Las mesas están puestas en fila pegadas a la pared, normalmente 3 o 4, una detrás de otra y en líneas paralelas. Son las típicas mesas de madera, con los típicos manteles de papel de usar y tirar. Algunas están todavía llenas de vasos, platos y jarras, otras se nota que los camareros ya pasaron a limpiarlas. Son alrededor de las 5 de la mañana y aún queda gente charlando, cantando y bailando. Uno de esos grupos está formado por personas adultas, de alrededor de 40 y tantos años, que se encuentra sentado en una de las mesas que más acumula bebidas sin retirar, puesto que se hallan en la maravillosa labor de agotar las existencias, renovarlas y volverlas a agotar. Charlan y ríen a alto volumen, no sólo porque de normal son gente que tiende a elevar el tono de voz por encima de la media socialmente aceptada, sino porque además el bullicio de otras mesas de alrededor les obliga a emplearse a fondo en hacer llegar sus voces a los amigos que están en el otro extremo.
Mientras todo esto ocurre, una o dos mesas más atrás de donde ellos se encuentran, donde apenas el sonido baja unos decibelios, vemos una escena un tanto peculiar. Un niño duerme. El niño tendrá unos 6-7 años, como mucho, y se desparrama hecho un ovillo en una improvisada cama formada por unas pocas sillas de madera de tijereta. Se ve que le da igual todo el escándalo de alrededor, como si el hecho de dormirse en esas circunstancias fuera algo natural y a lo que estuviera totalmente acostumbrado. Ese niño soy yo, hace prefiero no decir cuántos años, en una caseta de la Feria, y el grupo de adultos que me vigila de tanto en cuanto son mis padres y sus amigos.
Desde que tengo memoria, mis padres nos han llevado a todos los saraos a mi hermana y a mí, y además de tenerme en la Madrugá sevillana hasta altas horas esperando a ver si pasaba la Hermandad de Los Gitanos, tuvieron a bien que desde temprano nos acostumbráramos a algo que íbamos a mamar sí o sí habiendo nacido donde habíamos nacido, a pesar de que ninguno de ellos es de Sevilla: la Feria, sus ritos y sus horarios. Si ha parecido que la descripción de arriba la hago desde el rencor, todo lo contrario: me parece una escena entrañable y por la que, entre otras cosas, a día de hoy soy un enamorado de la que para mí es la mejor semana del año con diferencia.
Esa semana, hace creo que 8 años, se amplió por votación popular tras un debate que llevaba abierto mucho tiempo. Al empezar un lunes por la noche, la semana como tal no llega a ser una semana completa, y tanto los sevillanos como la gente de fuera no podían disfrutar ni siquiera dos fines de semana de algo que ocurre una vez al año, como sí ocurre con otras grandes fiestas de la Comunidad, véase la Feria de Córdoba, de Málaga…además, el derecho consuetudinario había generado que, estando montadas ya todas las casetas y cacharritos desde días antes, la gente optaba por ir al Real de la Feria desde el fin de semana anterior, por lo que ampliarla sólo le daba formalidad a lo que ya en la práctica se venía produciendo. Obviamente había otras razones, véase económicas, de apertura de la fiesta a gente tanto de fuera como de sevillanos «expatriados» que no pueden cogerse días entre semana para volver a su ciudad a disfrutar de la Feria, y otros tantos motivos que no repetiré aquí porque ya llevan exponiéndose muchos días.
La razón por la cual se han venido exponiendo: el actual gobierno local decidió volver a someter a votación, menos de 10 años después de que se produjera el cambio (y 2 años en medio sin Feria por el Covid incluidos), el volver al formato anterior de Feria de lunes a domingo. Algunos motivos que he oído: que la Feria actual no hay cartera ni cuerpo que la aguante, que la Feria es para los sevillanos y al ampliarla 2 fines de semana se llena de gente de fuera y pierde la esencia…
Respeto todas las opiniones y respeto si ha salido una mayoría que quiere volver al formato anterior. Mayoría ajustada, eso sí, y con muchas dudas en cuanto al formato de votación, y una legitimidad cuestionable al haber habido una campaña muy partidista y claramente orientada hacia un resultado por parte del propio gobierno local actual, con ninguna objetividad que digamos. Pero honestamente y con todo el cariño a mis congéneres sevillanos que hayan votado a favor de volver a cambiar el modelo, creo que nos equivocamos y bastante.
Primero, quien tenía dinero y cuerpo antes para ir de lunes a domingo, lo tiene para ir de sábado a sábado, que en la práctica sólo se ampliaba un día escaso la Feria con el nuevo formato (de hecho, qué queréis que os diga, yo cuando voté en su día totalmente a favor hubiera votado de viernes al domingo de la semana siguiente, que es lo suyo…pero bueno, es otro debate). Segundo, si no tienes cuerpo ni dinero para ir todos esos días, muy simple: no vayas. De hecho oye, conozco sevillanos que viven en Sevilla que consiguen no ir algunos días, y tampoco iban en el formato anterior (típico fin de semana donde vienen «los de los pueblos, y yo ya no aguanto y me voy a la playa»), y no pasa absolutamente nada. Que hasta donde yo sé no es obligatorio por ley ir. Tercero, me parece muy bien que queramos que la Feria de Sevilla mantenga sus tradiciones, sus casetas mayoritariamente privadas en comparación con otras, su estilismo, su idiosincracia…estupendo. Pero es que eso no va a cambiar aunque la ampliemos un par de días más, señores. Que si las casetas siguen siendo privadas la mayoría, y usted no quiere meter en su caseta a madrileños, de Despeñaperros parriba, extranjeros o quien sea, no se preocupe que va a poder seguir evitándolo. Y en todo caso, permitirá que sevillanos como yo, y por desgracia otros muchos que ya no vivimos allí por diferentes circunstancias, podamos elegir ir diferentes días y adaptarnos las vacaciones. Y por qué no, abrir un poquito más la ciudad, que a mí me encantan nuestras costumbres, pero a veces huele demasiado a rancio. Que a pesar de ser la Feria este año formato largo, aquí el menda ha seguido viendo a un grupo de chavales levantar como si fuera un Cristo a una flamenca al sonar la marcha de Semana Santa que da comienzo a «Demasiadas Mujeres» de C. Tangana. Y a unos señores de 50 años metiendo en su caseta a bailar sevillanas a unas chinas que pasaban por la calle y que estaban encantadas. Y a los autobuses que vuelven de la Feria llenos de gente cantando flamenco a las tantas de la mañana. Y miles de trajes de flamenca preciosos y gente engalanada más que para una boda.
Que viva la democracia, lo de defender lo nuestro y todo eso, pero que es que igual de tanto apretar y cerrarnos creyéndonos que nos van a quitar la Feria, vamos a terminar reventándola de verdad, o si no desde luego a seguir ganándonos a pulso la fama que tenemos de rancios, sevillanitos y estiraos contra la que algunos intentamos luchar día a día.
Post patrocinado por Cruzcampo y Manzanilla La Guita
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Jajajaja pero calla que nadie sabe mis fuentes de ingreso mamona
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Pues nada, el año que viene nos inmolamos
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