, los amigos de lo ajeno, era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa con dinero guardado y/o escondido.

– Hay un tío que se llama de alguna forma de no me acuerdo dónde y de tal edad que le diagnosticaron un cáncer terminal incurable, y decidió pasar el resto de sus días riéndose. Se pegó viajazos viendo a amigos por todo el mundo que no veía desde hace mil sin decirles nada de su enfermedad, e invitaba a su casa a amigos cercanos que lo sabían a que fueran a visitarlo a su casa, pero obligándoles a que desde que entraran en la puerta llegaran con una sonrisa, un chiste y muchas ganas de reírse y contar anécdotas. Pasado un tiempo, en una revisión, le dijeron que el cáncer había desaparecido totalmente y estaba, «milagrosamente», curado.

Y ya basta que si os doy más dosis de culturilla general os váis a cansar y me váis a acusar de enseñar y yo por ser docente no cobro.

Buen fin de semana señores y pensad en mi última historia: que no os tengan que diagnosticar nada mamonas! Disfrutad!

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