Opinión

El Abogado del Diablo

A veces me maravilla la facilidad que tiene mucha gente para posicionarse sobre un tema y no zafarse de él hasta que la Verdad, como ente supremo que se apareciese a este tipo de personas de la nada, les da una palmadita en la espalda y les dice «tienes razón, ¿ya estás contento? Puedes dejarlo estar». Lamentablemente cuando muchas veces me he encontrado con este tipo de personas, suelen no conformarse con que el que les diga esa frase sea yo, normalmente porque se me nota abiertamente que no me apetece discutir y que he optado por la condescendencia adrede. Así que, según me pille, en repetidas ocasiones elijo no disfrazarme de la Verdad, porque me descubren a la primera, y me pongo traje, corbata, saco el maletín, me ajusto los cuernos (y los de la infidelidad también) y el rabo (…), y juego a algo muy divertido llamado El Abogado del Diablo – cuyo origen, por cierto, explicaba en El post del viernes (XI). Da igual que opine exactamente igual que mi contraparte: nunca he soportado la vehemencia, a los que no son capaces de dar su brazo a torcer, ni los que defienden opiniones políticas hasta las últimas consecuencias, como si un equipo de fútbol se tratase, con tal de no conceder un tanto al otro partido, ideólogo o color rojo/azul/verde/naranja/morado/amarillo, porque eso significaría debilidad e incluso aceptar per se todo el programa político de los que defienden esa idea. Ya sabéis: el feminista es un rojo, el que lleva la bandera de España un facha, y esas cosas que implican que no puede haber puntos intermedios y las idiosincrasias van empaquetadas sin opción a desviarse de los argumentos encorsetados.

NO OBSTANTE todos pecamos a veces de querer encendernos y llevar la razón, o simplemente queremos disfrutar del placer de llevarle la contraria al adversario con tal de fastidiarle o no concederle un mísero tanto en una discusión, aunque estemos de acuerdo en ciertos puntos. Si no, que se lo digan a ciertos amigos con los que, durante el confinamiento, mantuve regulares videobotellones. Cada fin de semana, nos sentábamos viernes y/o sábado por la noche allá donde estuviéramos cada uno delante de las pantallas, abríamos unas cervezas y/o botellas del espirituoso que más nos apeteciera en ese momento, y disfrutábamos de horas de charlas sobre infinidad de temas. Reyes, una de las habituales tertulianas que terminó haciendo negocio de aquellas llamadas porque nos engañó a todos con unos Trivial online, premios incluidos, de una dificultad que ya quisiera Jordi Hurtado, creados por ella misma, su compi de piso y amenizados con música pinchada del que ha terminado siendo su churri (otro al que ha engañado también), pues Reyes, como iba diciendo, solía plantear antes de los malditos Trivial que nunca gané una serie de disyuntivas. Recuerdo que allá por abril de 2020 preguntó «si supierais que el confinamiento estricto va a durar hasta final de año (risas y más risas), ¿viviríais cada día o le daríais al botón de pasar al siguiente capítulo directamente y aparecer en 2021?«. En aquella pregunta no hubo demasiadas divergencias en el grupo, y salvo algún desesperado que días después, con apenas unas semanitas de confinamiento, estaba ya harto y pidió cambiar su respuesta, todos afirmamos que viviríamos cada día. La polémica en cambio la suscitó con otra pregunta: «Si de las siguientes 3 cosas sólo pudierais mantener una, y solamente una, para el resto de vuestra miserable vida, ¿con cuál os quedaríais prescindiendo de todas las demás? A: tener la razón. B: beber alcohol. C: sexo.» Con mi cuarto cubata de la noche os podréis imaginar qué respondí yo, pero comprobé anonadado que varios de mis amigos no podrían vivir sin tener la razón, así que se quedaron con la opción A.

Pues para ese tipo de gente (y los otros también, por qué no), me gustaría que jugaran conmigo a responder a una pregunta a lo «Quién quiere ser millonario«, y en función de la respuesta que den, acudan al lugar del post donde se ubique su respuesta. No temáis: incluso aunque de la lectura en algún momento asintáis con la cabeza, vuestro orgullo no estará herido por varios motivos. Lo primero, nadie os ve, y nadie sabrá que estáis aceptando postulados contrarios a los vuestros. Lo segundo, incluso en el extremo de que vuestra fuerza de voluntad cediese y acabarais disintiendo de vuestra opinión inicial, tranquilos: volved al inicio, donde se formula la pregunta, responded de nuevo y leed el otro apartado.

(((Se recomienda al lector que entone mentalmente con la voz de Carlos Sobera y se ambiente con las luces y música que había en el programa)))

TINONINONINONINNNN (((CHAN CHAN….CHAN CHAN…LUCES, MÁS LUCES…Y ESTA CARA:)))

JUGUEMOS A…QUIÉN QUIERE SER MILLONARIO. ¿Con cuál de las siguientes afirmaciones se siente más identificado?

OPCIÓN A) Estoy muy de acuerdo con la encarcelación de Pablo Hasél. Es un criminal, y lo que se ha hecho simplemente es aplicar la ley y hacer justicia.

OPCIÓN B) Me parece fatal la encarcelación de Pablo Hasél. Es un mártir, y lo único que se ha hecho es privar su libertad de expresión, con una ley injusta y opresora.

OPCIÓN A

Entre 2014 y 2016, Pablo Rivadulla Duro, más conocido artísticamente como Pablo Hasél, publicó 64 mensajes de Twitter y una canción en Youtube. En ellos, Pablo Hasél denunciaba diversas cuestiones: la brutalidad policial y la corrupción monárquica, y manifestaba diferencias políticas varias con partidos tanto de izquierdas como de derechas por sus actitudes ante dichas cuestiones. Lo hizo en un tono duro, directo y sin tapujos, malsonante y maleducado, en lugar de hacerlo desde el respeto y la cordura. La cuestión es que años más tarde ha sido condenado hasta en 2 ocasiones, siendo estas sentencias ya firmes, por un tipo de delitos bastante cuestionados en nuestro ordenamiento jurídico: injurias a la corona y enaltecimiento del terrorismo. A día de hoy, la realidad es que el Rey emérito está en otro país y no para de realizar regularizaciones con Hacienda, cuanto menos dudosas, y los únicos incidentes que han derivado de aquellos 64 Tweets y la canción de Youtube han ocurrido ahora tras el encarcelamiento del rapero, pero no antes. En su día, con poco más de 54.000 seguidores en la red social, no ha quedado demostrado que Pablo Hasél fuera capaz de hostigar a ninguna masa para provocar ningún altercado ni liderar ningún movimiento, mucho menos terrorista.

Recuerdo que en primero de carrera, nuestro profesor de Teoría del Derecho llegó un día a clase, interrumpió lo que estaba explicando, enseñó que llevaba zapatos, y explicó que en sus clases era obligatorio el uso de calzado adecuado, por lo que pidió por favor que todo el que llevara zapatillas de deportes o botines abandonara el aula y volviera al siguiente día apropiadamente vestido. Tras segundos de duda y como no parecía que hablara en broma e insistió educadamente en que cumpliéramos, algunos comenzamos a mirarnos anonadados, y con ligeros titubeos comenzamos a levantarnos hacia la puerta. Antes de que llegáramos a salir, dijo que no hacía falta que lo hiciéramos, y una vez que volvimos a estar sentados los pobrecitos que no llevábamos zapatos, preguntó si no nos había parecido injusto lo que había pedido a sus alumnos. Obviamente a todos nos pareció un poco exagerado, más teniendo en cuenta que estábamos en una Universidad pública, a lo que siguió su explicación del tema de ese día que era el concepto de «sentimiento y conciencia jurídica«, que no es más que la capacidad de cualquier ser racional de discernir entre lo que es justo y lo que no independientemente de lo que diga el ordenamiento jurídico, pudiendo observar una norma y catalogarla primero desde la subjetividad y posteriormente desde la objetividad y racionalidad sin necesidad de contar con un título de Derecho. Todo esto lo he explicado por introducir una pregunta, que es el debate de fondo que yo creo que muchos estarían queriendo tener hoy en día pero que desgraciadamente se está desvirtuando, seguramente incluso por desafortunadas declaraciones hechas mal y a destiempo: hasta qué punto es justo que un cantante, con el que podemos no sentirnos identificados, publique una canción con más o menos gusto musical pero que es eso, una canción, con abierta intención de protesta política, y que con poco más de 54.000 seguidores en Twitter y sin capacidad real de provocar una alarma social o movilización violenta, acabe en la cárcel, con antecedentes penales y con todo el trastorno que ello supone.

Independientemente de lo que hayas podido responder a la anterior pregunta sin signos de interrogación, veamos qué dice al respecto el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante, el «TEDH«). El TEDH con sede Estrasburgo ha condenado a España en numerosas ocasiones en los últimos años por diferentes cuestiones relacionadas con la aplicación de las leyes por jueces y magistrados de nuestro país. Por bajarlo a números, alrededor de 120 sentencias en nuestra contra desde 1979, cuando nos adherimos al Convenio Europeo de Derechos Humanos, de las cuales alrededor de la mitad han sido en los últimos 20 años. ¿Qué ha juzgado el TEDH para terminar condenando a España, con las multas que eso lleva aparejadas y que terminamos pagando todos de nuestro bolsillo? Algunas de las sentencias han sido por no investigar a fondo torturas policiales (sin ir más lejos, a principios de este año, por el caso de supuestos malos tratos policiales a Íñigo González Etayo, miembro de Ekin y Segi, en 2011). Otras por no respetar el derecho a un proceso justo, y aquí hay una que seguramente se recuerde: el TEDH determinó que Arnaldo Otegi, condenado por haber llamado al Rey «jefe de los torturadores», no había tenido un juicio justo con todas las garantías y la jueza que dictó sentencia no había sido todo lo imparcial que se exige a un magistrado en ejercicio de sus funciones. Las más de 100 sentencias siguen: más contra la no prohibición de la tortura en relación con presos (muchos de ellos de ETA o los GRAPO), también hemos sido condenados en varias ocasiones por violencia policial y el uso desproporcionado de la fuerza en manifestaciones, y en relación con lo que nos atañe, por el no respeto al derecho a la libertad de expresión.

La ONU y el propio TEDH en numerosas ocasiones han acusado a España de tener en su código penal delitos y términos ambiguos como el enaltecimiento del terrorismo y la humillación a la víctimas, resultando, en palabras de la Comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, «en restricciones desproporcionadas en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión«. Evidentemente, lo que destacan los expertos juristas en ese sentido es que cualquier resquicio que se emplee para que personas en el uso de este derecho se lo tengan que pensar 2 veces por si serán sentadas en un banquillo, multadas y adquiriendo antecedentes penales, e incluso penadas con años de prisión, hacen que el derecho en sí esté restringido y no exista una especial protección al mismo, con el efecto intimidatorio que ello supone. Organismos internacionales que critican determinados tipos penales en España han puesto mucho el foco en los famosos «delitos contra el honor» y también en «delitos de ofensas contra los sentimientos religiosos», usándose estos a veces para coartar la libertad de expresión de las personas. Así, en otros países europeos, para que el delito de ofensas contra los sentimientos religiosos sea perseguido se tiene que añadir un extra: que altere el orden público y que cause una indignación pública. En cuanto a éste u otros delitos similares, hay países que ni contemplan directamente esos tipos penales o los han retirado en los últimos años de su ordenamiento, como Francia en 2013 cuando eliminó el delito de ofensa al jefe del Estado. Para el enaltecimiento del terrorismo, países de nuestro entorno europeo requieren que se sumen dos condiciones: que el acusado tenga la intención de incitar al terrorismo y que, además, tenga la capacidad para que se lleve a cabo ese terrorismo. No hay que irse a países del entorno u organismos internacionales: en nuestro propio país en los últimos años, varios grupos y asociaciones de jueces, fiscales y catedráticos han propuesto la modificación de este tipo de delitos de forma que estén más alineados con el resto de países de Europa y no generen tantas restricciones a la libertad de expresión, con las susodichas polémicas, horas de tertulias y quebraderos de cabeza que además nos ahorraríamos.

Aún así, podríamos seguir pensando que todo esto no son más que opiniones, de jueces, magistrados, y organismos internacionales de reconocido prestigio y con capacidad para imponernos multas, sí, pero opiniones al fin y al cabo, y que aquí en España las cosas se tienen que hacer diferente y tendremos que legislar y aplicar la ley como nos parezca a nosotros. De acuerdo, pero entonces intentemos que la vara de medir sea la misma para todos. Y en ese sentido, podemos encontrar casos que son, cuanto menos, controvertidos.

En los términos más cercanos a los de Pablo Hasél, es decir, en el plano artístico, se me ha venido a la cabeza estos días un cantante español que se hizo famoso hace años por tener letras absolutamente bestiales, aunque en tono abiertamente cómico claro. Posiblemente algunos recordaréis a «El Chivi» y su canción Radikal, que tenía letras tan directas como «sólo porque me fascina violar a premamás me señalan por la calle y me llaman radical«. Otras creaciones asociadas al cantante eran menos displicentes: «Negros de mierda» o «Me cago en esos putos rumanos», que hacían de todo menos un alegato en favor del respeto hacia lo diferente y que tenían frases que abogaban directamente por pegar palizas y cortar miembros de personas negras o rumanas, siempre estuvieron asociadas a El Chivi, aunque ha intentado desmentir que fueran suyas. Hasta día de hoy y que yo sepa, El Chivi no ha pisado un sólo día la cárcel, al menos por estas canciones, y es posible hasta que tuviera más influencia que Pablo Hasél (del que yo nunca he oído una sola canción, por cierto, y sí de El Chivi).

No sólo de cantantes va la cosa, y en el plano artístico cabe de todo, como las representaciones callejeras. Quién no se acuerda del famoso caso de «los titiriteros«, que fueron condenados por enaltecimiento del terrorismo e incitación al odio por representar con unos títeres una obra que verían unos pocos niños en la calle, pero que al ser grabados en vídeo y propagarse tuvieron mayor repercusión. Otra expresión artística, si se quiere considerar así, fue «La Gran Procesión del Santo Chumino Rebelde«, una reivindicativa manifestación el 8 de marzo en Málaga que fue penada con un delito contra los sentimientos religiosos. Después de dictarse sentencia, Willy Toledo manifestó su disconformidad con la decisión judicial y publicó en su perfil de Facebook un «me cago en Dios y en la Virgen» por el que terminó siendo imputado por un delito de ofensa de los sentimientos religiosos, aunque finalmente fue absuelto. En relación con esta decisión, es curioso que algunas de las razones esgrimidas por la Magistrada que absolvió al actor estuviera que, y cito literal «se ha de tener en cuenta que las dos publicaciones se realizan por el acusado en su perfil social de Facebook, por lo que se entiende que iban dirigidas a sus seguidores, personas que compartan las ideas del acusado y el gusto por su especial estilo literario«. En España cada juez tiene la potestad de interpretar la ley en cada caso concreto, y se ve que la interpretación para el caso de Willy Toledo no fue la adoptada por los jueces que han confirmado la condena a Pablo Hasél, de lo contrario podríamos deducir que sustituyendo «Facebook» por «Twitter» y «estilo literario» por «estilo musical», a lo mejor la determinación por los actos de Pablo Hasél hubieran sido diferentes.

También han sido radicalmente diferentes en el espectro político. En los últimos años, con la aparición de cierto partido político en España y su propagación de cuentas oficiales en redes, la tecnológica Twitter se ha visto obligada en varias ocasiones a bloquear temporalmente la cuenta de aquellos que han llegado a decir cosas como:

«Desde luego lo que no hay son mujeres liberales que se proclamen putas, brujas y bolleras. Eso está reservado para piojosas de ultraizquierda» (tras las manifestaciones del 8M de hace unos años)

«Nos encontramos ante la paradoja progre, en el cual la relación más segura entre un hombre y una mujer, será únicamente a través de la prostitución» (tras la sentencia del famoso caso de la manada de Pamplona)

«Lo que no soportamos es que os metáis en nuestra casa y nos digáis cómo tenemos que vivir y cómo tenemos que educar a nuestros hijos. Y menos aún que con dinero público promováis la pederastia» (respondiendo a una portavoz socialista)

«Suponen aproximadamente un 0,2% [de la población] y son responsables del 93% de las denuncias. La mayoría son procedentes del Magreb. Es la Cataluña que están dejando la unánime indolencia y complicidad con la delincuencia importada. ¡Solo queda Vox! #StopIslamización» (ante las elecciones catalanas, con datos que posteriormente se demostraron falsos y sin haber determinado en ningún momento la fuente)

Cabe señalar que en España está tipificado el delito de calumnias como aquel delito que juzga a quien impute delitos a otra persona a sabiendas de que lo imputado es falso. Decir que un gobierno promueve con dinero público la pederastia es decir, de facto, que el gobierno está cometiendo un delito en toda regla. Y sin tantos recovecos, cuando Santiago Abascal pronunció en el debate de la moción de censura frases como «el gobierno criminal de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias» o «Sánchez preside el peor gobierno en 80 años y son una mafia» son, de nuevo, frases que achacan directamente a representantes políticos la comisión de delitos. Pablo Hasél contaba cuando publicó sus tweets con 54.000 seguidores, y la cuenta de Vox, partido que hoy defiende la encarcelación del autor, contaba con más de 400.000 seguidores, además de tener una evidente repercusión social mucho más potente y ser declaraciones que, fuera de un contexto artístico, difícilmente pueden defenderse que se proyectaban con ánimo simplemente de hacer una denuncia política desde la mofa o el humor. Sin embargo, las repercusiones han sido bien diferentes: los autores de esos mensajes no han sido siquiera imputados y solamente sufrieron en algunos casos bloqueos temporales de sus cuentas por la propia red social, mientras que Pablo Hasél hoy dormirá en la cárcel.

Otro que fue imputado y tuvo que dimitir de su cargo fue Guillermo Zapata, ex-delegado de Cultura de Ahora Madrid, en este caso por entrecomillar chistes de humor negro precisamente hablando y debatiendo en la red de humor negro. Un poco irónico. En cambio, cuando tras la final de la Euroliga de 2014 en la que el Maccabi de Tel Aviv venció al Real Madrid y muchos aficionados blancos explotaron en Twitter con frases literales como «Putos judíos de mierda. Esto con Hitler no pasaba» ó «Judíos de mierda…os deberían meter a todos en un horno. JOSDEPUTA!«, una comunidad judía llevó ante la fiscalía dichos mensajes, y hasta el entonces Ministro Jorge Fernández-Diaz prometió que habría detenciones… pero hasta hoy.

Federico Jiménez Losantos, periodista y tertuliano con miles de seguidores tanto en redes como en las ondas, es conocido por no dejar títere con cabeza y despotricar contra todo lo que puede y más, a veces sin importarle el color político aunque todos sabemos de qué pie cojea. Pues bien, este señor ha hecho declaraciones públicas en su programa como que había que «bombardear Cataluña» (en la época dura del procés), y tampoco se quedó corto cuando dijo, y cito textual, «veo a Errejón, Bescansa, Maestre y si llevo ‘escopeta’ les disparo, menos mal que no la llevo«. De nuevo, sin consecuencias más allá de haber ganado o perdido seguidores, a saber.

Estos son algunos ejemplos que pueden llevar a pensar que, si bien los jueces tienen discrecionalidad en nuestro país para interpretar y aplicar las leyes como mejor convengan, no es de extrañar que haya gente que pueda escandalizarse ante el rasero que padecen unos mientras otros se van de rositas. Como hemos visto en un rápido vistazo, existen claros ejemplos de personajes públicos con igual o más presencia que Pablo Hasél que, ante comentarios y discursos igualmente incendiarios, no sufren las mismas consecuencias de la Ley o directamente ninguna. Sumado a las decisiones que diferentes organismos internacionales vinculantes para España nos han impuesto, y las muchas opiniones de expertos juristas que critican la existencia de tipos penales que pueden chocar directamente con el respeto al derecho a la libertad de expresión y limitarlo considerablemente, cabe preguntarse al menos si no debería España ponerse las pilas y dejar de incurrir en multas internacionales al respecto y que dejemos de pagarlas todos.

OPCIÓN B

Empecemos con un ejercicio de imaginación. Intenta abstraerte de quién es Pablo Hasél, la ideología que representa, y la literalidad de sus declaraciones y letras. Imaginemos que Pablo Fachél, como así se llama nuestro personaje imaginario, fuera un cantautor abiertamente declarado de derechas, estuviera considerado por muchos un facha, y acumulara polémicas a sus espaldas sobre antiguas declaraciones que rozan la ilegalidad y el posicionamiento extremo contra el feminismo, la tolerancia a otras culturas y la crítica a la izquierda, en general. Cuestiona todas las decisiones políticas que se toman desde partidos de izquierda en el poder, critica sentencias judiciales ajustadas a la ley que considera injustas por ser contra gente de derechas. Pablo no para de publicar abiertamente, sin ningún tipo de tapujos, fotos ensalzando la figura de personajes políticos como Marine Le Pen o Donald Trump, se llena la boca hablando de España y sus redes sociales están todas llenas de la bandera rojigualda, de la que se enorgullece por encima de cualquier cosa. Por si fuera poco todo lo anterior, alaba, defiende y participa en manifestaciones pacíficas, pero peor aún, en las no pacíficas, de grupos ultraderechistas que abogan por la unidad de España o cargan contra el procés catalán. Pablo odia abiertamente a su tocayo Iglesias, al que quiera o no es su Presidente elegido democráticamente Pedro Sánchez, y aprovecha cada ocasión para repartir todo tipo de improperios e incluso adjudicarles delitos como «asesinos», por los muertos de la pandemia, o «mafiosos» por todas las sospechas que hay en torno al uso de su posición pública en su propio beneficio, como el famoso uso del Falcón o una hipoteca con condiciones sospechosamente bajas que hace años precisamente criticaba antes de estar en el poder. Tú sabes que todo eso son chorradas y está todo muy tergiversado, así que Pablo Fáchel no te cae bien, asumámoslo. El cantante, que te hierve la sangre cada vez que le oyes, y que no deja de incendiar las redes con comentarios e insultos fuera de lugar, faltando el respeto siempre a tu ideología política, a los representantes que te gustan y votas, llega un punto en que, en un corto espacio de tiempo, se le va de las manos y canta y publica cosas como las siguientes:

«No me da pena tu tiro en la nuca, rojo. Me da pena el que muere defendiendo su país. No me da pena tu tiro en la nuca, podemita«

«Que alguien clave un piolet en la cabeza de Pablo Iglesias«

«¡Merece que explote el coche de Pedro Sánchez!«

Llegado ese punto, Pablo Fachél es imputado por varios delitos y, ante la acumulación de sentencias firmes con penas de una determinada duración, la ley española es tajante: el ingreso en prisión es ineludible. Antes de ser apresado, reivindica que todo lo anterior lo ha hecho en post de la verdad y la libertad de expresión, y todavía días y semanas después de su encarcelamiento, las calles de varias ciudades españolas siguen sufriendo cada noche destrozos de grupos radicales de derechas, con palabras incluso de apoyo de representantes políticos de derechas a los que no puedes ver como Abascal, que parece incluso que alientan los disturbios violentos en un juego de palabras ambiguas, sin condenar tajantemente la violencia y defendiendo que el debate de fondo es otro y se está intentando desviar la atención de lo importante.

Doy por sentado, por supuesto, que si has sido un exacerbado defensor de la libertad de expresión estos días y has llegado incluso a ensalzar la figura de Pablo Hasél como héroe o mártir, harías lo mismo con Pablo Fachél. ¿No es así? Al fin y al cabo, el debate de fondo, siendo la libertad de expresión, no debe fijarse en que dicha expresión defienda tu propia ideología, sino que dicha libertad de expresión debe procurarse se piense lo que se piense; es más, representando opiniones contrarias, el Estado debe propiciar la tutela de personas que, aún habiendo delitos que lo penan, quieren manifestar una opinión contraria precisamente a la propia existencia de esos delitos, aunque dichas expresiones tomen la forma de insultos, mofas e incluso menciones a daños y asesinatos a líderes políticos de tu corte, dado que dichas manifestaciones fueron hechas en un entorno de creación artística. Por lo tanto concluimos que Pablo Fachél ha sido injustamente condenado, pudiendo llegar a ser incluso un preso político.*

La realidad es que todo lo descrito anteriormente de Pablo Fachél es realidad, sólo que dicho a la inversa. Acabada la parte imaginativa, vayamos a los hechos: Pablo Hásel tiene actualmente no una sino cuatro condenas, de las cuales 2 de ellas son ya firmes, y cuenta con una quinta causa judicial abierta. La primera de todas es de 2015, cuando fue condenado a 2 años de prisión por injurias y enaltecimiento del terrorismo. El cumplimiento de la condena fue suspendido por no tener antecedentes penales y ser «sólo» de 2 años. En cambio, posteriormente la que le ha llevado a ingresar en prisión vuelve a ser de nuevo por injurias a la corona y enaltecimiento del terrorismo, en este caso siendo la condena de 9 meses y un día, la mínima que impone el Código Penal para estos delitos, pero al haber sumado ya antecedentes penales y sumar más de 2 años de condena privativa de libertad, no puede eludir la cárcel. No obstante todo esto puede ampliarse, porque como decía tiene otras 2 condenas que aún pueden ser recurridas y no son firmes: una por amenazas y agresiones verbales a un testigo, y otra por un delito de lesiones al haber agredido en 2016 a un periodista de TV3. Y por último, otra que está actualmente en curso por intento de asalto a la subdelegación del gobierno en Lleida en 2018. Podemos ir una a una intentando analizar si se ha hecho justicia o no, pero sinceramente 5 causas judiciales, 4 condenas y 2 de ellas firmes, nos hacen pensar que igual un alma de la caridad este señor no es. Y no condenar abiertamente altercados violentos que supuestamente piden la libertad del cantante, llegando incluso a apoyar a los manifestantes cuando hay sendas sentencias firmes en vigor es, partiendo de representantes políticos que deberían hablar en nombre de toda una nación, una temeridad y una irresponsabilidad, por mucho que se pretenda teñir todo como un llamamiento de atención hacia el debate verdaderamente importante, porque al revés, con Pablo Fachél, actuarían de manera totalmente distinta. Pongo la mano en el fuego, y no me quemo.

*Todo el esfuerzo imaginativo anterior no sólo lo he hecho yo, y me han pasado hace poco un artículo de la misma línea de Juan Soto Ivars que precisamente critica el veletismo de muchos políticos cuando la libertad de expresión es defendida sólo para aquellos pensamientos que les convienen y comparten, pero no de todas las demás.

5 comentarios sobre “El Abogado del Diablo

  1. El problema es lo que comentas al principio, la polarización del debate, el tener que elegir entre la opción A o B. Y que además esas opciones se vinculen a una ideología política. Parece que no cabe la posibilidad de ser de izquierdas y quedarse con la A o ser de derechas y quedarse con la B. De todos modos yo creo que por culpa de los disturbios, ya no se habla del debate de fondo (la libertad de expresión), sino de los energúmenos que han decidido reventar las manifestaciones que, en principio, eran pacíficas. De ese modo, le han hecho un flaco favor a Hásel, ya que si te condenan por enaltecer la violencia, y tu encarcelamiento resulta en violencia extrema….da la sensación de que el castigo está merecido.

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  2. Genial resumen Santi. En la opción A creo que te has olvidado de nombrar al ex-militar que dejó caer la posibilidad de fusilar a 26 millones españoles para arreglar los problemas de este país y que si no se me ha pasado el titular, se ha ido de rositas de momento…

    Pablo Hasél, no es santo de mi devoción y las protestas que estamos viendo en las calles me parecen un poco fuera de lugar, pero creo que detrás de esas protestas no está solo la apología de la libertad de expresión como nos están haciendo ver desde la prensa «libre», sino el hartazgo de buena parte de la sociedad de que la balanza de la justicia siempre o casi siempre y casualmente, cae a favor del poderoso, llámese rey, político, empresario o noble y que el «Don Nadie» soporte el peso de la justicia y sus sentencias. España es un nicho biológico ideal para el corrupto y aquellos ligados al poder, la evolución natural de estos, normalmente es favorable aquí, porque el sistema así lo quiere y si no que alguien me explique lo del bloqueo de CGPJ…

    Un abrazo amigo

    PD: Me quedo con la frase de Bilardo de: pisalo! pisalo! Cuando un jugador del Sevilla ayudó a levantarse a un rival tras hacerle falta y el peculiar entrenador lo cambió inmediatamente y le hecho un rapapolvo de mil pares de cojones.

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    1. ¡Gracias Pablo! Reconozco que justo iba a incluir la famosa frase de fusilar a 26 millones de españoles, pero entonces busqué la noticia y me acordé que fue puesta en un grupo privado de Whatsapp con otros militares retirados. Sin entrar en más debate, decidí no ponerla de ejemplo porque quería limitarme a aquellos que sólo se han publicado adrede en redes sociales o en discursos…pero sí, era otro buen ejemplo.

      De todo lo demás que dices, Bilardo incluido…ya debatiremos tranquilamente con cervecita en mano en Alicante, Madrid, Sevilla o donde sea.

      ¡Un abrazo «papito», y cuídate mucho!

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  3. Muy bien escrito, como siempre. En resumidas cuentas y simplificando mucho, la política se parece demasiado al fútbol: defiendo a los míos hasta el final, tengan o no razón. Y al enemigo, ni agua, como dijo Bilardo en un partido Dépor-Sevilla, cuando era el Superdépor y en el Sevilla jugaba Maradona (te recomiendo que busques el vídeo, no tiene desperdicio).
    Es una pena, pero la emoción está por encima de la razón demasiadas veces. Nada de esto debería ser de aplicación en la justicia, pero me temo que es así.

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